Experiencias
Por IberCultura
Em19, Nov 2016 | EmUruguay | PorIberCultura
Esquinas de la Cultura: reconociendo y apoyando las expresiones de cada barrio
En Montevideo existe un programa que hace una década se dedica a apoyar el desarrollo de la cultura comunitaria, creando y potenciando espacios públicos –como lugares de creatividad, información, diálogo e intercambio– para promover la participación y el protagonismo de los ciudadanos en la vida cultural. Este programa se llama Esquinas de la Cultura y es desarrollado desde 2005 por la Intendencia de Montevideo en los ocho municipios del departamento.
Para cumplir con sus propósitos, Esquinas de la Cultura interviene en más de 100 espacios públicos de referencia cultural en todo departamento. Como cada municipio tiene sus peculiaridades –las poblaciones de la costa tienen un cotidiano muy distinto de las que están en las periferias–, los objetivos del programa, aunque sean los mismos, son adaptados a la realidad de cada lugar.
Un municipio puede contar, por ejemplo, con talleres gratuitos de teatro, hip hop, tango y percusión. Otro, además de estos, puede ofrecer a la comunidad clases de danza, guitarra, capoeira, circo, murga, escultura, xilografía, maquillaje, canto, salsa, artes plásticas… En 2015, 3 mil personas accedieron a 173 talleres gratuitos de varias disciplinas en los barrios montevideanos. El programa también apoyó 560 actividades culturales desarrolladas por vecinos y vecinas el año pasado.
Los antecedentes
Esquinas es una parte fundamental de la política de desarrollo de cultura a nivel territorial del departamento de Montevideo. Un largo proceso de descentralización, que empezó en los años 90 partiendo de la constatación de que en Montevideo estaba todo muy concentrado en los barrios sureños y de la costa.
“La red de salas, los teatros, las salas de música, los cines, los museos, todo relacionado más ortodoxamente a lo que se entiende por cultura estaba muy centralizado, muy focalizado en un pedacito del departamento. Entonces el primer planteo fue el de mirar un poco más allá de esta centralidad, llevar lo que había acá hacia allá”, cuenta Alba Antúnez, coordinadora del programa.
En aquel primer momento, el instrumento para llevar lo que estaba en el centro hacia fuera fue una carpa de espectáculos que salía a los barrios más alejados y ahí se instalaba por 10 o 15 días. Se llevaba dentro de la carpa un buen escenario, un buen audio, y allí se circulaban espectáculos de danza, música, teatro, títeres, plástica etc, en los cuales los vecinos participaban de forma gratuita.
“Una primera cosa buena fue la interacción con los vecinos, y que ellos opinaran sobre eso. El segundo paso grande fue la posibilidad de que llegaran talleristas a los barrios. que permitieran a los vecinos expresarse en torno a disciplinas artísticas”, añade Alba, refiriéndose a los talleres de teatro y las murgas, entre otras actividades que pasaron a llegar a los barrios cerca el año 2000.
El Programa Esquinas de la Cultura surgió cuando se vio que era necesario no solo llevar lo que había en el centro hacia los barrios, sino reconocer lo que había en los lugares, las muchas expresiones artísticas y culturales propias de Montevideo que necesitaban ser atendidas. “La fortaleza que este programa tiene es que por primera vez se pone un pie en el barrio, en el territorio, planteando el reconocimiento de lo que existe”, afirma Alba Antúnez.
Los objetivos
Pasados 10 años, el programa sigue trabajando sobre tres objetivos centrales: 1) el reconocimiento y la potenciación de lo que ya existe en cada lugar, tratando de que esto crezca, de que se conozca; 2) el mantenimiento de la línea de intervención con talleristas en diferentes lugares, tratando de nuclear la gente en torno a disciplinas artístico-culturales que les permitan expresarse; y 3) la transversalización de la ciudad, que la gente que vive en un barrio vaya a la otra punta de la ciudad y lleve su producto.
El segundo objetivo, de hacer que la gente se exprese a través de diferentes disciplinas, permite a las personas descubrir potencialidades de sí mismo, que no conocían, que le gusta cantar, que le gusta bailar, etc. Es también una manera de posibilitar el encuentro de vecinos y vecinas en torno a la creación, cualquiera que sea, una interrelación con base en el artístico cultural, algo diferente de las pautas con las que se relacionan cotidianamente en su comunidad.
“En esta intervención privilegiamos los procesos de creación al producto final”, dice la coordinadora. “Pensamos que debe haber un producto porque eso tiene que ver con el crecimiento del grupo en que se está trabajando, con la posibilidad de que se concrete en algo lo que trabajaron en el año, y eso pueda ser mostrado a la comunidad, que eso tenga un ida y vuelta con su comunidad. Nos importa que exista un producto al final del proceso, pero no es el producto el objetivo esencial, sino el proceso creativo. El producto tiene que ser siempre resultado de ese proceso creativo.”
No es válido para ellos que un tallerista de teatro diga “bueno, tendremos al fin del año Romeo y Julieta y vamos a hacer un casting entre los vecinos”, que diga que tal vecino sirve para el personaje tal, tal para ninguno, y por lo tanto cierra y abre la puerta o prende la luz. “Eso no sirve para nosotros, todo mundo tiene que tener un lugar en el grupo”, resalta Alba. “Y por supuesto puede haber un lineamiento general, una idea primaria, pero lo que se haga va a tener que ser creado por el grupo. Si es un texto, va a ser recreado, va a ser hecho por la gente, va a tener la impronta local. En el mejor de los casos, será un guión creado por los vecinos.”
Identidad y realidad
En los productos que se presentan a las comunidades, el público es siempre parte del espectáculo. Y muchas veces es parte activa de lo que se presenta, porque ahí están sus propias historias, su propia identidad, porque se pone sobre la mesa los temas que realmente interesan a la comunidad.
En los barrios donde el problema más sentido por la gente es la inseguridad, por ejemplo, un debate sobre el tema tal vez sea difícil de encarar. Sin embargo, si hay un espectáculo en que la murga de niños del barrio plantea el tema a través de una anécdota, es totalmente diferente. Las discusiones surgen a partir de la visión de los niños (o de los jóvenes, o de los mayores, lo que sea) sobre aquel problem,a y de ahí pueden venir los cambios.
“No obviamos la realidad de la gente. La realidad surge, sale en el guión del grupo de teatro, sale en plástica, en todos lados. Y a partir de ahí, los temas se problematizan y tienen algún nivel de intercambio más o menos profundo”, comenta Alba.
La transversalización
La idea es generar eventos con cualquier excusa. Un cumpleaños en el Cerro puede ser una buena razón para hacer el intercambio, para que la gente vea, escuche y viva lo que acercan las personas de otros barrios, para que se conozcan, vean cómo viven, cómo están. “Eso hacemos en todo Montevideo, y eso permite la transversalización de los ciudadanos, que los ciudadanos circulen, que se apropien de la ciudad, que la sientan suya”, afirma la coordinadora.
Si los vecinos de la periferia conocen poco el sur de la ciudad y no sienten como propias las salas de la centralidad, el programa intenta cambiar eso, viabilizando la llegada al Teatro Solís, por ejemplo, para que ellos se den cuenta que aquella importante sala les pertenece así como a cualquier ciudadano.
También lo hacen en la dirección contraria, para que los que viven en el sur vayan a la periferia, conozcan, vean que allí hay gente que crea, que vive igual a ellos. Y para que vean que en la periferia se mantienen valores comunitarios que se perdieron en los barrios más densamente poblados, como salir a la puerta a tomar mate o a ver como juegan los chicos el fútbol en la plaza.
“Lo que logramos con eso es fortalecer las redes culturales”, resume Alba. “Es generar puentes entre los ciudadanos, favorecer que se estrechen las brechas que se han generado y en muchos momentos están agrandadas entre sus culturas urbanas. Pensamos que todo esto aporta al fortalecimiento del tejido social, a cerrar un poco estas brechas, a hacer que la gente se sienta parte de algo y no parte del resto.”
Los subprogramas
Además de contar con un gestor cultural en cada municipio (los gestores trabajan vinculados a los alcaldes), Esquinas mantiene dos subprogramas. Uno de ellos, “Inclusión Social por el Arte”, está dedicado a las poblaciones más vulnerables, como las de asentamientos y realojos, buscando romper el aislamiento y alcanzar formas de comunicación que aporten a la integración. La otra sub área es la “Escuela Esquinera”, una escuela no formal de arte cuyo objetivo principal es la formación artístico-cultural de los vecinos y vecinas.
Creada en 2006, la Escuela Esquinera busca identificar, promover, integrar y apoyar las manifestaciones culturales que se generan en los barrios montevideanos. La idea es estimular la participación en el hecho creativo, promoviendo el desarrollo armónico de las personas y la comunidad, y privilegiando los procesos de aprendizaje sobre los resultados artísticos. En 2015 más de 120 personas participaron de los talleres de la escuela.
Para participar de los talleres de la Escuela Esquinera no es necesario requisito previo, ni estudios anteriores. Basta interesarse por uno de los cursos ofrecidos gratuitamente. Alba cuenta que en principio el proyecto estaba pensado casi exclusivamente para la gente del barrio que tenía poco acceso y no podía pagar un curso como este. Después, con la llegada de docentes que eran referentes en sus disciplinas, mucha gente se interesó por los talleres – incluso la gente de otros barrios, y no necesariamente sin condiciones de pagar.
“Terminamos por aceptar que fuera más misturado”, comenta la coordinadora. “Ponemos mucho énfasis en que venga la gente de los barrios, pero no invalidamos el ingreso de los otros, porque en definitiva al interno de la escuela lo que estamos logrando es lo mismo que queremos con la ciudad: que esté la población misturada, que ahí adentro ya se dé la interrelación que buscamos. Además, planteamos cuando alguien se inscribe al comienzo de año que la condición es que al segundo semestre haga tareas de extensión en la comunidad. Que esa gente apoye a otra gente, que reciba lo que la otra gente tiene para darle, y en eso hacemos imbricar la ciudad con todos y aportar convivencia ciudadana.”
(*Texto publicado el 19 de noviembre de 2016)
Sepa más:
https://esquinas.montevideo.gub.uy/institucional
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