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12

Nov
2019

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Carlinhos Brown y la “orquesta humana de buenas fuerzas”: un día de conversatorio en Montevideo

Em 12, Nov 2019 | Em Noticias |

“Buenos días. Soy Antônio Carlos Santos de Freitas y estoy embajador iberoamericano de la cultura”. Así se presentó Carlinhos Brown en el conversatorio sobre cultura comunitaria que dio inicio a la segunda jornada de su visita al programa IberCultura Viva en Montevideo (Uruguay), el lunes 4 de noviembre. La actividad, que formó parte de la programación de la Semana de la Cooperación Iberoamericana, reunió representantes de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), de la Dirección Nacional de Cultura (MEC), de IberCultura Viva y de Puntos de Cultura de Uruguay y Argentina. 

Sentado en el medio del círculo de sillas armado en la entrada del Museo del Carnaval, el músico brasileño contó sobre su experiencia con el proyecto social que desarrolla en el barrio donde nació (en 1962), el Candeal Pequeno, en Salvador de Bahía. La Associação Pracatum Ação Social, fundada por él en 1994, cuenta con dos programas principales: Tá Rebocado, orientado al desarrollo comunitario, y Pracatum, la escuela de música y tecnologías. Aunque la iniciativa haya partido de él, Carlinhos habla siempre de un colectivo, compartiendo los logros con el grupo de percusionistas que comenzó los trabajos en el barrio. “Se creó una nueva forma de liderar la comunidad y eso ha sido una revolución”, afirma. “En verdad nunca me consideré un líder, sino una mirada atenta junto a otras miradas. Cada uno tiene su momento de hacer silencio para aprender del otro”.

A lo largo de las dos horas en que estuvo en el Museo de Carnaval, Carlinhos Brown escuchó atento a todas las personas que hablaron sobre las experiencias en sus territorios. Los colectivos invitados –La Bombocova, de Argentina, Nación Zumbalelé y Colectivo Tierra Negra. Espacio Chirimoya, de Uruguay- además de trabajar con percusión en las actividades de sus comunidades, fueron beneficiarios del Banco de Saberes de la Convocatoria IberEntrelazando Experiencias, lanzada este año por IberCultura Viva.

 

Fortaleciendo las políticas culturales

Antes de que hablaran los invitados, Diego Benhabib, coordinador del Programa Puntos de Cultura de Argentina y representante de la presidencia de IberCultura Viva, explicó a las personas presentes cómo funciona este programa de cooperación iberoamericana que trata de promover y fortalecer las políticas culturales de base comunitaria de la región.

“Desde IberCultura Viva apoyamos distintos proyectos de redes y promovemos el intercambio de saberes, buscando valorizar los saberes comunitarios y populares que tienen las organizaciones tanto en términos de producciones artísticas como en metodologías de intervención territorial”, comentó Benhabib, resaltando también el propósito de generar espacios de formación, inclusive con la distribución de becas para el Curso de Posgrado Internacional en Políticas Culturales Comunitarias dictado de modo virtual por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Argentina).

El modelo brasileño de Puntos de Cultura, que inspiró a otros países a trabajar en una lógica similar (“la lógica de reconocer el trabajo de las organizaciones y colectivos culturales en sus territorios, poniendo en valor aquellos que hacen construcciones pensando en mejorar las condiciones de vida de sus comunidades”), también fue abordado por Benhabib, así como la importancia de crear políticas públicas no necesariamente barriales, pero que se comprometan con la sociedad y traten de transformarla a través de consensos populares, que incluyan proyectos de vida y tengan la cultura como herramienta central.

“Desde IberCultura Viva seguimos sosteniendo y tratando de fortalecer las políticas culturales de base comunitaria. Seguimos dialogando, conversando con los actores principales, que son los colectivos culturales, porque toda transformación es colectiva. Si no es colectiva no se sostiene en el tiempo, no tiene impacto”, señaló el representante de la presidencia del programa.

 

Santiago Comin, Laura Rabinovich. Carlinhos Brown, Diego Benhabib y Alejo Ramírez (SEGIB)

Un espacio de diálogo e intercambio de experiencias

Encuentros como este, además de generar espacios de diálogo e intercambio de experiencias entre las organizaciones culturales comunitarias, son también una buena oportunidad de juntar fuerzas. “Que estos encuentros promovidos por la SEGIB nos traigan unidad, para que seamos verdaderamente una orquesta humana de buenas fuerzas”, comentó Carlinhos Brown. El músico brasileño quiso conocer un poco de los proyectos de cada uno de los participantes, compartió algunas de sus inquietudes, y se puso contento al saber que “El milagro de Candeal”, documental sobre sus iniciativas musicales en la comunidad, había inspirado a los compañeros allí presentes.

Integrantes de la Cooperativa Nación Zumbalelé, los candomberos Gustavo Fernández y Gonzalo Palacios contaron cómo los tambores los llevaron a Brasil y cómo el documental dirigido por el español Fernando Trueba en 2004 acabó siendo una de las principales referencias de este colectivo de Salinas. “Ver esta película sobre el proceso de Candeal para nosotros fue clave en aquella época, para no solo sacar una comparsa, sino comenzar a construir un proyecto social”, afirmó Fernández. “Nosotros fuimos Nación Zumbalelé porque intentábamos generar esta sensación de nación, formar una nación de personas y grupos que se tocan”, completó Palacios.

La cooperativa que vino a través de un movimiento barrial por la comparsa actualmente trabaja en escuelas, en liceos, y también prepara un festival llamado Nazoombit, que este año llega a la séptima edición. El evento, además de un foro social, es un festival internacional de danza y percusión, realizado por medio de articulaciones con otras organizaciones sociales y organismos del Estado que trabajan por la equidad racial. La iniciativa es pionera en el departamento de Canelones en desarrollar estas actividades de construcción de una ciudadanía multicultural e inclusiva desde la articulación sociedad civil-Estado.

Gonzalo Palacios y Gustavo Fernández, de Nación Zumbalelé: inspiración en el proyecto de Brown en Salvador

El devenir de la diáspora africana

El otro Punto de Cultura uruguayo presente, Tierra Negra, es un colectivo de acción social, cultural y artística que existe desde 2010 en la ciudad de Fray Bentos. “Empezó como un proyecto musical, cuando familiares y amigos nos juntamos para aprender la música que tenía que ver con el aporte de la diáspora africana en Latinoamérica y Caribe. Vivíamos estudiando las rítmicas, y el candombe pasó a se transversalizar ahí, no solamente como esta cultura ancestral, musical, sino también con los fundamentos en cuanto a cómo nos relacionamos, cómo compartimos con los demás”, expresó la percusionista Lucía Quiroga, una de las fundadoras del colectivo.

Desde 2013 Tierra Negra cuenta con el Espacio Chirimoya, un espacio donde se canta, se danza y se toca, y donde las diversas áreas de acción del proyecto se articulan, se conjugan, generando la oportunidad de intervenir en y desde lo comunitario. En esta apuesta a la cultura comunitaria como posibilidad de transformar realidades a través del arte, sus integrantes intervienen plazas, espacios e instituciones, buscando impulsar el quehacer desde lo colectivo y propiciar el intercambio de saberes en múltiples temáticas. 

 

El ritmo como hilo conductor

La Bombocova, la organización argentina invitada a participar de este encuentro, es una asociación civil y productora artística nacida del ámbito del teatro comunitario de los barrios de La Boca y Barracas de Buenos Aires, y que conjuga en sus propuestas diversos elementos de las artes escénicas, como la música, la danza, el teatro y el circo. Conformada por un equipo multidisciplinario, con cerca de 30 artistas, docentes y gestores, lleva más de 25 años de trayectoria en la creación de espectáculos, seminarios y talleres, y desde 2013 está constituída como una asociación civil para el desarrollo de programas de integración social.

La propuesta pedagógica que La Bombocova utiliza en sus actividades desde 2005 es una metodología propia, llamada “Juegos de Ritmo”.  “Es un método que tiene que ver con los ritmos no solo de los tambores, sino también del cuerpo”, explicó el percusionista Santiago Comin, director de la organización, que participó en el conversatorio al lado de la coordinadora del área de danza, Laura Rabinovich. Con esta herramienta para multiplicar el arte comunitario, ellos desarrollan talleres de música y juegos con instrumentos reciclados y convencionales, dinámicas de ritmo en grupos para niños y jóvenes, armado de batucadas, clases de cajones peruanos, clases de canciones, títeres, danza y juegos teatrales, entre otras actividades. El ritmo es el vínculo e hilo conductor de cada una de las propuestas.

 

El reconocimiento de la labor comunitaria

Durante esta mañana en el Museo del Carnaval, además de presentar los proyectos que desarrollan en sus comunidades, los/las participantes del encuentro pudieron compartir algunos de los problemas que enfrentan en el cotidiano de sus trabajos. El racismo, el prejuicio en torno a las religiones de matriz africana, el separatismo social, los desafíos para mantener los jóvenes de las comunidades alejados del alcohol y del tráfico de drogas, la dificultad de obtener recursos e inclusive reconocimiento por la labor comunitaria, fueron algunos de los temas abordados por el grupo durante el conversatorio. 

“Trabajamos con herramientas ancestrales y añadimos costumbres de positividad a una sociedad que se pierde y se aleja a todo tiempo”, comentó Carlinhos Brown. “Juntamos a personas y etnias a través de tambores y movimientos artísticos. Trabajamos con el ser humano, pero parece que eso no es meritorio. Parece que estamos abajo de la luz (no de la luz divina, pero la luz de la mirada), como alguien que está de fiesta todos los días. Se imaginan que nos emborrachamos todos los días, pero en verdad tenemos un trabajo que se anteviene a los médicos, los abogados, a la cárcel, porque trabajamos en zonas de riesgo con personas distintas, sin oportunidades. Somos militantes sociales, y aunque seamos personas de buen corazón, no somos ‘bonzinhos. Somos técnicos y necesitamos ser vistos así.”

Según el músico brasileño, “somos ‘peligrosos’ porque somos un movimiento de paz, no nos conformamos con la forma que el mundo ha tratado nuestros iguales”. “Por ello tenemos que ser organizaciones potentes y estar conjuntas, porque la moneda más valiosa que existe hoy es el conocimiento. ¿Cuánto tiempo llevará para que tengamos la atención que deberíamos tener? (…) Necesitamos que aquellos que están arriba ayuden a los que están abajo. Necesitamos fondos que puedan hacer sostenibles nuestros trabajos. Que nos miren para que nosotros, a nuestra manera, por la fuerza de nuestra labor, rehagamos una sociedad más justa y no violenta.”

 

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