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26

Ago
2024

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GT de Sistematización de IberCultura Viva participa de una de las mesas del 20º Enecult, en Salvador

Em 26, Ago 2024 | Em Noticias |

¿Tienen pertinencia las universidades en los procesos de cultura viva comunitaria? Esta fue la pregunta que sirvió de base para la mesa del Grupo de Trabajo (GT) de Sistematización de Políticas Culturales de Base Comunitaria de IberCultura Viva, que se llevó a cabo el jueves 22 de agosto en el Encuentro Internacional de Investigación sobre Cultura Viva, realizado en Salvador (Bahía, Brasil), en programación conjunta con el 20º Encuentro de Estudios Multidisciplinarios en Cultura (20º Enecult). 

Con mediación de Laura Elena Román García (Universidad Autónoma de la Ciudad de México-UACM), esta mesa contó con presentaciones de Rocío Orozco, investigadora de la Universidad de Guadalajara (UDG), y los argentinos Marcelo Vitarelli (Universidad Nacional de San Luis-UNSL) y Daniel Zas (Escuela Popular de Música-EPM). 

Estos cuatro integrantes del GT de Sistematización viajaron a Brasil con el apoyo de IberCultura Viva, con la propuesta de establecer un diálogo sobre los trabajos de sistematización, difusión y metodologías horizontales de políticas culturales de base comunitaria que ha venido realizando el grupo y su aporte a procesos en territorio de comunidades diversas: infancias, vecinos y vecinas en contextos urbanos, comunidades artísticas.

Elena Román y Luana Vilutis en la apertura de la mesa

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Elena Román abrió el panel explicando que la idea de esta mesa, además de presentar los trabajos que ellos realizan en sus universidades, era contar de manera general cómo nace este grupo en 2021 (IberCultura Viva lanzó una convocatoria para personas de universidades que trabajan con la cultura comunitaria y seleccionó a 59 investigadoras e investigadores de 10 países), y comentar la propuesta que el GT presentó al programa en 2023 para conformar una red de universidades que trabajan para fomentar la cultura viva comunitaria. 

“Esta red todavía no está conformada. De manera concreta, lo que queremos es que se sumen a esta red, (…) que puede afianzar los lazos de cooperación entre las universidades, pero también entre múltiples agentes, diversos, heterogéneos, que trabajan en pro de la cultura viva comunitaria”, destacó la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, donde coordina el Observatorio de Políticas Culturales.

Según ella, la idea es que las personas que trabajan en universidades sean “un puente detonador de procesos, un espacio de mediación, de cooperación, un espacio de diálogo que pueda fortalecer los procesos de base comunitaria”, y que también puedan defender de manera cooperativa y colectiva el territorio que les es común en términos generales. 

“Pensamos que las universidades podemos aprender, formarnos en los procesos de territorio de los agentes de cultura viva comunitaria. Pero también podemos cooperar y colaborar con los procesos de formación de los agentes en territorio, la gestión comunitaria, para fortalecer esta defensa y la construcción de indicadores que nos permitan ir dialogando como un territorio latinoamericano”, agregó Elena Román.

Rocío Orozco, Marcelo Vitarelli y Daniel Zas, quienes participaron de esta mesa presentando sus investigaciones, forman parte del equipo impulsor de esta red de universidades. Así como la ecuatoriana Paola De La Vega, otra integrante del GT de Sistematización que viajó a Salvador para presentar su trabajo en el 20º Enecult, a invitación del Consorcio Universitario Cultura Viva, conformado por las universidades federales de Bahía, Fluminense y Paraná (UFBA-UFF-UFPR).

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Daniel Zas, Ro Orozco y Marcelo Vitarelli

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La red argentina de universidades

En su intervención, Marcelo Vitarelli comentó que el sostenimiento de una red de universidades que trabajan con la cultura viva comunitaria en la región iberoamericana era considerada la meta final de la creación del Grupo de Sistematización, en 2021. “La red está en definición y vamos aportando en esta construcción consensos, nos vamos intentando poner de acuerdo a partir de trabajos en nuestros territorios. En mi caso personal, yo vengo de Argentina, de una universidad pública donde venimos trabajando desde hace más de cinco años de una manera sistemática, problematizando acerca del papel de la cultura viva comunitaria”, afirmó.

Vitarelli recordó un concepto que se comparte en el Río de la Plata (Argentina y Uruguay): la idea del compromiso social universitario, presente en diferentes momentos históricos desde la Reforma de 1918. “Si la Universidad es un actor comprometido, la Universidad participa de esos diálogos interactorales y aprende el lenguaje de los diversos actores. Este es el desafío, por lo menos para mi universidad: la academia hablando en el lenguaje de la comunidad, y la comunidad hablando en la academia, en su propio lenguaje, y allí generando los diálogos comunitarios en torno a problemas sociales comunes”, señaló. Para él, esto implica comprometerse, dialogar, producir conjuntamente.

La Universidad Nacional de San Luis, donde trabaja, tiene 50 años de historia en la vida pública del territorio. Con sede en distintos lugares de la provincia de San Luis, en el centro de Argentina, la UNSL se ha juntado con la Universidad Nacional de Córdoba y la Universidad Nacional del Litoral para trabajar en red en lo que respecta a las dimensiones de la formación, de la investigación y de los enlaces en el campo problemático de las culturas comunitarias del país. En la actualidad, 14 universidades públicas de Argentina conforman el Encuentro de Universidades por la Cultura Comunitaria.

Uno de los propósitos de esta red argentina es contribuir al fortalecimiento de los lazos de cooperación entre universidades, actores sociales y gobiernos locales en pos de construir temarios comunes a partir de un compromiso social, ético y político, apostando a la cultura comunitaria como estrategia orientada al desarrollo humano. Según Vitarelli, la responsabilidad de ponerse al servicio de las comunidades -desde una mirada reflexiva, crítica y propositiva- tiene como base algunos principios como el diálogo de saberes, la construcción conjunta de conocimientos, las miradas descolonizadoras y los anclajes de base territoriales, entre otros.

Sobre el trabajo de diálogo comunitario al interior de la universidad pública, el investigador contó que el programa institucional de la UNSL tiene ocho unidades académicas que van desde las sociales, las de la salud, hasta las ingenierías y el turismo, y que es justamente en esta diversidad que está la riqueza de la mirada comunitaria. “Cuando el turismo habla del turismo rural comunitario, por ejemplo, los ingenieros aportan y se generan cosas maravillosas, porque uno ve que el diálogo es posible”, afirmó.

Marcelo Vitarelli también mencionó conceptos que de alguna manera marcan el debate actual en torno a la idea de territorio no como un espacio geográfico, sino de territorialidades. “Como un concepto antropológico complejo, que implica el sujeto, la representación y el abordaje y el anclaje de la cultura”, subrayó, citando aún el trabajo sobre las diversidades, los géneros y las variabilidades lingüísticas, una problemática que viene atravesando los últimos 10 años a la universidad.

Mencionó, además, la importancia de construir a partir de los consensos, de las miradas comunes en los territorios, de pensar y seguir dialogando en red, porque esto tiene que ver con las miradas de las territorialidades que construyen los sujetos. “En estos diálogos aquí, por ejemplo, a pesar de la dificultad de nosotros comprender el portugués, y de aquellos del habla portuguesa comprendernos a nosotros, cuando nos sentamos a escucharnos, aprendemos. Y vemos que es posible trabajar en red”, expresó. 

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Cultura comunitaria en Jalisco: hacia una propuesta formativa 

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Luego de la presentación de Marcelo Vitarelli, la mexicana Rocío Orozco Sánchez tomó la palabra para contar un poco del trabajo que desarrolla como profesora investigadora de la Universidad Jesuita de Guadalajara y de la Licenciatura en Artes de la Secretaría de Cultura Jalisco. Ella también es gestora cultural comunitaria, cofundadora del Colectivo CulturAula, una organización de base comunitaria de Guadalajara que integra el Banco de Saberes de IberCultura Viva con tres proyectos.

En esta mesa del encuentro, Rocío Orozco presentó una investigación sobre un modelo de formación para agentes culturales comunitarios en el estado de Jalisco, desarrollado a partir de un proceso participativo, con el objetivo de fortalecer a las organizaciones y así contribuir a la incidencia de las políticas culturales. Además, presentó avances en torno a la construcción de nuevas poéticas para construir conocimiento colaborativo entre universidades y organizaciones de base comunitaria. 

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En el artículo “Cultura Viva Comunitaria en Jalisco, retos y oportunidades, hacia una propuesta formativa”, que sirvió de base para su presentación en Salvador, ella explica que esta investigación parte de un enfoque de sistematización de más de una década del análisis y estudio del Movimiento de Cultura Viva Comunitaria, y también de la experiencia del Colectivo CulturAula en México. 

El estudio abarca el espacio temporal correspondiente de la Zona Metropolitana de Guadalajara, Tonalá, El Salto, Tlaquepaque y Zapopan, con el propósito de diseñar una propuesta de formación integral que abarque las necesidades de los diversos actores socioculturales que día a día realizan, diseñan, acompañan o participan en diferentes prácticas y acciones a favor de exaltar la cultura en sus comunidades y/o proyectos.

En su intervención, Rocío comentó cómo se dio el proceso de la investigación e hizo un comparativo con el contexto actual, ya que desde 2019 la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través de la Dirección General de Vinculación Cultural, ejecuta el programa Cultura Comunitaria, con acciones como los Semilleros Creativos, que establecen una nueva forma de pensar y hacer la política cultural. Luego detalló el trabajo que se llevó a cabo en el área metropolitana de Guadalajara, con el propósito de conocer la opinión de las y los agentes culturales comunitarios en torno a sus procesos de formación, capacitación y actualización en el tema de la gestión cultural comunitaria. 

Para identificar perfiles de las y los agentes y obtener los primeros resultados en relación a la categoría de análisis de necesidades de aprendizaje, se generó una encuesta aplicada desde una plataforma virtual y difundida en las redes sociales. También se aplicaron cuatro entrevistas a tres funcionarios del Programa de Cultura Comunitaria en Jalisco y un académico experto en profesionalización en gestión cultural. 

De los resultados obtenidos se mostraron tres grupos de agentes socioculturales, denominados grupos A, B y C. El Grupo A está conformado en su mayoría por funcionarios/as, académicos/as y gestores/as culturales con estudio de posgrado referente a gestión cultural o carrera afín, y con experiencia en gestión pública de cultura, pero sin experiencia en procesos comunitarios.

El Grupo B, a su vez, reúne a talleristas, artistas, promotores/as, líderes barriales, con edades entre 25 y 60 años, con amplia experiencia en el trabajo comunitario y un aprendizaje que recae en la práctica. Algunas trabajan para el gobierno; otras de manera independiente, solventando sus proyectos desde la autogestión.

El Grupo C es el de las organizaciones de base vecinal o barrial, cuya acción cultural incluye diversos ejes como lo social, cultural, perspectiva de género, economía solidaria, educación, entre otros. Estas organizaciones, colectivos, agrupaciones y redes con trayectoria en el trabajo comunitario suelen trabajar de manera colaborativa, por lo que es difícil identificar a un solo actor como organizador o responsable. 

Como detalló Rocío Orozco en su artículo, la investigación mostró que las y los agentes cuentan con estudios de formación en gestión cultural comunitaria a partir de diplomados, cursos y talleres, seguida de algunas ofertas en modalidad virtual. También destacó la importancia otorgada por algunas de las y los participantes con respecto al aprendizaje autodidacta y en vinculación con otros agentes con enfoque en cultura comunitaria. “Descubrimos que asistir a encuentros, conocer experiencias, es una manera de compartir saberes, y que participar en congresos aporta a su proceso formativo y recupera prácticas y procesos”, destacó la investigadora, resaltando que se puso énfasis en este tema porque esta información evidencia la carencia en programas curriculares enfocados a la gestión cultural comunitaria. 

El diseño curricular del modelo de formación para agentes culturales comunitarios en Jalisco surgió a partir del análisis de las características metodológicas descritas por las y los participantes de la investigación. Se aplicaron 73 cuestionarios entre el 7 de abril y el 17 de junio de 2020. El año siguiente, del 16 al 29 de marzo de 2021, se desarrolló el “Ciclo de Formación y Diálogo en Gestión Cultural Comunitaria”, una serie de encuentros virtuales que convocaron a más de 70 personas, con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, de Museos, Exposiciones y Galerías de Jalisco (MEG) y la Secretaría de Cultura de Jalisco.

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Una Escuela Popular de Música en el Espacio Memoria y Derechos Humanos

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El argentino Daniel Zas, a su vez, presentó la experiencia de la Escuela Popular de Música, un espacio surgido a partir de la voluntad de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, en convenio con la Fundación Música Esperanza. El proyecto encuentra anclaje en la recuperación del Espacio Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA) y convive entre muchas actividades que lleva adelante la Casa “Nuestros Hijos, La Vida y La Esperanza” en este predio que funcionó como centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura cívico-militar en Argentina. 

Daniel comenzó su intervención contando un poco de la historia y el contexto del proyecto comunitario que se desarrolla en Villa Hidalgo (José León Suárez, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires), uno de los barrios más pobres de la Zona Norte de Buenos Aires, y que así como muchos territorios de América Latina está lleno de asentamientos que se fueron construyendo por vecinas y vecinos, migrantes de provincias y países limítrofes de Argentina. “Se fue conformando ahí una integración cultural de un montón de personas que provenían de diferentes lugares, y para conseguir trabajo, acceder a una mejor vida, fueron habitando estos terrenos baldíos, construyendo precariamente sus casas, en este barrio que se inscribe sobre un basural, un relleno sanitario”, comentó.

En Villa Hidalgo, hace 40 años se creó el Centro de Comunicación Popular Renaciendo, una iniciativa de militantes barriales, docentes vecinos y catequistas que apostaron en la comunicación popular como herramienta de unión vecinal y desarrollo social. El centro creó la revista “Renaciendo”, y luego en 1988, la FM Reconquista, una de las primeras radios comunitarias de Argentina, gestionada por la Asociación de Mujeres La Colmena. En 1990  se crea allí un jardín materno infantil, el primer jardín comunitario reconocido del municipio General San Martín. Y en el año 2009, un grupo de jóvenes de FM Reconquista pasa a gestionar talleres artísticos y musicales (guitarra, canto, bajo, teclado y percusión) para las chicas y chicos del barrio.

En este contexto es que surge la Escuela Popular de Música, tema del artículo presentado por Daniel Zas en este encuentro. El espacio lleva más de 13 años de funcionamiento, y algunos más de vida desde que las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora deciden convocar a la Fundación Música Esperanza para crear una escuela popular de arte en perspectiva en derechos humanos.

Las Madres de la Plaza de Mayo es una organización creada en 1977 por un grupo de mujeres que se reunían frente a la Casa Rosada (la sede de la presidencia de la República Argentina), en plena dictadura, para exigir información sobre sus hijos e hijas que habían sido secuestrados y de los que no se sabía nada. En el período de la dictadura cívico-militar en el país (1976-1983), más de 30 mil personas fueron detenidas-desaparecidas.

Como detalló Daniel Zas en su presentación, estas desapariciones se dieron en el marco de más de 800 centros clandestinos de detención que llevaba adelante el Estado. “En estos centros funcionaban maternidades clandestinas donde fueron apropiados más de 500 bebés. Unos cientos hemos logrado recuperar a través del trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo, pero hay muchos hermanos que todavía seguimos buscando”, explicó.

Uno de estos centros clandestinos funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde se estima que más de 5 mil personas fueron  detenidas y torturadas durante la dictadura. En 2004, luego de 20 años de recuperación de la democracia en Argentina, el gobierno federal decidió que la Ex-ESMA pasaría a ser el Espacio Memoria y Derechos Humanos, un lugar administrado de forma tripartita por el Estado nacional, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y un ente que nuclea los organismos de Derechos Humanos en los edificios que habían dentro del predio de la Ex-ESMA, para que desarrollen allí actividades y políticas en función de sostener la memoria, la verdad y la justicia.

Las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora gestionan uno de estos edificios del predio, la Casa “Nuestros Hijos, la Vida y la Esperanza”, donde funciona la sede de la organización y de la Escuela Popular de Música. Esta iniciativa fue ideada junto a la Fundación Música Esperanza, del pianista argentino Miguel Ángel Estrella (1940-2022), músico oriundo de la provincia de Santiago del Estero y que fue secuestrado por miembros de la dictadura cívico-militar en Uruguay (1973-1985).

“En la tortura se le lesionaban las manos para que no pudiera seguir tocando el piano, porque parte de su labor era tocar en sindicatos, en organizaciones.comunitarias, en barrios populares. Este trabajo social que Miguel llevaba adelante no era bien visto por la dictadura. Fue detenido, secuestrado, torturado. Logró sobrevivir y cuando vuelve a su vida artística, después de muchos años, decide llevar adelante la creación de la Fundación Música Esperanza y trabajar en diferentes territorios de Argentina en el desarrollo de talleres de música para niños, jóvenes y adultos”, contó.

Una de las principales iniciativas de estas dos organizaciones, en 2011, fue diseñar y ejecutar, en conjunto con la Universidad de La Plata, una Tecnicatura de Música Popular, con titulación universitaria de cuatro años, donde se lleva adelante una construcción muy particular. “Allí la universidad propone un programa de materias relacionadas con la formación musical, propone sus docentes, pero también las organizaciones tienen una participación concreta en el armado y en la propuesta de materias y del equipo docente”, subrayó Zas.

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El propio Daniel, quien creció en el barrio de Villa Hidalgo y trabaja en FM Reconquista desde el año 2006, cursó la carrera junto a un grupo de compañeros en su primera cohorte. “Trabajaba en la construcción del proyecto de la Orquesta Estable de Radio Reconquista cuando se inicia esta carrera y nos convocan a diferentes organizaciones territoriales para que nos vayamos a formar en estos espacios. Como decía la compañera Ro (Orozco), tenemos experiencia, muchos años de trabajo en territorio, y vamos construyendo la forma de hacer, de aprender y de enseñar, pero hay veces que nos cuesta poder ampliar o profundizar el desarrollo de los proyectos por la falta de profesionalización de nuestros trabajadores y trabajadoras”, afirmó. 

Daniel Zas fue una de las personas que egresaron de la carrera en el año 2014 y pasaron a formar parte del equipo docente de la Escuela Popular de Música. Convocado por el área de Derechos Humanos, que coordinan las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, él trabaja en proyectos que se desarrollaron en simultáneo a la tecnicatura, como la Red Arte, Memoria y Territorios, que potencia la pulsión de transformación social y territorial desde el arte, en articulación con organizaciones socio-comunitarias. “Ahí logramos articular el trabajo de las organizaciones comunitarias, de las orquestas populares, los talleres de música en territorio con la tecnicatura, generando un espacio de práctica”, señaló. 

Otro espacio fundamental, tanto para el aporte a la carrera, como para las organizaciones territoriales que forman parte de la red, es el Taller-Escuela de Luthería, dedicado al arte y oficio de la creación y reparación de instrumentos musicales. “También tenemos un espacio de formación en lo que tiene que ver con audiovisual, redes sociales, con el cual sostuvimos los espacios comunitarios desde la virtualidad, y talleres para la tercera edad. Y vamos construyendo diferentes proyectos, tratando de que esta construcción que tiene muchas patas y que apunta a construir comunidad, también pueda profesionalizar y potenciar los proyectos comunitarios en articulación, pensando lo colectivo como estrategia”.

Entre los desafíos que se plantean está el de fortalecer el trabajo en red con las organizaciones y poder generar mayor vinculación, para que el acceso, sobre todo de las vecinas y vecinos de los barrios populares, tenga una llegada concreta y directa a los espacios formativos profesionalizantes y a las universidades. “Tenemos universidades públicas y gratuitas, pero si los sectores populares no acceden, seguimos segmentando”, afirmó el docente.

En el cierre de su presentación, Daniel Zas resaltó la importancia de valorizar pública y socialmente el rol de las trabajadoras y los trabajadores comunitarios y de perpetuar el legado de las Madres de Plaza de Mayo en la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia. “Las madres están en un promedio de edad de 93, 94 años. Tratamos de trabajar codo a codo con ellas para poder entender y aprender sobre toda su lucha, todo lo que han logrado no solo en Argentina sino en el mundo, por la promoción en defensa de los derechos humanos”, destacó.

Y agregó: “Estamos comprometidos con sostener ese legado y seguir trabajando en esa línea para poder articular, concretamente, las experiencias de la cultura comunitaria con la Academia. No solo desde un lugar donde la Academia vaya a formar al territorio, sino donde se compartan experiencias y haya una llegada real de los sectores populares a la universidad, lo que nos parece una deuda pendiente de nuestras democracias y de nuestros gobiernos populares”. 

El Encuentro Internacional de Investigación sobre Cultura Viva es promovido por el Consorcio Universitario Cultura Viva, conformado por las universidades federales de Bahía, Fluminense y Paraná (UFBA-UFF-UFPR), con el apoyo de la Secretaría de Ciudadanía y Diversidad Cultural del Ministerio de Cultura de Brasil (SCDC/MinC), en el marco del proyecto “Cultura Viva 20 anos: Pesquisa e Formação”.

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Aquí los videos de la transmisión de la mesa:

. https://www.youtube.com/live/3vL13e6oWZ8?si=pk3dkBw9LaWepY2P

. https://www.youtube.com/live/NOhSi3emvw0?si=CrPIswJ531HllQ32

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