Experiencias
Por IberCultura
Em08, Nov 2016 | EmUruguay | PorIberCultura
Radio Vilardevoz: comunicación participativa, salud mental y autonomía
Existe una sala multicolores en el mundo blanco y negro del Hospital Psiquiátrico Vilardebó, en Montevideo (Uruguay). Está al fondo del patio; tiene fotos y carteles colgados en las paredes, y algunas sillas donde todos los sábados se sientan hombres y mujeres, pacientes o no, en espera de su turno para hablar. Algunos van para leer un poema, comentar una noticia, acompañar una entrevista, ver a un artista cantar, elogiar el trabajo del equipo, saludar a los oyentes. O solo para asistir a la fonoplatea, comer una pizza, tomar un mate. Participar.
En esta sala llena de colores, risas, abrazos y besos, funciona la Radio Vilardevoz 95.1 FM. Una “radio de locos”, de “locos por la radio”, nacida en noviembre de 1997, a iniciativa de un grupo de estudiantes de psicología que buscaban romper los muros del hospital psiquiátrico y hacer circular la palabra. Hace 19 años que se promueve desde allí la salud mental por medio de la libertad de expresión y autonomía.
En búsqueda de formas alternativas de tratamiento que contemplen los derechos y las opiniones de los usuarios, este colectivo de comunicación participativa ha logrado construir un espacio de encuentro, un espacio de resistencia antimanicomial dentro de un manicomio. Un lugar para quienes no tienen lugar –ni en la sociedad ni en el hospital–, coordinado por psicólogos que creen en el poder del diálogo, del habla y de la escucha, en la construcción del sujeto.
En (y con) la comunidad
La Radio Vilardevoz 95.1 FM se escucha por internet (https://www.vilardevoz.org). Es esencialmente una radio comunitaria, y no solamente porque su antena tiene alcance zonal, limitándose a los alrededores del hospital. Se trata de un proyecto comunitario en varios sentidos: a) es hecho por una comunidad, ya que sus participantes son personas que pasan o hayan pasado por alguna situación de padecimiento psíquico; b) trabaja en red, con otras organizaciones y movimientos sociales en Uruguay, y con la comunidad universitaria; y c) sale a la calle, al barrio, para que el diálogo pueda hacerse en y con la comunidad.
Apoyada en tres pilares – participación, comunicación y salud mental -, Vilardevoz se organiza en diferentes espacios de trabajo que se articulan entre sí para aportar al funcionamiento de la radio en general. El proyecto cuenta con talleres de escritura, digitalización y producción radial, un “taller central” (que funciona como una asamblea, un espacio político en el que el colectivo se reúne para tomar decisiones y pensar el hacer cotidiano), y un día de fonoplatea, de transmisión en vivo, abierta al público.
Once coordinadores –dos operadores de radio y nueve psicólogos (hay incluso una filósofa estudiosa de psicoanálisis)– se encargan de las actividades realizadas de manera autogestionada los martes, jueves, viernes y sábados. Algunas veces al año la radio sale del Hospital Vilardebó y se instala en algún punto de la ciudad. Son los días de los llamados “desembarcos”.
Las intervenciones
“Los desembarcos son pequeñas intervenciones urbanas. Llevamos la fonoplatea a lugares donde parece que está bueno tender redes, donde se puede contribuir con esta comunidad, generar intercambio, hacer actividades de sensibilización, traspasar los muros”, explica Laura Reina, una de las psicólogas coordinadoras de Vilardevoz.
El nombre “desembarco”, como cuenta Laura, es una metáfora con la “nave de los locos”, el método que se usaba en la Edad Media para excluir “el loco” de la sociedad: se lo metían en un barco que salía a deriva, y que no volvía. Aquí, al contrario, se trata de un barco que vuelve, “que no queda perdido en el medio del mar, sino que desembarca en un lugar y genera un espacio donde se pueda decir, donde se da la voz a quienes estaban silenciados”. Aquí, cuando el loco vuelve, toma el micrófono y cuenta lo que pasó en la travesía. Tiene muchas cosas que decir.
Tanto los desembarcos como la fonoplatea surgieron como una estrategia por el hecho de que la radio no tuviese antena en su comienzo. “Digamos que fue una forma creativa ante las negativas de poner una antena en el propio hospital”, comenta la psicóloga Cecilia Baroni, coordinadora de la fonoplatea y una de las fundadoras de la radio, que tiene frecuencia legal desde 2011. “Pensando en cómo sacar esas voces e incidir en un imaginario social donde prima que el loco es delirante, peligroso etc, estos dos dispositivos han sido de una potencia increíble para irnos por ahí o invitar a quien queramos a nuestra fonoplatea e ir acercando el afuera y el adentro y viceversa”.
La fonoplatea
Los sábados por la mañana pasan por la sala multicolores del Hospital Vilardebó no solamente los participantes de los talleres del proyecto sino algunos vecinos, amigos, estudiantes, artistas invitados y entrevistados de diferentes áreas, además de personas en situación de calle que ahí encuentran un lugar donde son respetados, pueden comer algo y charlar un poco.
El sábado 15 de octubre, por ejemplo, fue el día de la 2ª Fiesta Antimanicomial de Vilardevoz. La fonoplatea contó con la presencia de los cantautores Abel García y Carlos Garbarino, del músico Santiago Martínez (integrante del grupo Milongas Extremas) y del diputado Gerardo Núñez, que acompaña las discusiones sobre la nueva Ley de Salud Mental que llegó al Parlamento. Como era día de fiesta, la transmisión terminó con los tambores del candombe. Los días “normales”, aunque sin batucadas, también suelen ser festivos.
Es fácil ver cómo los participantes de Vilardevoz encuentran su lugar en la sala multicolores del hospital. ¡Y cómo les gusta hablar! Prácticamente todos los que entran en la sala (se puede entrar y salir a cualquier hora durante la fonoplatea) quieren tomar el micrófono y decir algo. Algunos hablan desde las sillas de la platea, otros se alternan en la mesa.
A Gerardo, “el filósofo”, le gusta leer sus poemas durante la fonoplatea. A Miguel Pérez también, aunque tenga dificultad para hablar y necesite de ayuda para hacerlo. El sábado 15 de octubre, Miguel leía sus escritos y enseguida Cecilia los repetía ante el micrófono: “(…) La radio es mi compañera/ La compañera que me hace falta/ Es una buena compañera…”
Al centro de la mesa, el locutor Manuel Furtado comanda los trabajos con un entusiasmo conmovedor. Entrevista, lee noticias, hace los anuncios comerciales de las tiendas del vecindario, cuenta historias, canta junto a los artistas invitados, se muestra contento la mayor parte del tiempo en que está en el aire. “Manuel siempre soñó hacer radio, escuchaba y ensayaba solo. Ser locutor en Vilardevoz potenció ese sueño y, sábado a sábado, al hacer radio en vivo, se va perfeccionando y reinventando un lugar, así es con cada uno”, comenta Cecilia Baroni.
La participación
En Vilardevoz, en vez de pacientes, todos son participantes, audiencia y protagonistas. Además de las transmisiones en vivo de los sábados, trabajan en la producción de los programas a lo largo de la semana, redactan los boletines informativos, escriben para la página web, preparan las entrevistas, graban spots, discuten los temas que les interesan – del fútbol a las campañas en pro de políticas inclusivas de salud mental en el país.
Los vecinos ya los reconocen por las voces. “Cuando salgo a la calle a pie algunos dicen: ‘Ah, vos sos de Vilardevoz’. Eso me gusta, me enriquece, no me siento solo”, afirma Gustavo Bautista, el “kamikaze”, uno de los participantes más sonrientes, a quien le gusta escribir y preparar entrevistas, además de cantar y tocar guitarra.
“La participación en Vilardevoz es voluntaria, es libre. La puerta de entrada es la fonoplatea, porque es un espacio abierto, más lúdico, más flexible. Lo que intentamos es que esa primera participación, más espontánea, empiece a tener una cierta estructura, que pueda ser trabajado lo que se va a presentar en la radio. Para eso tenemos instancias específicas, en las cuales podemos trabajar las producciones que ellos traen, quieren mostrar o quieren decir”, resalta Laura Reina, que está en el proyecto hace siete años y coordina (con Andrés Jiménez) el taller central. En este taller, realizado los jueves, se toman las decisiones referentes al proyecto en general: adónde quieren ir, qué quieren trabajar, cómo dar forma a las cuestiones que van surgiendo en el cotidiano. “Es un espacio político, un espacio de producción simbólica, para dar significado y trascender también”, añade Laura.
La formación
La radio tiene una doble inserción, en el hospital y la universidad. Vilardevoz ofrece desde el 2000 pasantías para estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. En estos años, a través de la pasantía, han pasado por el hospital por lo menos 160 estudiantes de psicología. Además, allí se realizan diversos trabajos tanto de extensión, investigación o trabajos finales de cursos de varias disciplinas.
Para Laura Reina, el tema de la formación es imprescindible. “Estamos peleando para que se puedan integrar las diferentes dimensiones del ser humano en los abordajes en salud mental, y para eso hay que formar gente. El ejercicio desde acá contribuye a la formación desde esa perspectiva, de tolerancia a la diferencia, de rescatar lo sano y lo que cada uno tiene para aportar…También es un ejercicio desde adentro porque muchos profesionales que trabajan con la salud mental ayudan a generar el mito del loco, a etiquetar, a excluir, a estigmatizar. Desde las prácticas estamos intentando cambiar eso. Es una lucha constante, cotidiana.”
Para Cecilia Baroni, por tratarse de un proyecto que no cuenta con financiación de ningún tipo, las pasantías han sido una buena forma de ir dando cuenta de Vilardevoz y de que la experiencia, además de legitimarse a nivel social, también ponga a discutirse en otros ámbitos, como los académicos, los científicos y los políticos. “Esto nos ha permitido permanentemente rediseñar Vilardevoz, así como contar con más gente para cumplir con los objetivos que año a año nos vamos proponiendo”, comenta.
“Las pasantías han sido un desafío constante a leer, producir, pensar juntos y generar un ‘entrenamiento’ en habilidades sociales varias: presentar el espacio, recibir gente, apropiarse de otra manera de un saber que solo los llamados ‘locos’ tienen y ponerlo en diaĺogo con saberes académicos u otros saberes en general”, cuenta Cecilia. “Vemos con mucho orgullo cómo (los estudiantes) han incorporado y por lo tanto multiplicado una forma de pensar e intervenir en el campo de la salud mental”.
Del manicomio al Parlamento
El barco de Vilardevoz suele salir del Hospital Vilardebó unas tres o cuatro veces al año. A veces más, a veces menos. “Los desembarcos son toda una movida, un paseo con comida etc, y como es un proyecto autogestionado la movida no es tan sencilla”, explica Laura Reina. En 2016 se llevó a cabo solamente un desembarco, el 25 de octubre, en la Facultad de Medicina, a invitación de la asociación de estudiantes. Además de mesas temáticas, hubo presentaciones y un recuento de lo que la radio ha realizado, desde el primer desembarco en Facultad de Psicología (2004) hasta la campaña “Rompiendo el silencio” (2011), por una Ley de Salud Mental justa, inclusiva y humanizadora.
Y si antes desembarcaban en diferentes departamentos discutiendo un anteproyecto de ley que fue truncado, ahora el contexto es otro. El 14 de diciembre del 2015 ingresó al Parlamento uruguayo el Proyecto de Ley de Salud Mental, y el 11 de octubre de 2016 se aprobó la media sanción de la ley en el Senado. También se creó una Comisión Nacional por Salud Mental con más de 50 organizaciones sociales.
“La nueva ley tiene avances importantísimos, porque teníamos una ley de 1936, llamada ‘Ley del Psicópata’, pero todavía hay algunas discrepancias”, afirma Laura. “Con respeto a los abordajes de salud mental, por ejemplo. Es una ley muy cerrada en una lógica médica, y estamos hablando de una situación multidimensional. El abordaje no puede ser estrictamente medicalizador. Es imposible pensar en salud mental si no se tiene dónde vivir, si no hay oportunidades para acceder a trabajo, vivienda, salud, si no hay programas para dar un poco más de equidad.”
Hace años que se lucha por una nueva ley, y la radio está siempre involucrada en marchas y campañas para sensibilizar a la población en general sobre la problemática de la salud mental y la pobreza en Uruguay, promoviendo el debate sobre la necesidad de un cambio de paradigma de la “enfermedad mental” al de la salud mental basada en la dignidad y el respeto.
El 18 de agosto de 2015 Vilardevoz presentó las «Ocho Razones para una nueva Ley en Salud Mental en Uruguay» en el edificio anexo del Palacio Legislativo, en una fonoplatea abierta con una mesa de intercambio con legisladores. “No hay salud mental si no es colectiva, si no se generan procesos de inclusión y debate permanente sobre lo que socialmente consideramos como salud y enfermedad así como sus formas de abordaje y tratamiento”, decía el documento.
El pasado 12 de octubre, las organizaciones sociales que actualmente integran la Comisión Nacional por una Ley de Salud Mental en Clave de Derechos Humanos marcharon juntas desde la Facultad de Psicología hasta la Plaza Libertad. Esta fue la V Marcha por Salud Mental, Desmanicomialización y Vida Digna en Uruguay. Los participantes de Vilardevoz, por supuesto, estaban en la gran movida, con carteles y cánticos de lucha contra la lógica manicomial que segrega y encierra aquello que es diferente.
Tres preguntas para Cecilia Baroni
1. Como coordinadora del día de fonoplatea, ¿puedes ver los avances de los participantes de varias maneras, del desarrollo de la creatividad al sentido de responsabilidad? ¿Qué es lo que más se ve? ¿Los participantes siempre tuvieron esas ganas de hablar?
En general una de las cosas que se ve más es el desarrollo de las habilidades comunicacionales y todo lo que implica hacer el ejercicio de hablar y ser escuchado, escuchar y emitir un mensaje para un otro (real o virtual) que nos vaya dando la posibilidad de salir del encierro institucional, pero también el que nos podemos generar nosotros mismos.
Andrés Jiménez, uno de los fundadores de la radio, lo primero que notó al comenzar al ir al hospital eran esas ganas de hablar, la definió como «máquinas de hablar», donde lo hablado a veces no iba a ningún lado. Había una intención comunicativa pero las formas de abordar los distintos padecimientos hacían que esas palabras fueran desestimadas y por lo tanto no se diera un proceso de comunicación completo. O sea, se puede hablar pero no dialogar, y ahí comenzamos a pensar la importancia del diálogo, del ser reconocido, de pensar en el otro además de lo que me pasa a mí.
2. En tu opinión, ¿cuáles son los principales indicadores de que el trabajo ha valido la pena?
La misma participación y sus diversas modalidades es un indicador de que hacer esta radio con ellos ha valido la pena. En Vilardevoz no hay requisitos para participar, y en mi caso, voy todos los sábados y me sigue asombrando la cantidad de gente que somos cuando nos juntamos, así como las ganas de organizarnos para hacer que nuestras voces se escuchen. En Vilardevoz se trabaja lo que cada uno tiene y trae (…).
Luego tenemos otros indicadores que son muy importantes, como por ejemplo los niveles de pertenencia y de referencias que han hecho disminuir las internaciones o los ciclos de las crisis. Por último, en Vilardevoz no se patologiza ni se infantiliza a las personas.
El que habla ante un micrófono genera un proceso de responsabilidad ante uno, los otros y un colectivo y las formas de enunciar y denunciar lo que nos duele, dado que estamos en el entrecruce de una problemática compleja como lo es el de la locura y la pobreza, lleva a buscar diferentes formas de decir lo que pensamos.
3. Comparando los primeros años, ¿sienten la diferencia en la manera en la que las personas reciben a los participantes de la radio en las comunidades? ¿Hay menos prejuicio hoy en día?
Se siente la diferencia sí, aunque aún queda mucho por cambiar, pero el impacto amoroso que genera Vilardevoz en cada encuentro siempre nos deja pensando en por qué discriminamos, por qué no nos hablamos más, no nos abrazamos más, ¿no? Por más respuestas a nivel teórico que podamos tener, en Vilardevoz lo llevamos a la práctica y eso genera cambios.
Una compañera de Vilardevoz está haciendo su maestría y se propuso investigar los cambios que Vilardevoz ha generado en el imaginario social y se ha encontrado con la grata sorpresa de haber introducido la idea de «loco lindo», lo cual es todo un logro. Si bien sabemos que aun persisten otros imaginarios, es muy alentador saber que hemos logrado incidir en eso, ya que es posible transformar algo, y dicen que las ideas es lo más difícil de transformar, así que vamos lento pero seguro.
(**Texto publicado el 8 de noviembre de 2016)