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31

May
2017

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Las visitas a las comunidades en el marco de la 6ª Reunión: recuperando espacios, tendiendo puentes

Em 31, May 2017 | Em Noticias |

“Los viejitos de este grupo nos divertimos/ al diablo con el dolor”, avisan los integrantes de la Murga Tres de Abril cantando y bailando. Están juntos hace una década, desde que empezaron los talleres de teatro en la zona (en el marco del Programa Esquinas de la Cultura, desarrollado desde 2005 por la Intendencia de Montevideo) e hicieron realidad el sueño de subir al escenario y salir en carnaval. Alegres, de cara pintada, riéndose de ellos mismos en sus ropas de espectáculo, los integrantes de esta murga de abuelos hicieron una bella presentación al final del primer día de la 6ª Reunión del Consejo Intergubernamental de IberCultura Viva en Uruguay.

La presentación de la murga comunitaria, que tuvo lugar en la sede de la Asociación Civil Monte de la Francesa, en el barrio Colón, cerró la programación del miércoles 24. Terminada la sesión en el Centro de Formación de la Cooperación Española, los participantes de la 6ª Reunión del Consejo se dividieron en dos grupos para hacer recorridos por diferentes municipios del departamento de Montevideo y conocer algunas iniciativas de cultura comunitaria desarrolladas conjuntamente por el Estado y la sociedad civil.

Los grupos contaron con representantes de los países miembros del programa, de la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), de la Secretaría General Iberoamericana (Segib), del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay (MEC), del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), de la Intendencia de Montevideo y de la Unidad Técnica de IberCultura Viva.

Una parte se dirigió a los barrios Palermo/Barrio Sur, Bella Italia y Casavalle, y la otra fue al Cerro, al Paso de la Arena y al Colón. Gran parte de los proyectos visitados tienen una característica en común: se encuentran en espacios que estaban abandonados, pasaron por una recuperación y hoy son gestionados por vecinos y vecinas.

 

Integrantes del taller de canto coral del Monte de la Francesa

 

GRUPO 1

Primera parada: Cerro

Uno de los recorridos empezó por el Cerro, uno de los barrios más emblemáticos de Montevideo, que surgió como una villa (fundada en 1834 con el nombre de Cosmópolis) donde se afincaron inmigrantes de las más distintas procedencias. En el ex-Parador del Cerro los visitantes se encontraron con tres integrantes del colectivo Teatro para el Fin del Mundo (TFM), un programa de intervención iniciado en México en 2012 y que tiene entre sus actividades la realización de un festival artístico multidisciplinar.

Entre los principios de TFM está la reconstrucción de espacios que se encuentran en condiciones de abandono para promover programas culturales. “La idea es resignificar estos espacios y darles visibilidad con el enclave del trabajo territorial”, explicó la coordinadora de TFM Uruguay, Susana Souto. En las ruinas del Parador, por ejemplo, el grupo ofrece talleres artísticos para niños y adolescentes de la zona. La Planchada y el antiguo Frigorífico Castro son otros espacios del Cerro donde actúa el colectivo, que hoy cuenta con 30 integrantes.

Además del trabajo directo con la comunidad, el TFM promueve actividades orientadas a profesionales de las artes escénicas, con vistas al intercambio y la experimentación entre colectivos artísticos de diferentes países. Para eso desarrolla trabajos de residencia con grupos uruguayos interesados en intervenciones, y organiza el Festival de Teatro para el Fin del Mundo, que llegará a la tercera edición este año, del 1 al 5 de noviembre.

 

 

El colectivo TFM ocupa espacios abandonados en el Cerro de Montevideo

Segunda parada: Paso de la Arena

Desde el Cerro los visitantes se dirigieron al barrio Paso de la Arena, en la Casa Joven, donde estaban reunidos algunos participantes de Ronda Oeste, un colectivo de organizaciones que trabajan con niños, adolescentes y jóvenes en la Zona Oeste de Montevideo.

Considerada una referencia en términos de trabajo en red en Uruguay, Ronda Oeste surgió con la intención de tender puentes y promover actividades en común entre aquellos que ya estaban trabajando en la región, como el Liceo de Paso de la Arena, la UTU (Universidad del Trabajo del Uruguay), la Casa Joven, el Aula Comunitaria nº 4 y la Biblioteca Comunitaria Paco Espínola.

“Como organizaciones y proyectos de trabajo tenemos cierta autonomía en este colectivo, es decir, pre-existimos al colectivo (…). Lo que tratamos de hacer con la formación del colectivo es trascender los proyectos más puntuales y generar espacios de encuentro”, afirmó Camilo Silvera, coordinador del Aula Comunitaria, resaltando que algunos de los proyectos son de gestión pública (caso del liceo), y otros son de organizaciones que convenian con el Estado, como la Casa Joven. La biblioteca comunitaria es la única 100%  gestionada por los vecinos.

Financiado por los fondos concursables del Ministerio del Desarrollo Social, Ronda Oeste promueve en la zona una serie de actividades culturales entre los meses de septiembre y diciembre. Títeres, teatro, planetario móvil, música y cine han llegado de forma gratuita a diferentes barrios del oeste montevideano por medio de este proyecto conjunto de las organizaciones.

 

Visitantes e integrantes del colectivo Ronda Oeste, en la Casa Joven

 

Tercera parada: el castillo

Castillo Idiarte Borda

La tercera parada del recorrido fue en un castillo que empezó a ser construido en Villa Colón en 1896, al mando del entonces presidente de la República, Juan Idiarte Borda. Pensando en vivir allí los meses de primavera y verano, Borda encomendó una mansión en estilo francés, neoclásico, con cinco niveles y amplios jardines, pero no llegó a ver la edificación terminada. Víctima del único magnicidio registrado en la historia de Uruguay, fue asesinado por un teniente en agosto de 1897. Llevó una bala en el corazón, frente al Club Uruguay.

Tras décadas de historias de fantasmas, luces en las ventanas de las torres, invasión de indigentes y otros casos de apariciones, el Castillo Idiarte Borda pasó a funcionar como un centro cultural que ofrece actividades gratuitas a los vecinos, como talleres de teatro, ballet, percusión, piano, guitarra, gimnasia, tejido, kárate y filosofía. La casa es propiedad de unos españoles y estuvo abandonada por mucho tiempo, hasta que la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación la recibió en comodato y pasó a financiar su mantenimiento, los gastos de energía eléctrica, agua y la seguridad. La Intendencia de Montevideo colabora con su programa Esquinas, aportando docentes en algunas disciplinas artísticas.

Quién gestiona el espacio es un grupo de vecinos, que desde hace cuatro años aportan voluntariamente su trabajo y que  formaron una asociación civil en 2015. “Cuando ingresamos no había nada. La casa estaba abandonada, se había prendido fuego en el piso, estaba todo muy feo”, recordó en el paseo Fabiana Scirgalea, la vecina que hoy responde por la presidencia de la Asociación de Amigos del Castillo Idiarte Borda. “Este es el orgullo más grande: es un lujo que la gente venga acá. No importa si tienen dinero o no, las puertas están abiertas”.

 

Fabiana Scirgalea (C): «Este es el orgullo más grande: es un lujo que la gente venga acá»

 

GRUPO 2

Las Usinas Culturales

La Casa de la Cultura Afrouruguaya, donde empezó el recorrido del segundo grupo, es una construcción que data de aproximadamente 1865, y que estaba en estado de derrumbe hasta que se consiguió el apoyo financiero de la Cooperación Española para abrigar este espacio de la colectividad afrodescendiente del Uruguay. La casa está abierta desde diciembre de 2011, como una institución sin fines de lucro dedicada a promover el conocimiento, la valoración y difusión del aporte de los afrodescendientes y su acervo histórico, así como la creación y recreación de sus manifestaciones artísticas, culturales y sociales.

La Casa de la Cultura Afrouruguaya, en Palermo

En ella también funciona la Usina Cultural Palermo, una de las 17 Usinas Culturales instaladas en Uruguay. Estos centros regionales equipados con salas de grabación musical y/o equipamiento para la producción audiovisual conforman un programa de la Dirección Nacional de Cultura que busca descentralizar el acceso a la producción cultural, instalando infraestructura en lugares que tengan un notorio déficit de estas actividades, y dirigiendo especialmente sus objetivos a jóvenes en situación de pobreza.

Además de la sala de grabación de Palermo, los visitantes conocieron la Usina Cultural Bella Italia, inaugurada en 2013 en el Mercadito del barrio, y desde entonces gestionada por una comisión de vecinos. Las Usinas de Bella Italia y Palermo son los dos proyectos que el programa de la Dirección Nacional de Cultura instaló por convenio con asociaciones civiles (los otros centros regionales se tratan, en su mayoría, de convenios con las intendencias).

La Fábrica de Turismo

El grupo también pasó por el Centro Cultural C1080, en el Barrio Sur, conocido como la cuna del candombe y de la cultura afro-uruguaya. La asociación está vinculada a una de las grandes comparsas del carnaval uruguayo (Cuareim 1080, la C1080), que tenía su sede en el histórico Conventillo de Medio Mundo, “donde empezó la historia de amor del candombe con el Barrio Sur”, como contó el músico Miguel Almeida.

Miguel es el guía turístico de la Fábrica de Cultura que organiza el “Paseo Barrio Sur Candombe – una forma de vivir y sentir”, en el que relata –a partir de la historia del conventillo y con la participación de los vecinos– la historia de los tambores y de la gente del barrio. El Medio Mundo tuvo un rol tan importante en la consolidación de este género musical en Uruguay que el Día Nacional del Candombe es celebrado el 3 de diciembre, fecha en que se demolió esta edificación (en 1978).

La Fábrica de Turismo Cultural es una de las 29 Fábricas de Cultura que la Dirección Nacional de Cultura ha creado en Uruguay los últimos 10 años, para llevar adelante espacios de formación y desarrollo de emprendimientos culturales.Las Fábricas se dedican a un amplio abanico de artes y oficios, desde la producción de muebles hasta la joyería, pasando por el patrimonio inmaterial como en el caso del turismo cultural, y este año –como agradecimiento por el apoyo recibido– fueron tema del espectáculo de carnaval  de la comparsa C1080.

Miguel (D) es el guía turístico del Paseo Barrio Sur Candombe

El complejo Sacude

El recorrido del grupo terminó en el Complejo Municipal Sacude, un proyecto que busca mejorar la calidad de vida de los vecinos y vecinas mediante la promoción de su acceso a la salud, la cultura y el deporte (el nombre “Sacude” viene de ahí: salud + cultura + deporte).

Alba Antúnez coordina el Programa Esquinas

Construido en 2010 en el marco de la regularización de tres asentamientos de la zona de Casavalle, el Sacude está gestionado por representantes de la Intendencia de Montevideo y por vecinos y vecinas del barrio. La comisión de cogestión es el órgano máximo de decisión del complejo. Está integrada por tres técnicos de la Intendencia, responsables de cada una de las áreas (salud, cultura y deporte), tres vecinos elegidos por sus pares, también por cada una de las tres áreas, el coordinador de gestión (de la Intendencia de Montevideo), un representante del Municipio D y un integrante del concejo vecinal. Todos ellos tienen un voto y las decisiones se adoptan por mayoría absoluta.

“La Intendencia hizo una intervención para recuperar urbanísticamente el barrio”, comentó Alba Antúnez, coordinadora del Programa Esquinas de la Intendencia de Montevideo. “Cuando se recuperó el barrio y ya se tenía todo acondicionado en términos de saneamiento, los vecinos pudieron tener acceso a un fondo propio para construir lo que les interesaba. Y los más veteranos, básicamente mujeres, donaron el fondo para que se construyera la parte cultural del barrio. Argumentaron que sabían lo que debía significar para sus nietos en términos de valores e integración. Desde el punto de vista económico fue mínimo lo que se aportó, pero simbólicamente fue muy fuerte. Ellos sienten que eso es de ellos”.

Los vecinos del teatro

Al fin de los recorridos, los dos grupos de visitantes se encontraron en el Teatro de Verano de Colón, donde está la Asociación Civil Monte de la Francesa. En 1997, un grupo de vecinos se enteró de que se había firmado un decreto por el cual se disponía la demolición del Teatro de Verano y decidió formar una comisión para tratar de evitarlo. Tras presentar a la Intendencia en 2001 un proyecto que tenía como centro el teatro, esta comisión vecinal inició una serie de tareas para recuperar el Teatro de Verano de Colón y el espacio verde en el que se encuentra, conocido como el Monte de la Francesa.

Actualmente el teatro tiene como finalidad ser un espacio abierto de uso comunitario, donde se realizan talleres gratuitos de candombe, murga, maquillaje artístico, canto coral, danzas, fotografía, etc, financiados a través de convenios con la Intendencia y aportes de la asociación que vienen fundamentalmente de la actividad del carnaval. También se organizan charlas variadas, generalmente sobre temas relacionados con los derechos humanos, y las celebraciones del Día del Niño, con espectáculos y juegos. La recuperación de valores y la promoción del respeto y la seguridad son considerados pilares fundamentales para este espacio de inclusión social autogestionado por los vecinos.

“Buscamos mejorar la zona para que la recuperación del teatro no fuera vista solamente del punto de vista arquitectónico, sino como una recuperación del espacio, para que la gente volviera a recuperar el sentido de identidad y pertenencia”, destacó Luis Guerreiro, uno de los vecinos integrantes de la asociación. “Hace 10 años nadie transitaba por esta zona. Hoy vemos a la gente caminando por las calles por la noche. Por eso es interesante el trabajo de la comunidad, la autogestión de los espacios. Además de tener la capacidad de identificar los problemas que tiene, la gente encuentra la solución para ellos. El Estado debería proveer los recursos necesarios y creer más en la gente para poder mejorar o cambiar la realidad del país”.

 

Creyendo en la gente

Los mayores de la murga, que se pintan la cara, se ríen de las limitaciones de la edad con sus canciones satíricas de carnaval, y realizan antiguos sueños, son también un buen ejemplo de lo que decía Luís: que es necesario creer más en la gente. O de lo que afirmaba Alba Antúnez al final de la presentación de los “viejitos” con su alegría contagiante. “Cada vez que nos acercamos a los vecinos, hay una fuerza que estamos obligados a no perder nunca. Debemos tener siempre presente que lo único valioso es esto: la gente, el ser humano. Somos nada más que humanidad caminante. Y esta es nuestra grandeza”.