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Emergencias en debate: las amenazas a las democracias latinoamericanas
Em 14, Dic 2015 | Em Noticias |
El segundo día del Encuentro de Cultura Viva en Emergencias empezaría con un círculo de diálogo en el Espaço NEC, pero las circunstancias brasileñas llevaron la conversación a otro tema y escenario. La mañana del viernes (11/12) se dedicó a la mesa Cultura y Democracia, que reunió en la Fundição Progresso, en el centro de Río de Janeiro, al ministro de Cultura de Brasil, Juca Ferreira, al senador Lindbergh Farias, a los diputados Jandira Feghali, Jean Wyllys, Wadih Damous y Benedita da Silva, a la senadora uruguaya Constanza Moreira, a la consulesa de Francia en Brasil, Alexandra Baldeh Loras, al alcalde de Maricá, Washington Quaquá, y al escritor y historiador portugués Rui Tavares, fundador del Partido Livre.
Rui Tavares abrió su discurso diciendo que no paraba de pensar en una pregunta que le habían hecho un día antes, sobre la ola conservadora que avanza en varios lugares del mundo: en Brasil, América Latina, Europa. “Vengo a Brasil hace 15 años y veo el país cambiar a través de las caras de las personas. Y puedo decir que cambió mucho en esos años”, afirmó. “Pero no estamos aquí sólo como brasileños, portugueses, europeos, latinoamericanos. Somos todos ciudadanos del mundo. Nos falta saber cuál es el horizonte de cambios que debemos tener. Porque sabemos que la política debe ser hecha de otra manera, más participada, más transparente, más democrática. Sin embargo, eso no es suficiente si no tenemos una idea de a dónde ir, si no hubiera un horizonte, un objeto de deseo político, una utopía real.”
Para el historiador, el horizonte político que debe ser conquistado es el de la democracia global, “una democracia en la que participemos como ciudadanos de nuestros países, pero haciendo frente a los grandes desafíos del planeta”. Las alteraciones climáticas, por ejemplo, son un desafío para todo el mundo. La cuestión de los refugiados es también un desafío para los que están del lado de acá y de allá de la frontera. Así, dicha ola conservadora, aunque llegue de manera diferente a cada país, tiene el mismo origen: “Viene del miedo, de la represión, del egoísmo, de la falta de ganas de compartir. Y sólo puede ser vencida en conjunto”.
Por ello Tavares defiende la necesidad de estar juntos por la transformación del planeta. “El siglo 21 debe ser que esa generación de emergentes que está aquí, que ya se comunica en varias lenguas, entre varios países, a través de la tecnología, sepa juntarse para construir un nuevo proyecto progresista para todo el mundo”. Solidaridad, sostenibilidad y respeto al medio ambiente son algunos de los valores que, según él, deben estar en un proyecto transformador para el futuro. “Una cosa que aprendimos con los errores que nosotros, de la izquierda, cometimos en el siglo 20, es que no podemos hacer de la ideología un dogma”.
Derribando muros
El diputado Jean Wyllys, a su vez, recordó una serie de temas que emergieron en los últimos años en Brasil y de cuyo debate no se puede huir. Entre ellos, la equidad de género, los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, la agenda de la comunidad LGBT, la cuestión de los pueblos indígenas, de los afrodescendientes, de la seguridad y, principalmente, de la democracia. “Es urgente que se discuta todo eso, y que se discuta a partir del eje de la cultura”, dijo, explicando que la cultura es el “modo integral de vida”, como enseñan los antropólogos. “Los modos de habitar, de amar, las representaciones de belleza, las soluciones para la movilidad urbana, todo eso tiene que ver con la cultura.”
Recientemente Jean Wyllys e Ivana Bentes, presidenta de IberCultura Viva, participaron de un grupo de 37 líderes latinoamericanos invitados a pensar los escenarios de la democracia en los próximos 15 años. “Nosotros imaginamos cuatro escenarios para 2030 a partir de las experiencias que vivimos hoy en Latinoamérica. Dos de ellos son bastante polarizados. Uno es el de la democracia en agonía, la democracia secuestrada por los cleptócratas y plutócratas que piensan que la fuerza de la plata debe determinar las políticas. El otro, que Ivana y yo defendemos, se llama democracia en movilización y tiene que ver con los movimientos sociales tradicionales, que ya están ahí trabajando desde hace mucho tiempo, y con los nuevos movimientos que emergen en una relación directa con las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información”.
En este último, que sería el mejor de los escenarios, democracia representativa y democracia participativa estarían combinadas en aquello que el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos llama de “democracia en alta intensidad”. “La representación vendría con la participación directa y las soluciones no vendrían exclusivamente o necesariamente del Estado. Las soluciones pueden nacer de la sociedad civil para una serie de cuestiones que nos afectan. (…) La democracia en movilización depende de cada uno de nosotros. Y es preciso que todos luchemos para romper el blindaje del sistema político, empoderar cada vez más a la sociedad civil, democratizar la comunicación. Es fundamental, sobre todo, que derribemos los muros que están dentro de nosotros.”
Efecto dominó
A lo largo de casi tres horas de debate hubo varias intervenciones sobre la necesidad de derribar muros, prejuicios. Con un habla sencilla y emocionante sobre el racismo y la intolerancia, la consulesa Alexandra Baldeh Loras protagonizó uno de los grandes momentos de la mesa refiriéndose al genocidio del pueblo negro. “Mi sueño es que un día el color de la piel sea solamente un detalle, como el color del pelo”, afirmó al final de su discurso, siendo aplaudida de pie por la audiencia.
También recibida con muchos aplausos, la diputada Jandira Feghali llamó la atención para el hecho de que la crisis no es un proceso aislado de Brasil. “Derribar a la presidenta Dilma significa un dominó para Latinoamérica”, alertó. “Lo que se ve hoy es el avance de una ola de odio, de intolerancia, de prejuicio agudo contra las mujeres, os negros, y todos los que se posicionan por la izquierda en defensa de este gobierno. No estamos discutiendo si nos gusta o no la política económica, si nos gusta o no Dilma. Lo que se discute aquí es si vamos a seguir avanzando en la democracia o si vamos a tener un retroceso.”
La diputada Benedita da Silva también se refirió al odio dirigido a los negros, a las mujeres, a los pobres. Y al sueño de que sus bisnietos sean conscientes de que “esta patria es de ellos”. Poco después, el indígena Benki Ashaninka, invitado por el ministro Juca Ferreira a subir al escenario, recordó que desde niño tiene como misión defender su cultura y sus derechos, incluso el de tener un pedazo de tierra “para vivir como todos los seres humanos viven”. “¿Cuántos líderes nuestros mueren a manos de personas que aún miran al indígena como un problema para el país?”, protestó.
Última invitada de la mesa, la uruguaya Constanza Moreira enfatizó que Brasil es la democracia más joven de Latinoamérica y que la crisis política, económica e institucional que pasa el país afecta a todo el continente. “Vengo de un pequeño país que depende mucho de lo que pasa en Brasil. La suerte de todos nosotros está vinculada a la suerte de Bolivia, Argentina, Uruguay, Ecuador, Chile, Venezuela… Pero la tensión que hay por lo que pasa en Brasil es muy grande”, comentó. “En los últimos años Latinoamérica fue pintada de rojo (por los progresismos), de lila (por los feminismos) y de verde (por los ecologismos). Y es esa Latinoamérica roja, lila y verde que está siendo puesta en disputa ahora en el congreso brasileño.”
Círculo de conversación
Por la tarde del viernes, representantes del Consejo Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, del Comité Intergubernamental de IberCultura Viva y de Puntos de Cultura de Brasil volvieron a reunirse en el Espaço NEC, para un círculo más de conversación. La investigadora Deborah Rebello Lima, de la Fundación Casa de Rui Barbosa, y el director de la Ciudadanía y de la Diversidad Cultural de Ministerio de Cultura, Alexandre Santini, contextualizaron el movimiento, mostrando cómo se fue construyendo un repertorio común para las políticas culturales de América Latina.
Haciendo un breve histórico, Santini recordó el seminario sobre las políticas públicas de Cultura Viva y Ciudadanía Cultural realizado durante el Fórum Social de Belém, en 2009. Fue en este encuentro en el que muchos representantes de movimientos culturales de América Latina conocieron los Puntos de Cultura, pasando entonces “a demandar la articulación de una red de políticas inspiradas en la Cultura Viva”. Después vinieron la creación de la Plataforma Puente, en Medellín (2010), el Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, en Bolivia (2013), el 6º Congreso Iberoamericano de Cultura, en Costa Rica (2014)…
“De alguna manera, el programa IberCultura Viva surge como una respuesta a esa demanda de la sociedad civil articulada en América Latina. Es más una recepción de un proceso que ya venía ocurriendo que una iniciativa gubernamental pura, desde arriba hacia abajo”, enfatizó el director al comienzo del diálogo, que siguió hasta el final del día, en una provechosa conversación en portugués, español y (¿por qué no?) portuñol. En un evento como este, que buscaba discutir el rol de la cultura en la democracia y el re-encantamiento de la política, la barrera de la lengua era la que menos importaba.
Encuentro global
Realizado por el Ministerio de Cultura de Brasil, por medio de la Secretaría de la Ciudadanía y de la Diversidad Cultural (SCDC), el evento Emergencias se pensó como un encuentro global de activismo, cultura y política. Según la organización, 10 mil personas participaron de más de 300 actividades en 20 territorios de la ciudad de Río de Janeiro del 7 al 13 de diciembre, extrapolando la programación prevista de encuentros de redes, mesas de debates, círculos de conversación, talleres, presentaciones artísticas y recorridos culturales.
Los participantes llegaron de los más diversos puntos de Brasil y del mundo. Y muchos de ellos llegaron de autobús: se organizaron 52 caravanas, incluso con salidas de Montevideo y Buenos Aires. Además de Argentina y Uruguay, el evento contó con representantes de países como Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela.
También hubo gente de Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Portugal, Israel, Italia, Líbano, Reino Unido, Siria, Somalia, Suecia… Gente que intentaba ultrapasar la barrera de la lengua para discutir las emergentes luchas por los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y ambientales en el mundo todo. Ese todo diverso tenía, finalmente, un objetivo común: el respeto.
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