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Por IberCultura

Em14, Feb 2022 | Em | PorIberCultura

El Cántaro BioEscuela Popular: transformación social a través del arte, la cultura y el aprendizaje colectivo

(Fotos e videos: El Cántaro BioEscuela Popular)

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Hace unos años, en una visita fugaz al Centro Cultural Alternativo (CECUAL) en Resistencia (Chaco, Argentina), Joe Giménez y Gustavo Díaz descubrieron un mundo. Al conocer de espacios culturales barriales, bibliotecas populares y comunitarias, cine y teatro comunitarios, circos y escuelas populares, grafiteros, intervenciones urbanas, músicos y artistas con énfasis social, dialogando allí en sus territorios, los directores de El Cántaro BioEscuela Popular descubrieron que lo que hacían en Paraguay tenía un nombre y un movimiento latinoamericano: Cultura Viva Comunitaria. 

“Habíamos descubierto una red mágica de compañeros y compañeras que por medio del arte y la cultura rescataban la memoria colectiva, donde nuestros abuelos y abuelas que vivieron la colonización volvían a decirnos ‘acá estamos y debemos aprender a vivir haciendo’, resurgiendo nuestro origen, respetando a nuestra Madre Tierra, nuestra Abya Yala. Habíamos descubierto que éramos parte de una Red de Cultura Viva Comunitaria, que se articula como rizomas en la profundidad de nuestros territorios, para airear el suelo y las mentes y nutrir los corazones con música, magia y poesía”, recuerda la fundadora de El Cántaro.

Creada en 2007 en Areguá (Paraguay), El Cántaro BioEscuela Popular es una comunidad de aprendizaje que apunta a la transformación social a través del arte, la educación crítica y la cultura, ofreciendo talleres creativos populares y actividades socioculturales de acceso libre a cientos de niños y niñas, jóvenes y personas adultas. Actualmente son ofrecidos cerca de 70 talleres gratuitos por año, un trabajo que involucra aproximadamente a 600 familias.

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De vuelta al programa

La organización cumple 15 años de trabajo comunitario ininterrumpido en 2022, año en el que celebra también el primer año de implementación del programa Puntos de Cultura en Paraguay y el retorno del país a las actividades de IberCultura Viva. Paraguay fue uno de los primeros países que se adhirieron a IberCultura Viva y estuvo presente en el Consejo Intergubernamental hasta 2016. Desde diciembre de 2021 está de vuelta al programa, inicialmente como país invitado por el período de un año. 

El Cántaro tuvo una participación importante en este proceso de retomar el vínculo del gobierno paraguayo con el programa IberCultura Viva. Los últimos cinco años, desde que empezaron a “nutrirse” de la red latinoamericana de Cultura Viva Comunitaria,  Joe Giménez y Gustavo Díaz han participado de encuentros con ministros de la Secretaría Nacional de Cultura, presentado la experiencia de la bioescuela, propuesto jornadas con referentes de espacios y centros culturales e intentado articular una red paraguaya de organizaciones culturales comunitarias.

Joe Giménez cuenta que en 2016, al volver a Paraguay de aquel viaje a Argentina, ella y su compañero Gustavo (con quien comparte la dirección de El Cántaro) buscaron generar espacios para juntarse, para debatir el rol de la cultura viva comunitaria e incidir en políticas públicas que contemplen la cultura viva. “Tuvimos intentos de iniciar la articulación de nuestra red local, pero el suelo no estaba fértil aún para que prendiera. Sin embargo, las semillas tienen memoria y paciencia para brotar en el momento oportuno”, añade. 

 

 

En mayo de 2019, de vuelta a Argentina, ellos participaron del IV Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, donde presentaron el documental “Voces de Barro” en el Espacio Cultural Julio Le Parc, en Mendoza. Realizado por Tania Paz (Chile) en 2017, por ocasión de los 10 años de El Cántaro BioEscuela Popular, este documental relata la historia de la escuela por las voces de los propios protagonistas: estudiantes, directores, madres y padres de la comunidad y aliados. 

“Al volver del encuentro que iniciamos en Mendoza, habíamos fortalecido más aún nuestra pertenencia al trabajo que ya veníamos haciendo desde el Cántaro y nos dimos cuenta que para ser más fuertes debíamos unirnos a más compañeros y compañeras de Paraguay”, comenta Joe. 

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Intercambio de saberes

Basados en la experiencia del congreso en Argentina, ellos decidieron realizar una serie de círculos de la palabra a la que denominaron “Intercambio de Saberes para la Gestión Cultural Comunitaria”. La iniciativa, desarrollada en alianza con el Centro Cultural de España Juan de Salazar (Paraguay), fue declarada de interés por IberCultura Viva y contó con el apoyo de múltiples colectivos y espacios culturales de la región. “(El evento) nos volvió a dar impulso y conseguir que más grupos, colectivos y artistas tengamos la mirada hacia lo comunitario y nos demos cuenta de que solamente si nos juntamos venceremos a un sistema que nos quiere separados”, afirma. 

Emiliano Fuentes Firmani, secretario técnico de IberCultura Viva, y Diego Benhabib, coordinador del programa Puntos de Cultura de Argentina y representante de la vicepresidencia de IberCultura Viva, participaron de los intercambios promovidos por El Cántaro y también acompañaron los preparativos de los encuentros. Fue durante una de estas reuniones que comentaron sobre la posibilidad de que Paraguay recibiera la invitación del Consejo Intergubernamental para participar del programa por un año como país invitado.

“Creemos que esta decisión por parte del programa se debe a que veían en nosotros el compromiso y las ganas de lograr cambios verdaderos desde el fortalecimiento de la cultura viva a nivel local”, destaca Joe. “Hoy Paraguay vuelve a formar parte de IberCultura Viva y nuestro compromiso como organizaciones de la sociedad civil es aprovechar al máximo la oportunidad, como también ser contralores de que una vez terminado el año de invitación, nuestro sector se encuentre fortalecido para que desde el Estado paraguayo sigamos formando parte, ya como miembros activos del programa”.

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La retomada de los Puntos de Cultura

En 2020, una de las iniciativas impulsadas por la Secretaría Nacional de Cultura fue la conformación de una mesa técnica de cultura viva comunitaria, desde donde se ha venido trabajando con diferentes agentes, de distintos puntos del país, indicando las necesidades del sector. El Cántaro forma parte de esta mesa instalada para reflexionar y hacerse escuchar desde la sociedad civil al Estado. “Desde nuestra integración a esta mesa hemos debatido y compartido la importancia de que Paraguay adopte políticas públicas que faciliten el trabajo cultural comunitario en los territorios”, cuenta la directora de la bioescuela. 

La retomada del programa Puntos de Cultura fue una de las estrategias presentadas para la reactivación del sector cultural ante la pandemia de Covid-19, a fin de fortalecer y garantizar la sostenibilidad de espacios y centros culturales comunitarios. Joe Giménez recuerda que este programa tiene sus orígenes en 2012, durante el gobierno de Fernando Lugo, pero fue interrumpido y, según ella, “ahora ha renacido mucho más fuerte”. Una primera convocatoria, lanzada por la Secretaría Nacional de Cultura en abril de 2021, tuvo 27 Puntos de Cultura seleccionados. Uno de ellos fue El Cántaro BioEscuela Popular. 

“Nos pareció importante participar (de este primer llamado), ya que desde hace años veníamos soñando con este modelo de política pública para nuestro país. Ya habíamos conocido más acerca del significado de los Puntos de Cultura por medio del libro que nos fue donado por RGC Ediciones, sobre los Puntos de Cultura en Brasil (Puntos de Cultura: Cultura Viva en Movimiento, de Celio Turino). Este libro nos alimentó por mucho tiempo para aprender de un modelo de que en las comunidades ya existe cultura y no es necesario llevar cultura a ningún lugar, sino regar lo que ya está sucediendo en los territorios”, señala Joe. 

Para ella, en Paraguay aún existe una confusión entre la gestión cultural comunitaria y la gestión cultural en general: “Todavía existe esa práctica de llevar cultura a la gente y darle cultura desde un lugar de poder. Llevar conciertos al interior, llevar obras en todo momento, sin darse cuenta en los procesos. Es más fácil juntar gente para un concierto y gastar todo un presupuesto en un festival de una noche, mientras que con ese mismo presupuesto se podría abrir escuelas de arte o de música para que los conciertos sean de la propia comunidad y no traídos de otros lugares. Hay centros culturales, pero ponen a las bellas artes o a la economía naranja como principal meta y no el empoderamiento e involucramiento de sus comunidades”. 

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El involucramiento de la comunidad

En El Cántaro, una de las enseñanzas más importantes que se comparte constantemente es la de involucrarse en la comunidad. La organización comenzó su trayectoria en espacios públicos, luego se instaló en un local alquilado y desde el 2012 viene construyendo su espacio propio con técnicas de bioconstrucción y con el apoyo y acompañamiento de la comunidad. 

Además de una biblioteca popular con más de 3 mil volúmenes, abierta a la comunidad los miércoles, jueves, viernes y sábados, la organización cuenta con el Almacén de Arte, con una selección de arte popular, de pueblos originarios y arte contemporáneo, que ayuda al mantenimiento del espacio. La idea es que la bioescuela sea autosustentable a través de productos y servicios que ofrece a la comunidad y a sus visitas. 

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Entre los más de 150 talleres gratuitos que brindaron en estos casi 15 años de trayectoria se encuentran los de serigrafía, percusión, guitarra (popular y clásica), canto popular, canto y vocalización, lenguaje musical, oratoria, informática, robótica, cerámica, mosaicos, cocina básica, danza creativa, circo social, cine comunitario, horticultura orgánica, talleres ambientales y talleres de liderazgo para jóvenes. El Cántaro cuenta con el apoyo de la Fundacion Itaú que facilita la gratuidad de las actividades.

Además del Ciclo de Talleres Creativos Populares, la organización ha promovido actividades socioculturales de acceso libre, como títeres y teatro, conciertos didácticos, cine ambiental, peña flamenca, talleres de vacaciones de verano e invierno, charlas populares, mingas y ferias. Miembros de la comunidad también han brindado voluntariamente en la bioescuela algunos talleres abiertos, sobre temas variados que van desde cestería con bambú y encuadernación artesanal hasta educación sexual, pintura corporal, fotografía para niñas y niños o mandalas para la gestión de emociones.

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Las actividades durante la pandemia

Debido a la pandemia de Covid-19, las actividades del Cántaro se han reducido en cantidad y los grupos de participantes tienen un cupo limitado para poder realizarlos, teniendo en cuenta el espacio que disponen y los protocolos sanitarios. La bioescuela estuvo cerrada en 2020, el primer año de pandemia, pero algunas acciones de apoyo mutuo reforzaron los vínculos de solidaridad dentro de la comunidad, ya que muchas de las familias quedaron prácticamente sin ingresos.

Una de estas acciones fue la campaña #MascarillasParaTodxs en la cual miembros de la comunidad del Cántaro se juntaron a fabricar mascarillas caseras y lavables para quienes no tenían. Uno de sus mayores logros en los primeros meses de la emergencia sanitaria fue la confección colectiva de 2.200 tapabocas realizados de manera colectiva junto a las madres de estudiantes del Cántaro. Estas mascarillas fueron entregadas en barrios, paradas de colectivos y despensas de manera gratuita.

Otras campañas solidarias desarrolladas fueron la “BiblioHeladera”, una heladera con libros en la vereda del Cántaro, donde cualquier persona podría pasar a dejar y o buscar gratuitamente libros de su interés, y el “Ropero comunitario”, también en la vereda, donde las personas podían pasar a buscar abrigos como también dejar (una idea inspirada en los amigos de La Comunitaria). Asimismo, la organización ofreció apoyo a ollas populares, que fueron el pilar de muchas familias durante la pandemia, y participó de la entrega de kits de alimentos a la comunidad.

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El lanzamiento de Barrofonico, medio de comunicación comunitario y colaborativo que crea el primer Banco de Historias de Areguá, también fue una iniciativa de El Cántaro BioEscuela Popular llevada a cabo durante la pandemia. La intención es ofrecer un espacio y punto de unión para la interlocución de voces, historias, música, entrevistas y paisajes sonoros desde Areguá para la comunidad. En su primera etapa de creación, Barrofonico contó con el apoyo de la Secretaría Nacional de Cultura.

Asimismo, El Cántaro gestionó el lanzamiento de ‘‘Patrimonitos – Los Caminos del Barro’’, que busca sensibilizar a la población más joven sobre los patrimonios culturales, históricos, naturales y vivos de Areguá. El proyecto, enfocado en la vida de los artesanos locales y su legado como patrimonio cultural vivo, es una realización conjunta con la Comisión Vecinal Pobladores del Casco Histórico de Areguá, con financiación del Instituto Paraguayo de Artesanía a través del concurso ‘‘Fondo para la Artesanía Paraguaya” (año 2020). 

La integración y fundación de #RedEsSur como una red regional de Espacios Culturales del Sur, con algunas presentaciones realizadas en conjunto en el 2020, fue otra de las acciones desarrolladas durante la pandemia. Además de integrar la RedEsSur y la Red Latinoamericana de Cultura Viva Comunitaria (participando del Círculo de la Palabra de Educación Popular), El Cántaro forma parte de otra red internacional, la Red de Educadores Populares, y a nivel local está en el Observatorio Educativo Ciudadano, junto a otras organizaciones. 

En esta entrevista por email al programa IberCultura Viva, Joe Giménez cuenta que si bien la idea de integración con otras redes no estuvo en sus ideas, ellos se dieron cuenta “del poder de intercambio de conocimiento que sucede cuando pensamos y trabajamos en redes”. 

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Tres preguntas para Joe Giménez

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1. Eres una educadora popular, licenciada en Mediación Cultural… ¿Siempre tuviste la idea de trabajar desde/con/para la comunidad?

Desde niña pensaba que la cultura era solo mirar desde lejos cómo otros podían bailar en un escenario, tocar un instrumento y ser simplemente una observadora pasiva. Siempre amé el arte, sabía que algo en mi vida tendría relación. Estudié en la Escuela de Bellas Artes hasta el cuarto año, pero sentía que mi lugar no era estar allí compitiendo, pensando en mi obra, en mi técnica, en mi exposición (además, no era buena ni pintando ni dibujando). Cuando tuve la oportunidad de ir a Francia a estudiar por un año, me atreví a cambiar de carrera. Siempre busqué un arte que trabaje con la gente, un arte que mire a la gente y le haga parte transformando sus vidas y no solo buscando observadores.

Cuando terminé la carrera de Mediación Cultural, que fue para mí un cambio radical de todo lo que conocía en mi país, debía escribir una tesis. Fue allí que lo único que hice fue cerrar los ojos e imaginar todo a lo que hubiéramos querido acceder una generación de jóvenes como yo, que crecimos sin saber lo que era una biblioteca, que no teníamos acceso a tocar un instrumento, que nunca pisamos un teatro; que pensábamos que acceder a la cultura era un privilegio y no un derecho, derecho que sería una herramienta transformadora para nosotros.

Soy licenciada en Mediación Cultural, me siento una educadora popular junto a mi compañero, Gustavo Diaz, quien se sumó unos años después al proyecto de la BioEscuela y es quien ayudó a ampliar aún más el horizonte inicial del proyecto, que hoy ya no es un proyecto personal, sino el de toda una comunidad.

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2. ¿De qué manera la pandemia ha afectado la labor de la organización? ¿Tuvieron que cancelar todas las actividades?, ¿pudieron retomar la mayoría o todavía no? 

Durante el 2020, tiempo complicado pese a la pandemia, pudimos -con apoyo de nuestra comunidad- seguir con distanciamiento físico, pero no social. El contexto tanto global como local nos hizo una llamada de acción y respondimos como pudimos con el esfuerzo mancomunado de nuestras familias del Cántaro. 

Uno de los valores que forman parte de nuestra filosofía como BioEscuela Popular es la empatía y el apoyo mutuo. Esto se ha visto reflejado a lo largo de estos años, pero al inicio de la pandemia hemos tenido la suficiente fortaleza para poder colaborar entre las familias de los estudiantes de nuestra BioEscuela. Estas acciones han generado un valor incalculable de la propia comunidad hacia El Cántaro y hemos sido parte de una gran obra de arte comunitaria donde cada quien ayudó en la manera que pudo. 

Durante el año de 2020, por las restricciones sanitarias, las puertas de El Cántaro estuvieron cerradas, pero de igual manera hemos trabajado con acciones como las campañas de apoyo mutuo (#MascarillasParaTodxs, BiblioHeladera, Ropero Comunitario, entre otras), y si bien estas campañas fueron clave, una de las fortalezas también fue que la Biblioteca Comunitaria se fortaleció y los números de préstamos de libros aumentó notoriamente en comparación a años anteriores.

La comunidad del Cántaro son personas que en su mayoría no cuentan con una computadora en sus hogares o en algunas ocasiones  tienen un solo celular. Es por ello que las clases virtuales no fueron una opción para el Cántaro y nos centramos en las campañas de apoyo mutuo y el fortalecimiento de préstamos de la biblioteca.

Actualmente, desde el 2021, la BioEscuela ha vuelto a abrir las puertas y está recibiendo a los estudiantes de música con un protocolo sanitario de distanciamiento. 

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3. En 2021, El Cántaro organizó el seminario “Intercambios de Saberes para la Gestión Cultural Comunitaria”, que contó con la participación de personas de Paraguay, Ecuador, Bolivia, Argentina, México y Colombia. ¿Estos encuentros tuvieron buenos resultados? 

Fue la cuarta vez que hemos realizado esta serie de encuentros desde nuestro descubrimiento, en 2016, del Movimiento de Cultura Viva. Pero sin duda esta ha sido la que mayor impacto y participación ha tenido. 

Hemos podido generar un espacio de intercambio multidireccional de saberes (o círculos de la palabra) para fortalecer el concepto de cultura viva comunitaria (CVC) en las prácticas locales de gestión cultural, compartiendo la experiencia del Movimiento Latinoamericano de CVC y adentrándonos en prácticas y experiencias de referentes y organizaciones. Juntos y juntas pudimos generar un grupo de trabajo y construir una identidad colectiva de organizaciones, colectivos y/o agentes culturales que tengan la intención de trabajar la cultura a nivel comunitario en nuestro país. Como también grupos y personas que realizan un trabajo de cultura viva, pero que no son conscientes que el trabajo que realizan en sus territorios es parte de una forma de trabajo cultural con enfoque comunitario. 

Esta serie de encuentros donde hemos podido escuchar experiencias tanto locales como internacionales ha sido algo muy valioso y significativo para los que participamos. Escuchar la experiencia de los compas del Teatro Trono, de la Comunitaria de Argentina, del Cecual y otras iniciativas ha sido una manera de compartir otras formas de trabajo cultural comunitario que muestra una fuerte identidad territorial, donde todos somos portadores de cultura y nadie puede traernos o venir a darnos cultura, sino simplemente compartir.

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(*) Texto publicado el 14 de febrero de 2022

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Conoce más sobre El Cántaro

https://www.elcantarobioescuelapopular.com

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Revisa el documental «Voces del Barro», dirigido por Tania Paz:

https://youtu.be/tbbLsuxcSKE

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