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17

Ene
2022

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Sabores Migrantes 2021: Jenny González Muñoz y el curruchete, dulce trujillano del Día de San Juan

Em 17, Ene 2022 | Em Noticias |

Jenny González Muñoz, la venezolana que presentó la receta del curruchete, una de las 16 premiadas en el concurso Sabores Migrantes Comunitarios 2021, es una artista, investigadora y docente nacida en Caracas, pero de familia andina, del estado Trujillo. Hace cuatro años ella reside en Brasil. Actualmente vive en la ciudad de Belo Horizonte, Minas Gerais, junto a parte de su familia. Antes, estuvo en el estado de Rio Grande do Sul, en las ciudades de Pelotas y Passo Fundo. 

Como producto de su área de formación en Artes e Investigación en Patrimonio Cultural con énfasis en el Inmaterial, Jenny ha desarrollado en su actividad docente -y a través de su proyecto de integración artística “ConversArte”- una serie de actividades que buscan visibilizar el trabajo de creadoras y creadores de distintas partes del mundo, sobre todo aquellas y aquellos que se encuentran en condición de inmigrantes. En este sentido, ha visto que la culinaria tradicional ha tenido un rol interesante en el proceso de integración y reforzamiento de la identidad cultural de grupos e individualidades inmigrantes, asilados y/o refugiados venezolanos que han llegado a Brasil. 

La artista venezolana recuerda la característica de los andinos de llevar consigo sus tradiciones culinarias a donde se desplacen: “Afianza el sentido de pertenencia y arraigo a sus costumbres, lo que, al unirse con la promoción y sentido comunitario de varias de sus comidas, crea una integración desde la postura identitaria con las comunidades del lugar de cobijo”. La constancia al hacer sus recetas, aún no pudiendo utilizar los productos originales, es también guía de esta propuesta presentada por Jenny: el curruchete.

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La historia de la receta

El curruchete es un dulce tradicional de Trujillo, uno de los tres estados andinos de Venezuela (los otros son Mérida y Táchira). Las características más importantes de este dulce están en su confección, pues es hecho única y exclusivamente para las celebraciones del Día de San Juan, el 24 de junio. 

Jenny González resalta que la historia de este dulce tradicional la conoce a través de las memorias colectivas y familiares, por lo que ha sido un patrimonio cultural que se ha transmitido de generación en generación, no solo en su familia, sino en la mayoría de ellas en dicho estado.

Para ella, es interesante destacar la característica patrimonial del curruchete desde la perspectiva material, focalizada en ingredientes y detalles específicos de la preparación; y la visión inmaterial, determinada en la herencia y su carácter comunitario. “El curruchete es un manjar realizado para ser servido, compartido, con personas que a veces ni siquiera conocemos”, afirma.

En el pueblo de su padre, La Quebrada, se acostumbraba invitar a comer curruchete en las casas a cualquier persona que pasaba por la calle. De manera que uno podía comer varios curruchetes en una misma tarde, porque este dulce se comenzaba a ofrecer luego de la misa y la procesión de San Juan El Bautista. 

Jenny cuenta que su carácter religioso no está muy bien explicado, aunque la oralidad diga que en sus orígenes las familias de los campos de la llamada “zona alta”, es decir, la parte de montaña, los páramos, preparaban el dulce como ofrenda al santo para acompañar las frutas, granos, flores y otras cosas que estaban en el altar de cada casa. 

Con la incorporación de la “visita” de la imagen local del San Juan a las viviendas, se amplió la dádiva de tan solo a la imagen, hacia quienes la transportaban y rezaban, de manera que en cada casa se hacía más cantidad con la finalidad de que alcanzara para todas y todos, por lo que las personas que acompañaban al santo, por ende, comían “varios curruchetes”. 

Cuando parte de esas familias se van mudando a los pueblos aledaños, llevan consigo esta tradición, constituyendo paulatinamente mudanzas en la confección del dulce, con incorporación de ingredientes y otros detalles materiales, pero sin dejar de lado el carácter ofertorio y colectivo del dulce del Día de San Juan.

Entre 2004-2007, el Instituto de Patrimonio Cultural de Venezuela llevó a cabo el I Censo y Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano, con el objetivo de registrar bienes de la cultura material y manifestaciones de la inmaterial reconocidos por las propias comunidades como sus herencias culturales. Dicho levantamiento en el estado Trujillo hace mención al curruchete concretamente en la sección “La tradición oral”, explicando brevemente ingredientes, elaboración y destacando su única presencia en el Día de San Juan.

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La práctica culinaria en Brasil

En las ciudades de Pelotas y Passo Fundo (Brasil), Jenny hizo una degustación de curruchete ofreciendo a vecinas y vecinos y algunos colegas, siempre en 24 de junio, para evitar así descontextualizar el carácter colectivo y religioso del dulce. En estas ocasiones explicó a cada una de las familias la procedencia y significación del manjar y percibió que las personas se mostraron muy interesadas en saber sobre su elaboración e ingredientes. Les llamó la atención que se usara rapadura, producto típico utilizado en Brasil para ofrecer durante las fiestas juninas. 

Cuando llegó a Belo Horizonte, ella preparó materiales para elaboración del curruchete, pensando ofrecerlo el 24 de junio de 2020 en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Minas Gerais, donde es profesora visitante, y como ya lo había hecho antes, para obsequiar a vecinas y vecinos de su comunidad, pero a causa de la pandemia COVID-19, no fue posible llevar a cabo ninguna de las acciones. Situación que se repitió en 2021.

Con la finalidad de dar a conocer entre sus alumnas y alumnos, colegas brasileños/as y público general esta tradición culinaria, patrimonio cultural venezolano, Jenny realizó un video-cuento con ilustraciones de la artista brasileña Samanta Flôor, sobre el manjar trujillano, con breve historia, receta y elaboración. El video, intitulado “Curruchete, dulce trujillano del Día de San Juan”, es parte del proyecto “Documentando, Registrando y Archivando la Memoria”, en el cual se aborda la importancia de estos aspectos para la conservación, protección y salvaguarda de las expresiones y saberes de la culinaria tradicional, con la esperanza de que los próximos años puedan compartir con otros colectivos.

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La receta del curruchete, según Jenny González

“Los ingredientes de la receta original, según me contaron varias personas de páramos trujillanos como Cabimbú y Chorro Blanco o más abajo, en Miquimbós (donde quedaba la casa de su padre), son:

  • 1 panela rallada (la gente no trujillana lo llama papelón)
  • 1 litro de leche líquida
  • ½ kilo de queso blanco duro para rallar picado en cuadritos no muy pequeños

Con el pasar del tiempo, se fue añadiendo pan salado picado. El mejor pan para el curruchete es el duro, ese que nos ha sobrado de uno o dos días. La cantidad de panes es al gusto. Según me contó Chelena, una vieja amiga de Miquimbós, el pan se comenzó a incorporar para que rindiera y así poder ofrecer curruchete a más gente. Siendo el curruchete producto de la cultura culinaria tradicional, como todo proceso humano, ha tenido transformaciones, entonces, podemos encontrar algunos curruchetes con inclusión de plátano maduro y hasta canela, pero no es muy usual”, ella cuenta.

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Cómo se prepara

“Colocamos en una olla la panela con la leche a cocinar a fuego medio (cuidando que no se bote), y cuando la panela ya esté disuelta le agregamos el queso. Esperamos que éste se comience a poner suave (no debe derretirse) y, por último, agregamos el pan. Lo movemos un poco con una cuchara de madera, preferiblemente. Este proceso puede variar según la calidad del queso y el pan. 

En todo el proceso siempre debemos mantener la olla destapada, pues tenemos que estar pendientes de la textura que va tomando el dulce. Lo dejamos cocinar a fuego medio a bajo, durante unos 10 minutos más (tiempo contado a partir de lograr la suavidad del queso y del pan). Apagamos el fuego. Dejamos la olla destapada para que el manjar repose. Es importante tener en cuenta que la textura final es determinada cuando el pan está algo disuelto entre cuadritos suaves de queso que se destacan en un caldo de color marrón claro. Por lo que la medida de los tiempos puede variar”.

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¿Cómo se come el curruchete?

“Como es un dulce que suele ser bastante empalagoso y también por sus características colectivas, se acostumbra a servir en una taza mediana (de esas para café con leche), ofreciendo con una cucharilla de postre. Hay personas que prefieren comerlo tibio, otras a temperatura ambiente y otras muy frío. Tradicionalmente se comía solo, pero, al haber llegado a otras culturas no es raro ver que alguien lo acompañe con galletas saladas o hasta con casabe. 

Estas transformaciones, tanto en ingredientes como en elaboración, se han experimentado a lo largo de los procesos migratorios internos del dulce: primero dentro del propio estado Trujillo (se hacía con leña y luego se empezó a hacer en cocina) y después con el deguste por parte de personas no trujillanas o no del páramo (incorporando elementos como el plátano y la canela). Contemporáneamente, producto de la migración venezolana a Brasil, han sido varios los productos típicos de la culinaria tradicional de dicho país que se encuentran a la venta o que han ido calando en el gusto gastronómico brasileño, un ejemplo claro de ello es la arepa de harina de maíz precocido. 

En mi caso particular, he seguido la tradición de elaborar el curruchete cada 24 de junio y ofrecerlo a vecinos, amistades y colegas, por una parte, para seguir con la herencia familiar y el sentido identitario trujillano, y por otra, para compartir saberes y sabores promoviendo, de igual manera, parte de la cultura inmaterial venezolana y sus costumbres. 

Al hablar de la elaboración del curruchete en Brasil, la dificultad mayor que he tenido ha sido encontrar el queso adecuado, pues el ‘queso blanco duro para rallar’ venezolano es extremadamente diferente a los que he conseguido en Brasil. Menos problemático es la panela (rapadura), pues aunque la brasileña sea más ‘azucarada’, no disminuye el sabor del dulce trujillano”.  

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Revisa el video sobre el curruchete: https://youtu.be/Y4r1DYrVv-I

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*“Sabores Migrantes Comunitarios” es el resultado de una sinergia de los programas de cooperación iberoamericana en las áreas de cultura comunitaria, cocina y migración. La tercera edición del concurso fue presentada en septiembre por IberCultura Viva, Iber-Rutas e IberCocinas y la lista con las 16 recetas seleccionadas para recibir los premios de US$ 500 fue publicada el miércoles 22 de diciembre. Este mes comenzamos a publicar en la página web de IberCultura Viva las recetas premiadas, sus historias y modos de preparación.

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