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Caravana por la Vida – De Copacabana a Copacabana, la aventura que hizo historia
Una nueva historia se escribió el día en que un pequeño bus de matrícula 2717BPE salió del Lago Titicaca, en Bolivia, rumbo a la Playa de Copacabana, en Río de Janeiro, a finales de mayo de 2012. Dentro de él iban unas 25 personas, la mayoría integrantes del Teatro Trono – Compa, creado en 1989 en la ciudad de El Alto. Junto a ellos iba el teatro camión de la compañía, desde donde el grupo presentaría la obra Hasta la última gota en algunas ciudades del camino. Además de proponer debates y reflexiones sobre los cambios climáticos, la idea era recoger a lo largo del recorrido las demandas de niños, niñas y jóvenes con vistas a responder a una cuestión: ¿Qué mundo queremos tener en 20 años?
La pregunta se hizo con motivo de Río+20, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil, del 20 al 22 de junio, veinte años después de la histórica Cumbre de la Tierra en Río, en 1992. El evento era el destino final de la “Caravana por la Vida – De Copacabana a Copacabana”, y aunque la aventura no fuera tan extraordinaria a los ojos de los actores bolivianos, ya acostumbrados a caravanas como aquella, a los brasileños les pareció algo heroico, mítico, espectacular.
“La Caravana por la Vida fue una jornada épica, que vino del altiplano boliviano para Río+20 afirmando que cultura + naturaleza = cultura viva”, recuerda Alexandre Santini, director de la Ciudadanía y de la Diversidad Cultural del Ministerio de Cultura de Brasil. “Fue muy fuerte su llegada a la Cumbre de los Pueblos en Río +20. Nosotros los recibimos como héroes. Mucha gente lloró y se conmovió con ellos”, añade Marcelo das Histórias, gestor del Punto de Cultura Nina, de Campinas (São Paulo, Brasil).
Por qué una caravana por la vida
Iván Nogales, el sociólogo boliviano fundador del Teatro Trono y la Comunidad de Productores en Artes (Compa), cuenta que desde la creación de la Plataforma Puente (en 2010) se buscaban maneras de visibilizar la Cultura Viva Comunitaria, un accionar que les permitiera impactar el continente en la relación con los gobiernos y la sociedad. Se hizo incluso una campaña por los Puntos de Cultura y muchos propusieron hacer un pequeño festival, una obra de teatro, etc. El Teatro Trono, como tenía un teatro camión, propuso una caravana. En realidad, la habían pensado de otra manera, más amplia, del Océano Pacífico al Océano Atlántico, pero no tuvieron dinero para eso.
Un día un amigo alemán a quien le encantaba la idea le dijo a Nogales que podría conseguir “algo de fondo”. “Al final, consiguió muy poquito, pero fue bueno”, afirma el director boliviano. “Entonces yo aproveché y dije ‘Compañeros de Brasil, hay esta posibilidad, podemos hacer una caravana de Copacabana a Copacabana. Vamos con el teatro camión, con una obra de teatro mayúscula, grande, pero que trate de denunciar la venta del planeta con la economía verde en Río + 20.”
Y así empezó la jornada que acabó transformándose en una especie de patrimonio del movimiento de Cultura Viva Comunitaria. El teatro camión salió de Copacabana, Bolivia, el día 26 de mayo y llegó a Copacabana, Brasil, el 18 de junio. Antes de llegar a Río de Janeiro, pasó por La Paz, El Alto, Huanuni, Oruro, Cochabamba, Villa Tunari, Santa Cruz, Puerto Suárez, Corumbá, Campo Grande, São Carlos, São Paulo y Taubaté. Como no había mucha plata fueron los Puntos de Cultura quienes les acogieron para dormir y comer y beber, en una especie de “financiación complementaria”.
De punto a punto, aplausos y brazos abiertos
El viaje fue narrado por internet. En el blog caravanario.wordpress.com contaban lo que pasaba en el trayecto, las alegrías y los contratiempos. En Villa Tunari, por ejemplo, llegaron el día del aniversario del lugar y estaba todo lleno, no había cómo entrar a la plaza central donde actuarían. Por la noche, cuando finalmente lograron subir al escenario, comenzó a tocar un grupo y tuvieron que gritar muy fuerte para que la audiencia los escuchara. “Hicimos lo que pudimos. La obra continuó y por suerte nuestro público también siguió con nosotros.”
El recorrido brasileño, a su vez, comenzó “lleno de cariño” en Corumbá, con “cuerpos intercambiando arte” en el Punto de Cultura Molino Cultural. Después vino Campo Grande, donde fueron “cálidamente bienvenidos por Dudu y Andrea” y tuvieron un “reencuentro cálido” en el mercado central con Célio Turino. “Pasamos el resto de la tarde con la gente, muy abierta y amigable que asistía al taller de Celio… Nos dieron la bienvenida con un caluroso aplauso y los brazos abiertos.”
La calurosa recepción se repitió en las ciudades siguientes, Presidente Prudente, São Carlos, São Paulo, Taubaté… hasta el punto final, Río de Janeiro. Marcelo das Histórias, que acompañaba la saga de los bolivianos por las redes, fue uno de los que se conmovieron con la llegada del grupo a la Cumbre de los Pueblos en la Río+20. “La expectativa era grande y ellos llegaron en el exacto momento en que comenzaría la plenaria de la Cumbre de los Pueblos. Fue muy emocionante ver a los chicos, tan desgastados, empezando a montar los banners, con aquel discurso poético, diciendo que cultura + naturaleza = cultura viva”, recuerda el contador de historias.
Los mensajes de esperanza por el camino
La pintura y la exposición de los banners estaban entre las actividades lúdicas previstas para la caravana, así como las presentaciones de teatro, debates y muestra de cortometrajes que marcaron su trayecto hasta Río de Janeiro. Hasta la última gota, la obra central presentada durante el viaje, tenía como hilo conductor el agua, como elemento vital, relacionado con diferentes temáticas (minería, pesticidas, cambio climático, etc)
Con la caravana, el grupo de actores lograba atravesar fronteras llevando no sólo propuestas y demandas de niños y jóvenes, sino mensajes de esperanza por un futuro que nos compete a todos. Río+20, en fin, era una oportunidad para mirar hacia el mundo que queremos tener y debatir cuestiones urgentes, como la reducción de la pobreza, el fomento de la equidad social y la protección del medio ambiente en un planeta cada vez más poblado.
“Sería más natural, por el poder adquisitivo, ver una caravana brasileña haciendo eso. Sin embargo, la iniciativa vino de Bolivia, uno de los países más pobres (económicamente) de Latinoamérica”, comenta Marcelo das Histórias. “Eso fue un factor crucial para la decisión de hacer en Bolivia el primer Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria. Aquella noche fuimos a Lapa (barrio en el centro de Río) a celebrar la llegada de la caravana y el tema venía a todo momento, su bravura, su esfuerzo. Allí tuvimos la idea de hacer el camino de vuelta: si los bolivianos movilizaron una caravana para venir a Brasil, todos los países iban a movilizarse en caravanas para hacer el primer congreso en Bolivia. Allí organizamos la Caravana por La Paz”.
La caravana como expresión de la vida
Iván Nogales sonríe cuando se acuerda de la reacción de los brasileños al ver el grupo llegando a la conferencia global del medio ambiente, con sus dibujos y mensajes en defensa de un futuro que puede ocurrir ya (act now, “actúa ahora” era la frase que formaban los banners una vez montados). “Fue sorprendente porque para nosotros (una caravana) es un poco cotidiano, lo hacemos con frecuencia. Sin embargo, a los brasileños les pareció una acción muy heroica”, confirma Nogales.
“Eso marcó un hito, un acontecimiento que creo que ahora se convirtió en una especie de mito porque logró lo que no esperábamos, que una acción visibilizase e impactase, enamorase a la sociedad, a los gobiernos, a todas las instancias (…) De ahí en adelante la gente empieza a tener mayor respeto porque la Cultura Viva Comunitaria es capaz de este tipo de acontecimientos, que van a quebrar la cotidianidad, van a marcar otro rumbo, otra forma de relacionamiento a través de impactos que rompen lo ordinario de nuestra vida, la forma de incidir en el espacio público”.
Según Nogales, una caravana atravesando fronteras, acercándonos unos a los otros, “en esa búsqueda del encuentro hacia el otro”, genera en todo sentido una movilidad, un flujo, un potenciamiento de lo intercultural, intergeneracional. Muestra que los sueños no son remotos, “sino están presentes y están acá”, porque la Cultura Viva Comunitaria es lo barrial, y desde lo pequeño es posible pensar acontecimientos de impacto continental.
“La Caravana por la Vida es como una huella de la Cultura Viva Comunitaria que explicita en el fondo la cultura como flujos migratorios continuos y permanentes de acercamiento de los pueblos”, cree Nogales. “El arte a través de la caravana, lo único que hace es explicitar eso que los pueblos permanentemente son: caravanas. Las culturas son caravanas siempre. Por eso, las caravanas culturales nuestras en el fondo lo único que hacen es abrir que la caravana de la vida está permanentemente en todo el planeta.”
La descolonización del cuerpo y el sueño de otra vida
Iván Nogales Bazán trabaja con arte comunitario y educación desde 1980. Bajo su dirección nace en 1989 el Teatro Trono – Compa y con ello toda una tecnología que tiene que ver con caravanas. “Fuimos fundadores de la kinder kultur karawane, la caravana cultural de los niños, que circula en Europa desde hace 18 años”, cuenta. En esas caravanas, que duran casi tres meses, entre 6 y 8 grupos circulan cada año en Alemania y gran parte de Europa hacia parte de África y América Latina.
Resultado del trabajo del Teatro Trono – el grupo de teatro independiente que empezó con niños de la calle en un centro de rehabilitación hace 26 años –, la Fundación Comunidad de Productores en Artes (Compa) ha realizado más de 40 giras internacionales. Aunque desarrolle su actividad principalmente en El Alto, ciudad del área metropolitana de La Paz donde ha abierto cuatro centros culturales, la organización tiene sedes en Cochabamba y Santa Cruz. En 2010 ganó también una sucursal en Europa: la Compa Berlín.
La principal metodología de Compa se denomina “descolonización del cuerpo” (“arte que se hace abrazo”). Como explican en el sitio web www.fundacioncompa.com, “es una propuesta que pretende cambiar la lógica del aprendizaje de un proceso meramente intelectual a un proceso vivencial, creativo, emotivo, involucrando todo el potencial corporal”. Colonización, dicen, sería “el dominio, imposición, sometimiento de uno sobre otro/a u otros/as”. O sea, de una forma de pensar sobre otra, de entender y sentir el cuerpo sobre otra. Descolonización, por lo tanto, sería “el proceso de liberación de la estructura colonial interna como individuos y colectivos, base para proyectar utopías”.
Con vistas a experimentar de forma permanente sus metodologías alternativas de arte y educación, el grupo viene construyendo poco a poco su proyecto más ambicioso: el Pueblo de Creadores. El espacio ya existe: un terreno de tres hectáreas adquirido en la comunidad de Santa Gertrudis, en Nor Yungas. En el pueblo vecino, Mururata, de preponderante población afro y cultura aymara muy presente, Compa está generando espacios de diálogo, acercamiento y construcción de comunidad a través del arte, con talleres de teatro, música, radio, vídeo y otras acciones para el rescate de la memoria y el fortalecimiento de los saberes locales.
En esta comunidad donde intentan construir el sueño colectivo de la descolonización, pretenden inspirarse en los saberes de los indígenas para recuperar su legado de convivencia armónica con la naturaleza y mostrar, así como hicieron poéticamente en Río+20, su ecuación más básica: la que enseña que cultura + naturaleza = cultura viva.
* La Caravana por la Vida tuvo el apoyo de instituciones como Terre des Hommes (Alemania), la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, la Fundación Solón y la Universidad de la Cordillera.
(*Texto publicado el 28 de enero de 2016)
Asista los videos sobre la caravana:
https://www.youtube.com/watch?v=jv34hlnGbvM
https://www.youtube.com/watch?v=wGF12nloSes
https://www.youtube.com/watch?v=Bs4zdPGsdzA (trailer)
https://www.youtube.com/watch?v=zOWchkZqkc8L (spot)
Sepa más:
www.facebook.com/CaravanaPorLaVida
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