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Impresiones de viaje (VIII): Três representantes de colectivos uruguayos comentan su experiencia en el Congreso de Quito
Em 01, Feb 2018 | Em Noticias |
El 3º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, realizado en Quito (Ecuador) del 20 al 25 de noviembre de 2017, reunió cerca de 450 participantes provenientes de redes, colectivos y organizaciones culturales de 18 países de América Latina. Cincuenta de estos congresistas fueron seleccionados en la Convocatoria de Movilidad IberCultura Viva 2017. Recibieron pasajes aéreos para asistir a las actividades del congreso y volvieron repletos de historias para contar sobre los seis días de encuentros, espectáculos, ponencias, debates, exposiciones, círculos de la palabra y recorridos culturales que tuvieron la oportunidad de ver/oir/vivir allá.
A continuación, algunas de las impresiones que nos compartieron en sus informes de viaje tres representantes de entidades/colectivos uruguayos ganadores de esta convocatoria: Agustina López, Esteban Barja y Virginia Degrandi.
Virginia Degrandi y el patrimonio inmaterial
“El 3º Congreso de Cultura Viva Comunitaria fue una experiencia sumamente enriquecedora de intercambio y fortalecimiento”, resume la uruguaya Virginia Degrandi. “Fue una oportunidad de conocernos, generar y fortalecer redes. De darnos cuenta que somos muchos haciendo muchos y muy variado, como también una demostración del crecimiento de las manifestaciones de cultura viva comunitaria en Latinoamérica.”
Virginia vive en La Paloma, una ciudad balneario del departamento de Rocha, a 240 km de Montevideo. Como representante de El Faro Colectivo Cultural en el Congreso de Quito, se encargó de contar quiénes son, dónde y cómo trabajan y de intercambiar experiencias para luego transmitir y compartir con los compañeros del colectivo.
“En nuestro caso particular y dado que somos del interior de Uruguay, de un pueblo de 5 mil habitantes, esta experiencia nos enriqueció en todos los aspectos. No desaproveché una sola oportunidad para charlar e intercambiar con compañeros de muchos sitios, inclusive España”, cuenta. “Volvi muy satisfecha con nuestra participación y con mucha info para nuestro trabajo de puesta en valor de la pesca artesanal.”
Una de la principales actividades en las que participó fue el círculo de la palabra “Memoria, identidad y patrimonio”, donde presentó el trabajo de su colectivo en una ponencia. “Llevé la propuesta que venimos trabajando sobre la puesta en valor de la pesca artesanal como parte de nuestro patrimonio inmaterial, y dejé algunas preguntas planteadas para entre todos buscar respuestas a estos emergentes”, comenta.
El intercambio y la articulación, según ella, “fueron permanentes e innumerables”. Con la gente de Casa Colorida (Galicia, España), por ejemplo, están trabajando en la elaboración de un proyecto transatlántico en lo referente a las mujeres trabajadoras de la pesca. También con Caminos de la Lana (España) vino una idea de intercambio con Tejido a mano (red de mujeres tejedoras de Uruguay).
Además, hubo instancias de proyección con El Nodo Cultural (Córdoba, Argentina), contactos con compañeros de Ecuador pertenecientes a comunidades pesqueiras, y articulaciones constantes con los compañeros de Uruguay.
“Estas instancias, donde nos encontramos y podemos intercambiar sobre nuestras experiencias, aportan una serie de certezas sobre nuestro rumbo. El trabajo cultural comunitario es la respuesta a las necesidades de las comunidades de nuestros territorios y eso nos da motivación, alivio y esperanza”, afirma.
“Conocer las dinámicas de las diferentes agrupaciones y colectivos a lo largo de Latinoamérica nos da nuevos parâmetros de trabajo, la posibilidad de compartir nos lleva a ampliar nuestras redes y así poder generar uma verdadeira democratización de la cultura y seguir llevándola como bandera para la inclusión social.”
Agustina López y las casas culturales
Agustina López es integrante de Entropía Galpón de Circo, en Montevideo. Según ella, el viaje a Quito, como primer experiencia en un Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, ha sido muy positiva tanto a nivel personal como para el colectivo al que representa.
“Es un lugar de encuentro y de intercambio riquísimo entre diversas culturas latinoamericanas. Es una forma de generar vínculos más fuertes entre los países y poder generar redes de sostén que reconozcan y potencien las identidades culturales de cada país, aportando también a la integración en la diversidad”, afirma.
Para Agustina, es importante conocer otras realidades lejanas a las propias y las capacidades de resiliencia, creatividad y desarrollo de otros pueblos y culturas. “Conocer un sinfín de ejemplo, formas de ser, pensar, sentir y actuar que configuran el amplio abanico de identidades culturales que se encuentran en Latinoamérica y la posibilidad de encontrar puntos en común con aquellos que uno creía tan distantes.”
Los días que estuvo en Ecuador, ella participó en el círculo de la palabra “Arte y transformación social”, en talleres de danza acrobática, danza folklorica y canto, y como oyente en las jornadas de apertura y el plenario de cierre. Además, hizo contactos con diversas casas culturales y agrupaciones de otros países que gestionan casas y centros culturales. “En particular hubo un interesante intercambio con distintas organizaciones de casas comunitarias sobre objetivos, formas de autogestión, formas organizacionales y de generación de recursos”, cuenta.
Su bitácora destaca especialmente el Circuito Rucu Ruta – “Red de Casas Culturales a las faldas del Rucu Pichincha”, organizado por Comuna Kitu el miércoles 22 de noviembre. Este circuito, que presentó proyectos de autogestión llamados “Casas Culturales” dónde se cultivan valores comunitarios fuertes a través de la convivencia y las artes o los deportes, tuvo tres paradas: Casa Uvilla, Nervio Popular y Casa Útero (Revisa aquí el informe de viaje de Agustina).
Esteban Barja y la importancia de seguir luchando
Integrante del Movimiento Cultural Takates, Esteban Barja volvió a Las Piedras (Canelones) muy hermanado con la gente del encuentro, sintiéndose identificado con problemáticas de varios países. “Fue muy enriquecedor, me vine con un montón de preguntas”, cuenta, resaltando la “interesante mezcla” que se formó en Quito y la conexión con la espiritualidad que los referentes indígenas compartieron con los participantes (“cosas a las que no estamos acostumbrados en Uruguay”).
Durante el congreso, él participó de dos círculos de la palabra (“Fortalecimiento organizativo CVC” y “Comunicación popular, narrativa colectiva y medios”), estuvo en el recorrido a los centros culturales y también a los actos de apertura y cierre del encuentro. Las actividades realizadas junto a los compañeros uruguayos ayudaron a aproximar la delegación, que volvió fortalecida y con reuniones y proyectos programados para el 2018.
“Creo fundamentalmente que el encuentro nos deja el mensaje de seguir luchando para poder fortalecer y desarrollar las propuestas culturales que venimos realizando y proponiendo en nuestro país. Siento que la experiencia que uno vive en cada uno de estos encuentros nos nutren de manera positiva, para aprender a seguir luchando por un mundo mejor y más justo, a través del desarrollo cultural”, comentó. “Muy lejos de donde estamos y con estrategias distintas hay mucho que nos atraviesa y encontramos puntos en común en la lucha.”
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