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23

Ene
2018

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Impresiones de viaje (V): tres brasileños cuentan sus vivencias en el Congreso de Quito

Em 23, Ene 2018 | Em Noticias |

El 3º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, realizado en Quito (Ecuador) del 20 al 25 de noviembre de 2017, reunió cerca de 450 participantes provenientes de redes, colectivos y organizaciones culturales de 18 países de América Latina. Cincuenta de estos congresistas fueron seleccionados en la Convocatoria de Movilidad IberCultura Viva 2017. Recibieron pasajes aéreos para asistir a las actividades del congreso y volvieron repletos de historias para contar sobre los seis días de encuentros, espectáculos, ponencias, debates, exposiciones, círculos de la palabra y recorridos culturales que tuvieron la oportunidad de ver/oir/vivir allá.

A continuación, algunas de las impresiones que nos compartieron tres representantes de Puntos de Cultura de Brasil ganadores desta convocatoria: Takaiúna Correia, Cacau Arcoverde y Gabriel Horsth.

Takaiúna Correia y el compromiso con el teatro comunitario

Takaiúna Correia es fundadora y presidenta de la Associação Sócio-Cultural Cidade Livre, una de las pocas instituciones que trabajan con teatro comunitario en el estado de Goiás (Brasil). Reconocida como Punto de Cultura desde 2010, la organización fue creada en 2004, en el municipio de Aparecida de Goiânia, por profesores, estudiantes universitarios, funcionarios públicos y personas de la comunidad que decidieron armar un grupo para desarrollar un trabajo socioeducativo y artístico en las escuelas públicas de la periferia de la ciudad.

Asistir al 3º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, según ella, fue un divisor de águas en el trabajo de la institución, “que ahora pertenece a un espacio aún mayor, una comunidad latinoamericana”. “Eso cambia el pensamiento, los sueños y las perspectivas de nuestro grupo, además de reforzar nuestra identidad”, afirma.

Para Takaiúna, que hace 14 años desarrolla este trabajo, la oportunidad de encontrarse otros grupos y compartir vivencias/experiencias representa un salto sobre el pensar comunitario. “Eso consecuentemente afecta nuestro quehacer”, observa. “Aún más comprometidos con el teatro comunitario, volvemos a la comunidad con el compromiso del estudio y del seguimiento de las actividades de otros grupos de teatro comunitario, y la voluntad de realizar un trabajo que se pueda ampliar cada vez más en su calidad técnica y afectiva, que se haga vivo y comunitario.”

Durante el congreso, ella asistió a espectáculos de teatro comunitario (como el del grupo argentino Cooperativa La Comunitaria) y participó en actividades como el círculo de la palabra “Arte y Transformación Social” y los circuitos de las escuelas promovidos por la organización Pintag Amaru. Con ellos inclusive pudo articular un retorno para que el Punto de Cultura Cidade Livre promueva talleres de teatro comunitario con niños y adolescentes de la región. Otras articulaciones fueron realizadas con grupos como Convocados por Lúdica (Argentina), Festival del Sur (Ecuador) y Teatro Trono (Bolivia).

“La participación en el círculo de la palabra hizo renovar las energías y el deseo de aprimorar el trabajo con el teatro comunitario, entendiendo su grandioso espacio. (…) Los circuitos trajeron el encuentro con las comunidades, en el caso la comunidad escolar y del cerro, y el deseo de permanecer y contribuir a ellas. Ahora en suelo brasileño, estamos buscando esa oportunidad”, comenta.

Con las emociones aún muy presentes, Takaiúna dice que “no es posible transponer las infinitas huellas dejadas por el encuentro”, resalta. “Lo que escribo es una traducción de un torbellino de experiencias/transformaciones que causan impactos imposibles de mensurar, principalmente en un corto espacio de tiempo, y que aún están en movimientos tan fuertes.”

 

 

Cacau Arcoverde y la ampliación de las representatividades

Si la Cultura Viva Comunitaria es señalada como una nueva alternativa de vida a ser experimentada y difundida, el sueño de Cacau Arcoverde es ver armada una “red afro-amerindia” de CVC. “Los congresos han sido experiencias muy ricas, pero miramos alrededor y casi no vemos la presencia del pueblo negro y sus diferentes expresiones culturales, sus danzas, sus cantos, su música, su ancestralidad”, afirma.

“No vemos los griôs de Abya Ayala sentados en círculo, compartiendo sus saberes y planificando su perennidad. No vemos nuestros diversos pueblos indígenas y sus diversas culturas vivas comunitarias”, destaca el percusionista, lutier, poeta, productor musical, artista visual y xilógrafo, que desde 2009 es también arte-educador en el Punto de Cultura Orquestra Sertão, en Arcoverde (Pernambuco), en el Nordeste de Brasil.

Además de una productora y un sello musical, Cacau Arcoverde (en el documento de identidad, Claudio José Moreira da Silva) mantiene una radio web, la Catimbau, para la cual hizo una serie de grabaciones durante el Congreso de Quito. “Estoy produciendo un programa que será transmitido en la radio web todos los días, con músicas latinoamericanas y fragmentos de las grabaciones del congreso, e informaciones generales del movimiento de CVC que ocurre en Brasil y América Latina”, cuenta el músico en su informe de viaje.

 

Entre las articulaciones realizadas los días en que estuvo en Ecuador, él destaca dos colectivos con los que ve posibilidades de intercambios artísticos y socioculturales: Nina Shunku, de Quito, y Altepee, de Acayucan (México). Con el primero, la conversación incluye un CD de hip-hop trabajado con instrumentación afrobrasileña. Con el segundo, el tema son las grabaciones de música tradicional mexicana mezcladas a la música tradicional del Nordeste de Brasil.

Para Cacau, estar en el 3º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria fue una experiencia muy provechosa, “en el sentido de hacer parte de la construcción de esta  gran red latinoamericana, contribuyendo al desarrollo de redes y colectivos populares, firmando nuevos acuerdos y encontrando soluciones y maneras de ampliar nuestras representatividades en el contexto CVC”.

Cuando habla en representatividades, él se refiere al pueblo negro, a los pueblos indígenas, y también a las mujeres y la población LGBT. “Normalmente, la presencia femenina es mitad de la población de cada pueblo, sin embargo en este territorio de posibilidades e intercambios culturales no conseguimos que sean mitad en los momentos de habla”, alerta. “Nuestra identidad de género, la comunidad LGBT no está representada y abordada como temática. Grupos que están siendo asesinados sistemáticamente en todo el mundo, y no estamos haciendo nuestro dever de casa. Debemos tomar cuidado para no reciclar modelos organizacionales y de representatividad de los que nos subyugaron históricamente.”

 

Gabriel Horsth y la experiencia del Teatro del Oprimido

“Participar en el 3º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitária fue una experiencia muy importante, principalmente para un representante negro, homosexual y favelado como yo”, afirma el carioca Gabriel dos Anjos Horsth. “Compartir, recibir y involucrarse con demandas específicas (y  otras ni tanto) de cada país sobre las formas y posibilidades de desarrollar una cultura viva y comunitaria fue deslumbrante.”

Gabriel es integrante del equipo del Centro de Teatro del Oprimido, en Río de Janeiro. En Quito, durante tres días, realizó un taller para 23 personas en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, al lado de Micaela Bermúdez, de la Plataforma del Teatro del Oprimido de Quito, buscando ofrecer una experiencia más profunda del método creado por el teatrólogo Augusto Boal (1931-2009). Además de la experimentación práctica de juegos y ejercicios del arsenal del Teatro del Oprimido, ellos presentaron a los participantes algunos de los princípios básicos de la teoría y con ellos crearon una escena de teatro-foro.

Gabriel y Micaela realizaron un taller de Teatro del Oprimido durante el Congreso de Quito

 

Además del curso, estuvo presente en la audiencia del día de apertura del congreso – “uno de los momentos más impresionantes y mágicos del evento, donde conocemos trabajos de diversos grupos culturales comunitarios de América Latina” – y en algunos de los círculos de la palabra que eran parte de la programación. “La estrategia del Centro de Teatro del Oprimido fue enfocar en las discusiones sobre diversidad sexual en escena para la construcción y el avance de las políticas culturales y sociales en una sociedad aún muy conservadora”, comenta.

En uno de los círculos, se propuso el tema “género y diversidad”. El objetivo, según él, era la creación de dos mesas que incluíran el debate sobre acciones concretas para “el avance de una cultura comunitaria menos machista y LGBTfobica”. Las mesas elegidas fueron sobre “feminismo” y “diversidad sexual”. Como la segunda no se realizó por falta de adhesión, este tema fue parar en la mesa sobre “feminismo”, lo que acabó generando discusiones sobre la inclusión de personas LGBT en el congreso, en las articulaciones y los espacios de poder en general.

“Estas discusiones resultaron en enfrentamientos ideológicos, pero al final los resultados del círculo fueron importantes. En lo que tiene que ver con el arte LGBT comunitario, lamentablemente tenemos mucho que avanzar en nuestras acciones y discursos, ya que muchas veces estamos reproduciendo o fortaleciendo el discurso del opresor”, resalta Gabriel, que acabó haciendo articulaciones con grupos y colectivos LGBT en otros eventos realizados aquella semana en Quito.

“La herramienta más poderosa para la construcción de nuevos paradigmas para una arte realmente libre de barreras es la diversidad. Y continuaremos apostando por esta alternativa”, refuerza, contento con la “ganancia inmensurable” proporcionada por la experiencia en Ecuador. “Asistir espectáculos increíbles de grupos comunitarios es de una belleza surreal. El congreso posibilita también el oxigenio cultural y político para continuar luchando y resistiendo, así todo con todos los conflictos y dificultades diarias que existen”.

“Soy un joven negro, gay y favelado. Estar en Quito, viviendo, escuchando, intercambiando y compartiendo esta experiencia, es romper barreras y paradigmas sociales que se imponen diariamente a mi figura. Vuelvo a Río, al Centro de Teatro, al Grupo Pantera (Grupo de Teatro del Oprimido LGBT en que soy “curinga-director”), en la comunidad  Complexo da Maré, con un bagaje que no se puede poner en una balanza.”

 

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