Experiencias
Por IberCultura
EnEm 09, Dic 2022 | Em Brasil | Por IberCultura
Colectivo Justina: un Punto de Cultura en la frontera entre lo ancestral y lo comunitario
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Fundado en 2016, el Punto de Cultura Justina es un colectivo de arte comunitario y ancestral con sede en Aparecida de Goiânia (Goiás, Brasil) y que se articula en red con artistas y grupos de diferentes regiones brasileñas y países latinoamericanos. En los últimos años, el colectivo ha realizado actividades de formación, investigación y circulación artística en los estados de Goiás, Ceará, Maranhão, São Paulo y Minas Gerais y en el Distrito Federal. También ha pasado por intercambios de experiencias con organizaciones comunitarias, escuelas, universidades y asociaciones de vecinos en Argentina, Ecuador, Bolivia y México.
Uno de los intercambios más recientes resultó en un espectáculo llamado 1888, una coproducción con el grupo de teatro El Masticadero, de Cochabamba (Bolivia). La obra, escrita por Takaiúna, actriz, educadora artística y fundadora del Colectivo Justina, tiene dirección de la boliviana Claudia Eid Asbún y gira en torno a una mujer negra, curandera, que vive en 1888 (año en que se abolió formalmente la esclavitud en Brasil) y, con sus hierbas, busca curarse a sí misma, a las generaciones pasadas y futuras. ¿Su nombre? Justina.
El nombre que bautiza al personaje del espectáculo y también el Punto de Cultura proviene de la bisabuela de Takaiúna. Maria Justina da Glória fue la matriarca de la segunda generación de la familia después de 1888. El colectivo que la homenajea nació en 2016, durante el proyecto de investigación y extensión “Memorias de nuestra infancia negra”, en la Universidad Federal de Goiás. En este proyecto, Takaiúna se unió a su madre, Brazimar Rodrigues, para crear un taller que contemplaba la narración de historias africanas. Takaiúna era quien narraba las historias con muñecos elaborados por Brazimar especialmente para este taller, que se desarrolló en varias escuelas e instituciones en 2016 y 2017.
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Experiencias iberoamericanas
Los muñecos que aparecen en el cortometraje Ancestralidade, uno de los ganadores del concurso de video lanzado por el programa IberCultura Viva en 2020, también fueron realizados por Brazimar. En un ejercicio de reconstrucción de una memoria-historia afrobrasileña, Takaiúna saluda la fuerza femenina que trasciende espacios, tiempos, territorios y que viene transmitiendo saberes, en este video en el que las muñecas representan no solo a su bisabuela Justina, sino también a las mujeres negras que la precedieron y las que llegaron después.
En 2020, además de participar en el concurso de videos, Takaiúna representó al Colectivo Justina en el 4º Encuentro de Redes IberCultura Viva, como una de las personas invitadas del conversatorio “Educación popular, arte y transformación social”. En su intervención, ella resaltó la necesidad de aprender lo que tanto ha enseñado Paulo Freire: a escuchar. «A escuchar nuestros territorios. Porque toda acción artística que surge de escuchar a la comunidad inspira a personas de diferentes edades a realizar un cambio que será educación, será arte, será transformación. Necesitamos compartir nuestras historias, compartir nuestras vidas”, destacó. Su participación consta en el libro “Redes en la red: Relatos del 4º Encuentro de Redes IberCultura Viva”, organizado por la Alcaldía de Medellín (Colombia) y lanzado en octubre de 2022, durante el 5º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria.
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Arte comunitario
Actriz y arte-educadora comunitaria durante más de 20 años, Takaiúna se inició en el teatro amateur en 1999, participando del Grupo de Teatro Repensar, donde permaneció hasta 2004. Durante 15 años colaboró con el Punto de Cultura Cidade Livre, habiendo sido presidenta de la institución durante ocho años. La Asociación Sociocultural Cidade Livre fue creada en 2004, en Aparecida de Goiânia, por profesores, estudiantes universitarios, funcionarios y personas de la comunidad que decidieron armar un grupo para desarrollar el trabajo socioeducativo y artístico en las escuelas públicas de la periferia.
Como representante del Punto de Cultura Cidade Livre, Takaiúna participó en el 3º y el 4º Congreso Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, realizados en 2017 y 2019 en Ecuador y Argentina, respectivamente. También recibió una beca para el Curso de Posgrado en Políticas Culturales de Base Comunitaria, que la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso-Argentina) realiza desde 2018 en conjunto con IberCultura Viva. El curso “Dramaturgias poscoloniales y formas de compartir”, que ella y Pablo Lopes inscribieron en 2019 en el Banco de Saberes Culturales y Comunitarios IberCultura Viva, es el resultado del proyecto que ella presentó al final del curso de Flacso.
Sociólogo y gestor cultural que “investiga y produce poéticas políticas decoloniales”, Pablo Lopes ingresó al Colectivo Justina en 2019, cuando el grupo presentó el espectáculo Canta Memorias, con el que iniciaron actividades integradas con la investigación de la cultura popular brasileña. Entre 2015 y 2018 él fue gestor del Teatro de Bolso Cidade Livre, en la ciudad de Aparecida de Goiânia. También actuó como consejero municipal de Cultura (2017-2019) y uno de los coordinadores del Punto de Cultura Cidade Livre, siendo responsable de talleres y cursos de movilgrafía (fotografía con dispositivos móviles), por la Muestra Latinoamericana de Teatro Cidade Livre y por el Seminario de Políticas Públicas que el Punto de Cultura realizaba cada dos años.
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Ejercicios de experimentación
Con una serie de actividades desarrolladas de manera colaborativa, el Colectivo Justina se ha consolidado, teniendo como práctica estético-política el ejercicio de experimentación en diversos segmentos artísticos y culturales, de la artesanía al teatro, del audiovisual a la literatura. En abril de 2021, el colectivo lanzó, con la editorial Goiânia Clandestina, la Revista Cultural Justina, que aborda temas relacionados con el arte comunitario, la ancestralidad y la literatura. En cinco meses, más de mil ejemplares fueron impresos y distribuidos a librerías, Puntos de Cultura, lectores y lectoras en 10 estados brasileños.
Junto a la editorial Goiânia Clandestina, Takaiúna también lanzó en mayo de 2021 su primer libro de cuentos, Boca aberta. Escrito durante el período de aislamiento social por la pandemia de Covid-19, este libro sobre la infancia, la familia, la vida y la muerte tiene como ámbito la interioridad, los espacios afectivos e imaginarios de la autora, y la relación que los personajes establecen con ella.
El Colectivo Justina viene montando espectáculos en sociedad con grupos como Núcleo 2, de Uberlândia (Minas Gerais), y Ludos, de Goiânia (Goiás). Y ha llevado consigo estas obras en sus andanzas por diferentes comunidades del continente. “El arte comunitario en América Latina es algo que camina, a pesar de todo”, dijo Takaiúna en septiembre de 2022, cuando presentó en Cochabamba (Bolivia) la obra Dr. Raimundo, una coproducción entre el Colectivo Justina y el Teatro Ludos.
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Cicatrices de la colonización
1888, el espectáculo más reciente, también se creó en Cochabamba, con el grupo de teatro El Masticadero. Dirigido por la boliviana Claudia Eid Asbún, el espectáculo presenta a Takaiúna como dramaturga y actriz y es el resultado de una investigación en curso sobre las narrativas de las mujeres afroindígenas en América Latina. Cuestiones sobre la ancestralidad, la medicina ancestral, lo femenino y las relaciones con la naturaleza cruzan la trama.
“La obra se desarrolla en el universo de la medicina ancestral, que conecta tanto a Bolivia como a Brasil. Durante la presentación, cuestiones en común nos ayudan a darnos cuenta de que somos una sola región que vive las cicatrices de la colonización”, dice Takaiúna, que este año inició un proceso de formación en dramaturgia junto con Claudia Eid. “Armar un texto autoral era un sueño que tenía guardado desde hace mucho tiempo; poder lograrlo es un logro tanto personal como colectivo”, comenta.
Durante el proceso de construcción de la obra, los investigadores buscaron una escritura que pudiera ser como una red, para tejer las memorias de la actriz afrobrasileña con la experiencia de ser mujer negra en América Latina. Los “elementos puente”, término acuñado por la actriz para definir los elementos escénicos que tienen una cosmología común en América Latina, se cruzan y se personifican en el personaje de Justina, una curandera que vive en Brasil en 1888.
Las cuestiones presentadas en escena reconocen las huellas de la estructura de esclavitud a la que están sometidos los cuerpos de las mujeres negras en América Latina. “Se enfrentan a la violencia física, psicológica, simbólica y al borrado constante de sus memorias ancestrales. La desvalorización del conocimiento de las hierbas y de las oraciones es uno de esos olvidos forzados”, afirma Takaiúna.
El espectáculo tuvo una primera lectura dramática en Cochabamba y cuatro presentaciones en ciudades del estado de Goiás (Aparecida de Goiânia, Bonfinópolis y Senador Canedo) entre el 21 de noviembre y el 10 de diciembre de 2022.
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(*) Texto publicado el 9 de diciembre de 2022
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Conoce más sobre el Punto de Cultura Justina:
www.facebook.com/coletivojustina/
https://www.instagram.com/coletivojustina
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EnEm 17, Ene 2020 | Em Brasil | Por IberCultura
La Asociación Pracatum y la revolución de los tambores en Candeal: música, educación y desarrollo comunitario
Candeal Pequeno es una comunidad donde se respira música. En este barrio de Salvador de Bahía (Brasil) donde nació el músico Carlinhos Brown, distintos percusionistas se juntaron y abrieron puertas para una serie de movimientos artísticos y sociales que han cambiado la vida de los habitantes de la región.
En esta favela diferente de las demás, lo que se ve por las calles son personas de todas las edades con instrumentos, con deseos de aprender a tocar, cantar y bailar. “Cuando entras por Candeal por primera vez y empiezas a respirar y a ver a la gente por la calle, y sobre todo a ver a los niños, hay algo dentro de ti que te cambia”, afirmó el español Fernando Trueba, director de El Milagro de Candeal, un documental en forma de “musical social” rodado en el barrio en 2004.
Candeal Pequeno es parte del barrio de Brotas, una comunidad con población de baja renta que limita con barrios de clases media y alta de Salvador de Bahía. En este lugar, donde viven cerca de 1.800 familias y 9.300 personas, existen cuatro asociaciones barriales, cuatro plazas, una cancha de fútbol, una cuadra de deportes, una escuela de música y tecnologías, cuatro estudios de grabación, una cooperativa de reciclaje de aceite residual de cocina, una escuela de inglés, una escuela infantil de período integral y un centro de salud.
Gran parte de esta estructura se debe al trabajo colectivo desarrollado en el barrio por la Asociación Pracatum, creada en 1994 por Carlinhos Brown, este artista inquieto que identificó el potencial de los vecinos y vecinas, y propuso, a través de la música, rescatar la herencia cultural del Candeal y aprovechar elementos de la realidad local para promover la transformación socioeconómica.
La comunidad es una de las más antiguas de la ciudad, con fuerte herencia africana. “Era una roça santera de candomblé, un centro sagrado donde era difícil llegar. Era una selva. Hasta los 12 años viví allí, sin luz eléctrica, sin saneamiento, sin escuela”, contó Carlinhos Brown en el conversatorio sobre cultura comunitaria que se realizó el 4 de noviembre de 2019 en el Museo del Carnaval de Montevideo (Uruguay), durante la Semana de la Cooperación Iberoamericana.
Brown, que es embajador iberoamericano de la cultura desde 2018, fue invitado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) a participar de este encuentro con representantes del programa IberCultura Viva y de Puntos de Cultura de Uruguay y Argentina, y relatar su experiencia con este proyecto social que desarrolla en el barrio de Candeal desde 1994.
Cómo comenzó
Al explicar el contexto en el que surgió la Associação Pracatum Ação Social, el músico brasileño contó cómo el barrio dejó de ser una selva en los años 1970 (después que el entonces gobernador del estado decidió abrir un nuevo camino hacia el aeropuerto de Salvador, con una carretera pasando por ahí), y cómo la realidad local años más tarde demostró la necesidad de movilización y cambio de la comunidad.
“Con la carretera que se construyó vino el ‘desarrollo’, y ahí nosotros que vivíamos allí empezamos a conocer la realidad. Nuestros padres comenzaron a llegar a la edad anciana, y teníamos que trabajar, pero no estábamos preparados, no teníamos educación. Hubo una recesión, y pasamos a tener graves problemas sociales, como el alcoholismo y la violencia doméstica”, explicó. “Fue un señor llamado Mestre Pintado do Bongô quien trajo la luz social. Era un músico que estaba casi desistiendo de su profesión, porque la música que hacía, la música rumbera, estaba en decadencia. Un día fui a conocer su toque, y aquello cambió mi vida. Él abrió mi mente para el mundo.”
Fue Mestre Pintado do Bongô (en el documento, Osvaldo Alves da Silva) quien inició a Carlinhos Brown (en el documento de identidad, Antonio Carlos Santos de Freitas) en la percusión. Sin hijos próximos, él lo adoptó como a un hijo, y le enseñó todo lo que sabía en materia de tambores. Cuando Carlinhos avanzó con la percusión, comenzó a frecuentar el barrio del Pelourinho, donde había un importante movimiento de percusionistas. “Éramos chicos con la convicción de que nuestra disciplina podría cambiar lugares, y buscamos aprender. Y allí aprendí todo lo que la percusión puede hacer, cumbia, guaracha, murga, tango, candombe… Pasé por todo este estudio y empecé a crecer como ciudadano, con mucha alegría y mucha disciplina. El problema es que yo saltaba, pero el barrio estaba en la misma situación”, comentó.
Cuando comenzó a componer músicas y a ganar dinero con ellas, Carlinhos Brown pasó a poner en práctica algo que también había aprendido con Mestre Pintado do Bongó: el compartir. Una parte del dinero que recibía por sus composiciones la guardaba para comer, y la otra era para la comunidad. “Hubo un apoyo de la ancestralidad, de la espiritualidad, que me hizo grande. Y me hizo grande no para ser diferente, sino para ser un agente social”, afirmó el músico, cantante, compositor, arreglador, productor y agitador cultural que nunca se consideró un líder, “sino una mirada atenta junto a otras miradas”.
“Los percusionistas nos juntamos y todos salieron sabiendo cómo hacer lo que yo estaba haciendo. Conseguimos crear nuevas formas de liderar la comunidad, y eso ha sido una revolución”, resaltó Brown. “Así empezamos a buscar un movimiento de alfabetización, porque el autobús pasaba y la gente no sabía cuál tomar. Invité a psicólogos, pedagogos, técnicos, profesores, y comenzamos a tener un desarrollo social colectivo. La comunidad hablaba de sus necesidades en encuentros como este, y con ello fuimos buscar escuelas para los niños, buscar saneamiento, buscar una forma de que las casas no se vinieran abajo con las lluvias, y así las cosas fueron saliendo.”
Por algunos años fue Carlinhos Brown quien financió el proyecto; hoy en día, la Asociación Pracatum se sostiene con recursos y servicios de organismos internacionales, gubernamentales, instituciones de enseñanza, empresas y asociaciones del tercer sector. La entidad también es uno de los Puntos de Cultura certificados por el gobierno federal.
Cómo funciona
La Asociación Pracatum es una organización de la sociedad civil, sin fines de lucro, que surge de la necesidad de profesionalización de la comunidad y de la búsqueda de alternativas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Sus actividades se dividen en dos programas principales: Tá Rebocado, orientado al desarrollo comunitario, y Pracatum, la escuela de música y tecnologías. A partir de estos dos ejes se desarrolla una serie de proyectos educativos, culturales, de urbanización y saneamiento del barrio.
El programa de desarrollo comunitario de Candeal se inicia en 1994 con el objetivo de promover la transformación social a partir de las necesidades de la comunidad, siempre respetando la realidad local y las subjetividades de sus habitantes. (“Tá Rebocado” es una jerga local, popular en la década de 1990, que designa confirmación, asertividad.)
El proyecto tiene como filosofía la construcción comunitaria, participativa y democrática. Los pobladores del barrio han sido la base legitimadora del proceso, pues identifican las reales necesidades vivenciadas en la comunidad y colaboran con soluciones prácticas y tangibles. La participación activa de la comunidad ha sido un factor preponderante, desde la fase de identificación de demandas hasta el momento de construcción de propuestas, de implementación y ejecución de las actividades, así como de seguimiento y evaluación de los procesos iniciados.
A lo largo de estos años, el programa ha logrado resultados como la ampliación de las redes de cloacas y saneamiento urbano, abastecimiento de agua y electricidad; la construcción de 120 unidades habitacionales; mejoras en 50 residencias; pintura y revoco en 60 casas; mejora en la cancha de fútbol; el fortalecimiento de microempresas, a través de cursos de capacitación; la implementación de un centro de salud; la creación de una escuela infantil; la formación de una escuela de música, y la construcción de dos plazas públicas.
La escuela de música
El programa de música, educación y cultura de la Asociación Pracatum utiliza metodologías que contribuyen al desarrollo de los alumnos, buscando, más allá de la enseñanza teórica, la promoción de una actitud responsable, solidaria y ciudadana.
Fundada en 1999, la Pracatum-Escuela de Música y Tecnologías tiene un enfoque en la enseñanza técnica y profesional en el campo musical. La escuela se propone a pensar la música a partir de sus múltiples facetas, buscando capacitar sus alumnos por medio del aprendizaje práctico de los instrumentos y del estudio de las teorías musicales, sus repertorios y procesos históricos. La propuesta pedagógica abarca la apropiación de los ritmos populares y la búsqueda por innovaciones.
Desde su creación, la escuela ha formado a cerca de 2 mil músicos, en un espacio pedagógico que proporciona el desarrollo de estudios, investigaciones y producciones en el terreno musical. La estructura dispone de un estudio de grabación, salas de aula, biblioteca, estudios individuales y para la práctica en grupo, y una sala con cerca de 400 instrumentos diversificados.
Los cursos de Educación Profesional Técnica ofrecidos por la Pracatum son: Curso Técnico en Instrumento Musical (con una carga de 1.200 horas) y Curso Técnico en Procesos Fonográficos (864 horas). Estos cursos fueron reglamentados por el Ministerio de Educación de Brasil en noviembre de 2014, y las primeras cohortes iniciaron en mayo de 2016.
Los cursos, talleres y workshops realizados en la escuela proporcionan a los alumnos diversas vivencias e intercambios. La intención es prepararlos para el mercado musical, enseñándoles las etapas de preparación, producción y difusión de la música, fomentando el respeto y la importancia de todos los profesionales involucrados en el cadena musical.
Una referencia iberoamericana
Esta historia de cómo los vecinos y vecinas de Candeal han logrado mejoras en la parte de vivienda y saneamiento básico a partir de los tambores -y de cómo la solidaridad, la lucha y el trabajo de un pequeño grupo de personas pudieron cambiar y mejorar la vida de toda una comunidad- hoy es una referencia para organizaciones culturales comunitarias de varios países de Iberoamérica. En el encuentro realizado en Montevideo con Puntos de Cultura de Uruguay y Argentina, los representantes de las organizaciones participantes comentaron cómo El Milagro de Candeal, el documental de Fernando Trueba, les sirvió de inspiración para desarrollar los trabajos en sus territorios.
Para Fernando Trueba, Carlinhos Brown comenzó a desarrollar esta serie de acciones musicales y sociales, a las que pronto se sumaron otras personas, porque sabía que la música le había salvado y creyó que podía representar lo mismo para los demás jóvenes. “Carlinhos tiene muy desarrollado el sentido de la responsabilidad hacia su comunidad”, comentó el cineasta. “Es un espejo para muchos chicos e intenta repartir esa responsabilidad para que Candeal no sea sólo él. Es la reencarnación perfecta de Peter Pan: cuida de los niños, los organiza, los hace vivir aventuras, fabrica una realidad”.
(*) Texto publicado el 17 de enero de 2020
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Conoce más sobre Pracatum:
Página web: https://www.pracatum.org.br/
Facebook: https://www.facebook.com/pracatum/
YouTube: https://www.youtube.com/user/apracatum
(Fotos: Associação Pracatum Ação Social)
Por IberCultura
EnEm 20, Nov 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Jongo de Pinheiral: la historia de una ciudad y su pueblo, de generación a generación
La ciudad de Pinheiral, en el Valle del Paraíba (sur del estado de Río de Janeiro) nació alrededor de una estación ferroviaria, junto a una hacienda de café llamada Fazenda São José dos Pinheiros. En esta propiedad de la familia Breves, una de las más grandes de la región en los tiempos de Brasil Colonia, había un celeiro de negros esclavos. Cuando se abrió el testamento del comendador Breves, dándoles la libertad y una parte de las tierras, en 1879, trabajaban allí dos mil esclavos. Del caserón donde él vivía, considerado un palacio, quedaron solo las ruinas. Sin embargo, algo allí se mantiene vivo desde entonces: el jongo.
“El jongo de Pinheiral nunca estuvo adormecido. Es una tradición que ha sido pasada de generación a generación desde los tiempos de la esclavitud. Existen muchas familias de jongueiros en la ciudad”, afirma Maria de Fátima da Silveira Santos, “Fatinha do Jongo”, que hace más de 40 años trabaja por la preservación de esta manifestación cultural, reconocida en 2005 por el Instituto do Patrimônio Histórico e Artístico Nacional (Iphan) como patrimonio inmaterial brasileño.
También conocido como caxambu, batuque, tambor o tambú, el jongo es una expresión de origen africano que se manifiesta en Brasil principalmente en la región Sudeste y que cuenta con tres elementos esenciales: el canto, la danza y la percusión. En las ruedas de jongo, hombres y mujeres danzan y cantan los llamados “puntos”, mezclando metáforas y dialectos de la lengua bantú, al sonido de tambores, fabricados en su mayoría de manera artesanal. En Pinheiral, la tradición es de dos tambores: el grande y el candongueiro. El contratiempo entre los dos se da con un pedazo de madera llamado macuco.
Construcción colectiva
Fatinha cuenta que el jongo de Pinheiral pasó a organizarse como grupo a finales de los años 1980, con la creación de la União Jongueira. En 1996, con la intención de preservar la danza del jongo y de aprimorar la biblioteca de la cultura afro brasileira en la región, se fundó el Centro de Referências e Estudos Afro do Sul Fluminense (Creasf). Y poco a poco se fue estrechando el vínculo con las escuelas y universidades.
En 2005, el Centro de Referência do Jongo de Pinheiral ganó la primera convocatoria de Puntos de Cultura lanzada por el Ministerio de Cultura de Brasil. Con el premio se montó la casa donde el grupo trabaja hasta el día de hoy, bajo tres vertientes: la preservación de la danza, el mantenimiento de una biblioteca afro, y la culinaria, también de matriz africana. “Con ello intentamos tener un retorno para mantener la casa. Porque hicimos el plan de salvaguardia, y logramos obtener el respeto, la difusión y la valoración del jongo en estos 11 años, pero todavía tenemos dificultades para mantener el trabajo”, comenta Fatinha.
Desde 2008 el Grupo Jongo de Pinheiral también integra el Pontão de Cultura do Jongo/Caxambu, un programa desarrollado por la Universidade Federal Fluminense (UFF) en colaboración con 15 comunidades jongueiras del Sudeste de Brasil. Son grupos de la región metropolitana de Río de Janeiro, del Sur y del Noroeste fluminenses, de la Zona da Mata mineira y de los estados de São Paulo y Espírito Santo, que buscan la construcción conjunta de políticas públicas para la salvaguardia de este bien registrado como patrimonio cultural de Brasil. Para los jongueiros, el “Pontón” es visto como un punto de encuentro que sostiene la cultura viva.
“Algunas comunidades tienen problemas por la cuestión de la intolerancia, otras no. Hacemos que los evangélicos, por ejemplo, entiendan que se trata de nuestra cultura, no de nuestra religión. Es la cultura del pueblo negro que está dentro de la rueda del jongo”, observa Fatinha. “En los tiempos de la esclavitud, los negros usaban el jongo para organizarse, para cantar la falta que les hacía África, para encontrar pareja. Todo sucedía en la rueda. Hoy en día, usamos la danza para estar donde no estaríamos si no fuera por el jongo: en los teatros, festivales, escuelas y universidades.”
En las escuelas
Antes de la aprobación de la Ley 10.639/03, convirtiendo en obligatoria la enseñanza de la historia y cultura afrobrasileña y africana en las escuelas públicas y privadas del país, el Grupo Jongo de Pinheiral ya estaba dentro de las escuelas de la región del Valle de Paraíba, trabajando lal autoestima de los niños y niñas negras, valorando el aporte del pueblo negro para la formación de Brasil. “La ley reforzó lo que ya hacíamos”, comenta Fatinha, que es miembro de la Comissão Nacional de Mestres e Griôs(*).
Aunque esté jubilada como profesora, Fatinha sigue actuando en una escuela de un municipio vecino, Barra do Piraí, donde se formó un grupo de jongo hace más de cinco años. “Los padres participan, y a los niños les gusta muchísimo. Aprendieron a gustarles el jongo, a saber lo que es. Es un trabajo que valoro mucho, incluso por estar dentro de una escuela”, destaca. “Por medio de la Ação Griô (política pública que es una referencia de gestión compartida en Brasil, involucrando proyectos pedagógicos de diálogo entre la tradición oral y la educación formal), logramos avanzar en todo el territorio nacional, valorando la presencia de los mestres, de las parteras, llevando nuestras tradiciones, nuestros saberes, a la escuela formal.’’
Según Fatinha do Jongo, la creación del programa Cultura Viva, en 2004, fue fundamental para aquellos que trabajan con cultura popular en Brasil. “Hasta Gilberto Gil (que asumió el Ministerio de Cultura y creó el programa Cultura Viva), trabajábamos en las comunidades y era una lucha que un mestre fuera respetado por su sabiduría, que estuviera dentro de las escuelas. Cultura Viva nos proporcionó no perder muchas de nuestras tradiciones, que logramos pasar a los jóvenes. En la comunidad jongueira tenemos líderes jóvenes y su trabajo es maravilloso. Ellos asumieron las comunidades, trabajan con los mayores y ayudan a mantener la tradición.”
Pasados presentes
Gracias a los jóvenes y a la comunidad académica, los jongueiros del Sudeste brasileño han recibido el apoyo de iniciativas como Passados Presentes: Memória da Escravidão no Brasil, un proyecto de turismo de memoria a partir de una aplicación para celular, lanzada en 2015. Cuatro guiones conducen a los visitantes a locales emblemáticos para el tráfico negrero y la historia de la esclavitud en Brasil, en trayectos por Quilombo de Bracuí, Quilombo de São José, la ciudad de Pinheiral y el centro del Río de Janeiro.
En los quilombos y en Pinheiral, los puntos de memoria fueron identificados por los habitantes, descendientes directos de la última generación de africanos esclavos, en coordinación con las historiadoras que coordinan el proyecto. Son ellos quienes cuentan la historia local a partir de lo que escucharon de sus padres y abuelos.
“Hicimos una exposición a cielo abierto contando la historia de la hacienda, la historia de la estación y la historia del jongo. La única cosa que sobrevivió de la hacienda fue el jongo”, resalta Fatinha. El proyecto mapeó 12 puntos de la ciudad — incluidos la casa del Jongo, la estación ferroviaria, la iglesia matriz y una fiesta junina (fiesta tradicional celebrada en el mes de junio) “que duraba 15 días, con jongo todos los días”.
En Pinheiral, el lanzamiento del proyecto Passados Presentes en 2015 marcó también la inauguración del Parque de las Ruinas, donde estaba el antiguo caserón de la Fazenda São José dos Pinheiros. En octubre de 2016, los jongueiros de la ciudad empezaron a hacer allí un “picnic cultural”, llevando una vez al mes la danza del jongo a las ruinas del caserón. El 20 de noviembre, cuando se celebra el Día de la Conciencia Negra en Brasil, el grupo obtuvo una conquista más: el alcalde José Arimathea Oliveira firmó un término de cesión de tierras del Parque de las Ruínas para que el Grupo Jongo de Pinheiral construya ahí su sede. El jongo, al fin, volverá a casa.
*Griô o mestre(a) es todo(a) ciudadano(a) que se reconozca y sea reconocido(a) por su comunidad como heredero(a) de la tradición oral y que, a través del poder de la palabra, de la vivencia, dialoga, aprende y enseña, transmitiendo saberes y formas de hacer de generación a generación, garantizando la ancestralidad e identidad de su pueblo.
(*Texto publicado el 20 de noviembre de 2016)
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EnEm 18, May 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Thydêwá: el sueño colectivo que dio voz a los pueblos indígenas
El 9 de julio de 1994, Día de la Independencia de Argentina, Sebastián Gerlic hizo las valijas y fue a vivir a Brasil. Le faltaban dos días para cumplir 25 años. Seis meses antes, había pasado un mes viajando por el Nordeste de Brasil, de Fortaleza a Salvador. Enamorado del país, dejó el empleo en una agencia de publicidad donde era productor audiovisual, abandonó las dos universidades que estaba cursando (Comunicación Social e Historia del Arte), dejó la carrera de cineasta, y se marchó a São Paulo. En la capital paulista, consiguió un trabajo como asistente de un director de comerciales de televisión. Y estuvo trabajando como publicitario en los seis años siguientes. Hasta el día en que una bomba casi le cayó en la cabeza.
“El día 22 de abril de 2000, yo estaba en Porto Seguro (Bahia) filmando la manifestación de los 500 años de resistencia de los indígenas cuando mandaron a bombardear a los manifestantes. Mientras las bombas caían en nuestras cabezas, agarré mi pipa y fumé pidiendo a Tupã para no morir. Ese día dejé la publicidad de una vez y pasé a ‘enseñar’ comunicación a los indígenas, a reaprender lo que es vivir en la convivencia con ellos”, cuenta Sebastián, que en esos más de 20 años en tierras brasileñas tuvo poca conexión con la tierra natal.
La pipa no apareció por casualidad en el medio de la manifestación. Desde que llegó a Brasil, además de actuar como publicitario, Sebastián también se dedicó a los estudios del chamanismo. Un interés que vino de los tiempos de adolescência. “A los 13 años hice un viaje, solo yo y mi padre, fuimos al norte de Argentina y ahí conocí a los indígenas. Años después, hice un viaje por Bolivia y Perú y me enamoré de ellos. Mi sueño era hacer documentales para la televisión y mostrar al mundo que la ‘civilización dominante’ estaba loca y enferma, suicidándose y asesinando a un montón de especies y culturas”, comenta.
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La organización
El sueño pasó a tomar forma con Thydêwá, organización no gubernamental que actuó de manera informal en Salvador (de Bahía) entre 1998 y 2002, período en que coordinó la producción y editó los cuatro primeros volúmenes de la colección Índios na visão dos índios (“Indígenas en la visión de los indígenas”). “Fue justamente haciendo Índios na visão dos índios que decidimos nacer con personería jurídica”, explica Sebastián, uno de los fundadores de la ONG.
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“Thydêwá nace de una alquimia multicultural: indígenas de Alagoas, Bahía y Pernambuco, dos paranaenses, una gaúcha, un baiano, un chileno y un argentino. Éramos un colectivo que a veces tenía más gente, otras menos. Con garra de cuidar de lo institucional éramos menos, pero lo más importante siempre fue lo que circulaba por los corazones, lo que es hecho desde y por los corazones”, afirma el argentino, que actualmente comparte la sociedad con cuatro indígenas: Potyra Tê Tupinambá (Bahía), Mayá Pataxó Hãhãhçae (Bahía), Nhenety Kariri-Xocó (Alagoas) y Atiã Pankararu (Pernambuco).
Más que una serie de libros, Índios na visão dos índios terminó siendo una tecnología sociocultural educativa de Thydêwá. Por medio de ella, indígenas analizan la propia realidad actuando como historiadores, antropólogos y periodistas. Son ellos mismos que sacan las fotos, recogen los testimonios, escriben, dibujan, dialogan con alumnos en las escuelas, dan entrevistas, construyen y comparten sus mensajes.
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La colección de libros ya cuenta con 26 títulos en papel — muchos de ellos están disponibles gratuitamente en formato digital. “Los ejemplares circulan dentro y fuera de las aldeas, sirviendo para estrechar las relaciones interculturales, creando puentes entre las culturas indígenas y las sociedades de la globalización, promoviendo la cultura de paz”, resalta Sebastián. Según él, más de 1000 indígenas de más de 20 etnias ya interactuaron con y desde esta tecnología socioeducativa, reconocida en premiaciones brasileñas e internacionales.
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En red
Otro proyecto muy premiado de Thydêwá es la Red Índios On-Line, que lleva internet a siete aldeas para facilitar la comunicación entre los pueblos, tendiendo puentes de doble mano con las comunidades indígenas. El proyecto recibió en 2004 el Premio de Inclusión Digital Telemar y, el año siguiente, ganó la primera convocatoria de Cultura Viva, pasando a ser reconocido como Punto de Cultura. Aún en 2005, 41 becarios indígenas empezaron a trabajar en seis comunidades como Agentes de Cultura Viva.
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En 2009, tras recibir el Premio Mídia Livre por las acciones de la Red Índios On-Line, la organización firmó convenio como responsable por el Pontón Esperança da Terra. En 2014, con más premios ganados y ya reconocida como Punto de Memoria y Punto de Lectura, Thydêwá dio inicio a la Red de Puntos de Cultura Indígena de Nordeste de Brasil.
“Cultura Viva es el mejor programa que nuestra institución conoce. Primero porque nació de reconocer lo que existe, pulsa reconociendo y apoyando los trabajos, vive de potenciar la vida. Es un programa especial porque se construye en la interacción real”, escriben ellos en Cultura Viva – Esperança da Terra, el 19º libro de la serie Índios na visão dos índios, que tuvo el Pontón como narrador.
En el 20º título de la colección, Pelas mulheres indígenas, más de 20 mujeres de ocho comunidades del Nordeste de Brasil realizaron fotografias y escribieron sobre sus vidas, sus sueños, sobre ser mujer indígena hoy. El libro, que también cuenta con una cartilla sobre cómo prevenir y actuar en casos de violencia conyugal, era parte de un proyecto de formación de agentes multiplicadoras de transformación social. Además de encuentros en la sede de la ONG, en Olivença (Ilhéus, Bahía), el proyecto preveía la creación de una red multiétnica, la Comunidad Colaborativa de Aprendizaje por las Mujeres Indígenas (www.mulheresindigenas.org).
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Libros digitales
Y fue con la intención de llevar la palabra indígena a mucha más gente, en todo el mundo, que lanzaron la colección de libros digitales Kwatiara. Dirigidos a niños, jóvenes y adultos, descargados en tablets, celulares o en archivos .pdf, los dos primeros e-books (O canto da Lua y Dois irmãos no mundo) tienen versiones en cuatro idiomas: portugués, inglés, francés y español.
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O canto da Lua, título que abre la serie, está basado en un porancy (canto indígena tradicional) que cuenta lo que pasó después que los tupinambás pasaron a dormir frente a la televisión: Jacy (la Luna, en lengua tupi) dejó de brillar. Dois irmãos no mundo, a su vez, es una historia del pueblo kariri-xocó contada por un guardián de las memorias de la aldea, sobre dos hermanos que nacieron a las orillas del río São Francisco, crecieron felices y en comunión con la naturaleza, hasta que un bello día uno de ellos decidió marcharse de la aldea, ansioso por conocer lo que el mundo le reservaba.
Kwatiara empezó con libros de autores indígenas de distintas etnias del territorio brasileño para “niños de 0 a 100 años”. Con el apoyo del programa IberCultura Viva (este proyecto fue uno de los siete ganadores de la categoría 3 de la Convocatoria de Intercambio, lanzada en 2015), la colección ha crecido, pasando a ser de Iberoamérica. En su versión más grande pasó a llamarse Kwatiara Abya Yala (en tupi, “Escrita indígena de América”).
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El intercambio
Las dos primeras historias iberoamericanas que van a tener un e-book en la serie Kwatiara Abya Yala vienen de Argentina: Comunidad Indígena Territorial Comechingón Sanavirón Tulián (de Córdoba) y Comunidad Linkan Antain Corralitos (de Salta). Una de ellas ya terminó el texto y está encargada de los dibujos del libro.
El contacto entre brasileños y argentinos, iniciado por correo electrónico, se estrechó en enero de 2016, cuando Sebastián Gerlic y Atiã Pankararu fueron a Argentina visitar a Mariela Tulián y Alfredo Casimiro, los dos indígenas que contestaron al llamado de Thydêwá para empezar una colaboración a causa de la Convocatoria IberCultura Viva de Intercambio. En junio, Mariela y Alfredo van a retribuir la invitación visitando el Pontón Esperança da Terra, en Ilhéus. Sabrina Landoni, directora de Diversidad y Cultura Comunitaria del Ministerio de Cultura de Argentina, también es esperada en este encuentro en Bahía.
“Era mi deseo compartir con nuestros hermanos indígenas de Argentina los casi 14 años de experiencia en tecnologías socioculturales que creamos con Thydêwá”, afirma Sebastián. En esos años de trabajo en Bahía, él viajó varias veces para Europa llevando indígenas brasileños, fue y volvió a Colombia, recibió a indígenas colombianos en Thydêwá en tres ocasiones, recibió a estadunidenses, a uruguayos, a celtas. Pero solamente ahora puede, finalmente, realizar el sueño de intercambiar experiencias con los coterráneos.
(*Texto publicado el 18 de mayo de 2016)
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Por IberCultura
EnEm 05, May 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Somos – Comunicação, Saúde e Sexualidade: la militancia por el arte de la comunidad LGBT
Texto: Cristiane Nascimento
Asesoria de Comunicación/ Ministerio de Cultura de Brasil
Valerse del arte y de la comunicación para la quiebra de paradigmas, comprendiendo tales áreas como potentes medios de transformación social y cultural. Esa es la base de Somos – Comunicação, Saúde e Sexualidade, organización no gubernamental (ONG) de Porto Alegre (Rio Grande do Sul) reconocida como Punto y Pontón de Cultura por el Ministerio de Cultura de Brasil (MinC).
La organización nació en 2001, tras la reunión de un grupo de militantes de la lucha contra Sida y del movimiento de lésbicas, gays, bisexuales, travestis, transexuales y transgéneros (LGBT), con la propuesta de desarrollar acciones sociales dirigidas a la comunicación y la salud. En un periodo anterior a las redes sociales, hoy intrínsecas al cotidiano, el grupo ya ensayaba algunas movilizaciones sobre el tema en internet.
Desde aquel entonces, Somos fue muchas cosas. El arte llegó tímido, representado inicialmente por acciones de carácter más educativo e informativo. Poco a poco, fue ganando espacio dentro de la institución, que pasó a crear, producir y difundir acciones artísticas y culturales con temáticas vinculadas a la diversidad de expresiones de la sexualidad humana, con foco en la cultura LGBT. Finalmente acabó transformándose en el principal instrumento de concientización de la ONG.
“Las estrategias que usan las vías de lo sensible son extremadamente importantes para la quiebra de paradigmas y esenciales para que acabemos con el prejuicio. Percibimos, por ejemplo, que un espectáculo sobre ‘travestilidad’ es mucho más potente y se hace oir mucho más que un discurso político propiamente dicho o un material informativo”, afirma Sandro Ka, director financiero de Somos, también responsable por las iniciativas de comunicación y cultura. “Las escenas allí presentadas continúan reverberando dentro de aquellos que las presenciaron, poniendo sus convicciones en cheque. El arte posibilita que veamos la vida con otros ojos y salgamos del lugar común. Es algo que funciona de dentro para fuera y acaba cambiando nuestra manera de pensar y entrar en acción”, destaca.
En 2005 la ONG fue reconocida como Punto de Cultura. El grupo posee un centro de documentación con centenas de libros y filmes que tratan de los derechos humanos y de la diversidad sexual. El proyecto seleccionado en la convocatoria tenía como objetivo justamente la ampliación de ese acervo, en volumen y accesos. En la ocasión, la organización salió en caravana por el estado de Rio Grande do Sul, realizando presentaciones y debates sobre el tema.
Tiempo después, en 2009, se reconoció la organización como Pontón de Cultura, cuando pasó a articular un conjunto de iniciativas culturales, desarrollando acciones de movilización, formación y mediación no solo en Porto Alegre, sino en ámbito nacional. El grupo pasó a brindar talleres de lenguajes diversos, entre ellos cine, danza y teatro, con un abordaje transversal, abarcando cuestiones de género y diversidad sexual.
Mapeo cultural LGBT
Otro brazo del Pontón fue el mapeo cultural LGBT, con visitas in loco a diversas ciudades brasileñas –entre capitales o municipios emblemáticos para la escena LGBT– para el registro de manifestaciones artísticas y culturales vinculadas y representativas de la población LGBT. “Teníamos el objetivo de hacer un levantamiento inicial sobre la producción artística y cultural de este público, posibilitando, así, una mirada a lo que se produce de calidad dentro de este segmento, fundamental, incluso, para la creación de una identidad”, afirma Sandro.
El director cuenta que, por medio del proyecto, pasó por 18 ciudades brasileñas, donde pudo presenciar y registrar un escenario significativo de arte transformista y paradas de orgullo LGBT. A pesar de la calidad, Sandro pudo ver algunas fragilidades. “Ya existe una producción de calidad, pero que al mismo tiempo es muy frágil. Principalmente porque la memoria de esa producción es muy frágil. Muchas cosas se pierden con el paso del tiempo”, dice.
El grupo posee una serie de registros de arte vinculado a la cultura LGBT de todo el país, con textos, fotos e videos, producidos durante estas visitas. Según Sandro, la idea es poner a disposición todo ese material para consulta online, incluso para garantizar la memoria de las acciones.
Pontón de cultura
Como Pontón de Cultura, Somos promovió y articuló una serie de actividades culturales que atravesaron no sólo las fronteras de la institución, sino gradualmente, del estado y del país. Bailarín y drag queen desde hace más de 18 años, Nilton Júnior llegó a impartir talleres de danza en Somos. En perspectiva, cree que la efervescencia cultural generada por la ONG hace algunos años fue fundamental para la identidad y la promoción de la cultura LGBT en Porto Alegre.
“Propicié caminos para que se sensibilizasen y descubriesen su propio potencial artístico. Bajo preceptos de danza contemporánea, trabajábamos mucho con la expresión corporal. Los talleres no tenían nada que ver con drag queen y, aún así, muchos acabaron retomando o siguiendo una trayectoria artística posteriormente. Lo que siempre dije es que si tenían algo que decirle al mundo, sería posible encontrar un modo de expresión artística para ello. Creo que mi papel, en ese sentido, fue el de plantar una semilla”, dice.
Eduardo Guedes fue uno de esos alumnos. Hoy DJ, drag queen y promotor cultural, afirma que, aunque siempre tuviera un interés especial por el arte performática de travestirse, eso realmente comenzó a concretarse en Somos. En la organización, llegó a frecuentar talleres no solo de danza, sino también de teatro, cine y fotografía.
“Gracias a Somos soy lo que soy hoy. Fue allí donde yo y muchos colegas empezamos a tener conciencia de que no había nada de equivocado en ser gays. Y creo que la danza y el teatro, principalmente, tuvieron un papel esencial en ese proceso, pues exigían que pusiéramos la cara al sol y nos encaráramos a nosotros mismos. Permitieron una expresión que acabó por libertarme”, cuenta.
También como Pontón de Cultura, en 2010 Somos creó Close – Festival Nacional de Cine de la Diversidad Sexual, que incluye una muestra de cine competitiva con cortometrajes brasileños y la exhibición de películas que tratan de la temática LGBT. El corto “Eu não quero voltar sozinho” (Yo no quiero volver solo), precursor del largometraje “Hoje eu quero voltar sozinho” (Hoy yo quiero volver solo), fue uno de los destaques de la primera edición del festival.
Actualmente, la muestra integra el circuito alternativo LGBT, consolidándose, incluso, como la referencia más importante de la producción audiovisual brasileña de temática de la diversidad sexual. A pesar del recorte temático, como cualquier otro festival de cine, la premiación sigue preceptos técnicos.
Emprendiendo el vuelo
En medio de sus andanzas por el país como representante e investigador de la cultura dirigida a la diversidad sexual, Sandro Ka conoció a Silvero Pereira, actor, productor y director teatral vinculado a la cultura LGBT del estado de Ceará y también integrante del colectivo artístico As Travestidas. Los puntos de encuentro entre los dos productores culturales fueron claros desde el inicio, así como el deseo de una colaboración. Los casi 4 mil kilómetros que separan Fortaleza de Porto Alegre no facilitaban, sin embargo, un diálogo más contínuo.
En 2012 el Ministerio de Cultura de Brasil, por medio de la Fundación Nacional de Artes (Funarte) y de la Secretaría de Ciudadanía y Diversidad Cultural (SCDC), lanzó la convocatoria “Bolsa Interações Estéticas – Residências Artísticas em Pontos de Cultura” . El programa tenía como objetivo apoyar proyectos de diferentes segmentos artísticos por medio del intercambio cultural entre artistas de Brasil y la red de Puntos de Cultura.
Entre los 52 proyectos contemplados en la convocatoria estaba “BR-TRANS: Cartografia Artística e Social do Universo Trans no Brasil”, presentado por Silvero Pereira. Durante seis meses, el artista realizó un trabajo de interacción con travestis y transformistas de la región Sur de Brasil, además de una investigación sobre el prejuicio, la visibilidad trans y el arte como instrumentos de provocación y cambios sociales.
“Vivimos en una sociedad que se dice democrática y respetable, pelo tenemos uno de los mayores índices de asesinatos y agresiones de travestis y transgéneros del mundo”, afirma el artista cearense. “En este ámbito logramos, por medio del arte, acceder y tener un impacto en la sociedad de manera más inmediata. El arte tiene poder de catarsis e identificación, volviendo eventuales cambios mucho más acelerados”, concluye.
De su interacción e investigación realizadas con el apoyo de Somos, nació el espectáculo BR Trans, que reunió fragmentos reales de la vida de los travestis, transexuales y transformistas con los que convivió en ese período, trayendo a discusión historias de exclusión, violencia, afecto, deseos y transformaciones.
La obra ganó vida en 2013 y desde entonces ha generado una serie de frutos. BR Trans pasó por decenas de ciudades brasileñas, sumando varios premios en muestras y festivales. En julio de 2015, representó a Brasil en el International Hispanic Theatre Festival of Miami, en los Estados Unidos y, en mayo de 2016, deberá presentarse en Alemania.
Más allá del arte
Aunque Somos tenga una fuerte presencia en la escena cultural LGBT de Porto Alegre, Sandro Ka cree que lo importante es -más que esas movilizaciones en torno al arte- las huellas que han dejado en la sociedad. “Son pequeños logros que poco a poco van cambiando nuestro cotidiano. Son pasos minúsculos frente a las innúmeras dificultades que enfrentamos, pero no dejan de ser importantes”, afirma.
Para él, los cambios comportamentales y culturales –en un sentido más amplio, no necesariamente artístico– son los mayores logros de la ONG en la que participa desde 2005. Logros que siente en la piel. “Soy agente y objeto de esta lucha. Vivo las urgencias en las cuales me involucro y por las cuales trabajo. Soy agente y objeto inmediato de todas las mejoras de condiciones de vida y ciudadanía generadas por esa lucha. Es lo que hace sentirme ciudadano y tener el deseo de continuar luchando.”
Una mayor aceptación social y cultural de la diversidad sexual, la difusión de la utilización de nombres sociales y el reconocimiento de las bodas homoafectivas y de la adopción de niños por parejas homosexuales, son algunos de los pequeños grandes pasos que Ka acompañó en los últimos años.
En el caso de la unión homoafectiva, Somos tuvo un rol fundamental. En 2011, a partir de una acción judicial impetrada por la organización, el Superior Tribunal de Justiça (STJ) reconoció el derecho a la unión civil a una pareja de mujeres de Rio Grande do Sul, dando espacio a una jurisprudencia de la causa.
“Es muy bueno poder mirar hacia atrás y ver que muchos sueños que parecían utópicos acaban por consolidarse. Hoy tenemos acceso a algunos derechos, podemos andar más libres y tenemos más espacio para ejercer nuestra sexualidad. Sólo espero que esos logros continúen y que los derechos iguales dejen de ser algo utópico”, afirma.
(*Texto publicado el 5 de mayo de 2016)
Fuente: Plataforma Rede Cultura Viva
Por IberCultura
EnEm 04, May 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Quilombo do Sopapo: jóvenes autónomos y auto-organizados en pro de la resistencia
Texto: Cristiane Nascimento (Ministerio de Cultura de Brasil)
Transformar la vida de jóvenes de la periferia a partir de acciones que integran arte, cultura y ciudadanía. Concientizarlos sobre su valor a través de trabajos que refuercen su identidad periférica, promuevan la ciudadanía y el estímulo de los derechos humanos. Esas fueron las premisas que concibieron el Quilombo do Sopapo, Punto de Cultura ubicado en el barrio de Cristal, en la zona sur de Porto Alegre (Rio Grande do Sul, Brasil) – región que reúne en su territorio una serie de contrastes, que abarca desde emprendimientos de alto coste hasta ocupaciones irregulares.
«Nuestra idea era crear una organización potencial que fuera referencia en la prevención de la violencia. Queríamos mostrar a estos jóvenes que es posible resistir – resistir incluso a los asedios por las contravenciones. Más que eso, queríamos que estos jóvenes tuvieran conciencia de su voz e hiciesen uso de ella para crear un nuevo mundo, un mundo posible», afirma Leandro Anton, coordinador del Punto de Cultura.
Esta idea fue la primera certeza del programa. Para lograr este objetivo, el grupo que concibió el punto decidió caminar por las comunidades de la región, buscando identificar cuáles eran las manifestaciones culturales desarrolladas por sus jóvenes. En estas búsquedas se percibió que la música, independientemente del ritmo tocado o cantado, creaba unidad entre ellos, les daba autonomía y les mantenía lejos de la violencia.
Fue en ese contexto en el que nació el Quilombo do Sopapo. El nombre del grupo refleja esas ideas. La creación de un territorio para la producción de cultura por parte de jóvenes autónomos y auto-organizados en pro de la resistencia culminó al elegir la palabra “quilombo” como símbolo de fuerza, libertad y diversidad multiétnica. La música como símbolo de esta construcción se buscó en otra referencia ancestral, el “sopapo”, tambor afro-gaúcho ( del estado de Rio Grande do Sul) hecho con corteza de árbol y piel de caballo.
El Quilombo do Sopapo fue reconocido como Punto de Cultura en 2006, cuando la organización firmó convenio con el Ministerio de Cultura de Brasil (MinC), por medio de una convocatoria del Programa Cultura Viva. La organización es fruto de una colaboración entre Guayí -una organización de la sociedad civil de interés público (oscip) que busca desarrollar procesos comunitarios y acciones educativas, contribuyendo en la construcción de políticas públicas con ciudadanía y participación social-, y el Sindicato de los Trabajadores de Judiciario Federal de Rio Grande do Sul, entidad propietaria del espacio donde hoy funciona la organización.
Talleres para la ciudadanía
Talleres de comunicación comunitaria, de tecnología de la información para el desarrollo de softwares libres, de audiovisual, de fotoperiodismo, de artes gráficas, de teatro de animación, de percusión y hasta de confección de libros cartoneros. Las actividades desarrolladas en el Quilombo do Sopapo son innúmeras. Aunque exista como Punto de Cultura desde 2006, la institución solamente abrió sus puertas con sede en una dirección fija en 2008.
Desde entonces fueron más de 40 talleres con la participación y formación de más de 1000 jóvenes de la comunidad. Su alcance, sin embargo, sobrepasa esa marca. Al albergar un telecentro y una biblioteca comunitaria, el Punto de Cultura atiende a centenas de personas a cada semana. El grupo cuenta además con una serie de colaboraciones con escuelas estatales de la región, en las cuales desarrollan actividades artísticas y culturales para la promoción de la ciudadanía.
«Sopapo es el único equipamiento de cultura y entretenimiento dirigido a jóvenes y con acceso gratuito en este barrio. También somos nosotros quienes promovemos la ocupación frecuente de la única plaza de Cristal con actividades culturales. Para muchos de los jóvenes que aquí viven, el Sopapo es la principal, tal vez la única, puerta de acceso para la cultura», afirma Leandro Anton.
Cristina da Rosa Nascimento, de 23 años, es una de las 15 personas que pasaron por los talleres del Punto de Cultura y hoy es su sustento. Actualmente educadora de la institución, conoció Sopapo en 2009, a los 16 años. Aún como alumna de la secundaria, Cristina participó, en la propia escuela, en un taller de fotografía a cargo del equipo del Punto de Cultura.
Enseguida se inscribió en un taller de audiovisual en la institución. Como resultado del taller, produjo un cortometraje por medio del que transmitía su visión del mundo a partir de su propio referencial: una joven negra y de la periferia.
«Ahí tuve mi primer acceso a un trabajo intelectual. Ahí me di cuenta de que yo pensaba, tenía voz y podría mostrar al mundo mis ideas, mi manera de ver el mundo y la sociedad alrededor», cuenta.
También utilizando elementos de su realidad como inspiración para sus trabajos, Cristina creó, con algunos jóvenes de la comunidad, el libro de fotografías Imagens faladas (“Imágenes habladas”). La obra nació a partir de la lucha de la comunidad por su mantenimiento, ya que había entonces un proyecto del gobierno local para la venta de parte del área del Morro Santa Teresa, ubicado junto al barrio Cristal.
«Las escuelas públicas, en general, son muy malas. No existen oportunidades para el joven de la periferia. No hay horizontes más allá de la propia escuela. El Punto de Cultura me surgió como una oportunidad y yo la agarré», afirma Cristina.
Actualmente desarrolla el proyecto Ruidos Urbanos, programa de “radiovisual” del Colectivo Sopapo de Mulheres – uno de los varios creados dentro del Punto de Cultura. Con una perspectiva de género, el programa invita a artistas e intelectuales a tratar de cuestiones diversas, desde reubicaciones comunitarias hasta la dificultad de conciliar trabajo y maternidad.
La joven, que tiene el sueño de obtener un diploma universitario, también trabaja como tallerista en una de las escuelas colaboradoras de Sopapo. La idea es producir una segunda edición del libro de fotoperiodismo. Para ella esa oportunidad viene, sin embargo, acompañada de una responsabilidad: de educanda pasó a educadora.
«Quiero mostrar a los chicos que sí, que ellos pueden soñar. No necesitan estar al margen del proceso, no necesitan bajar la cabeza. Ellos existen, son jóvenes de la periferia y deben tener orgullo de ello. Mi papel aquí es empoderar a esos chicos», afirma.
Fuente: Ministerio de Cultura de Brasil (MinC) https://bit.ly/1q0x2kr
Por IberCultura
EnEm 26, Abr 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Ludocriarte: el Punto de Cultura donde todo el mundo trabaja jugando
El italiano Paolo Chirolla tenía 18 años cuando desembarcó por primera vez en Brasil. Alumno de un curso de Ciencias de la Educación en Milán, Italia, aprovechó sus vacaciones para trabajar como voluntario en un proyecto social de la Ciudad de Goiás, a poco más de 140 kilómetros de Goiânia, capital del estado que lleva el mismo nombre del municipio que lo acogió – en ese primer momento, durante un mes y medio.
“Siempre estuve muy metido en los movimientos sociales. Tal vez porque en Italia el voluntariado es algo muy fuerte, está en la sangre. Allá es común participar de proyectos que ayuden al otro, sin ninguna remuneración financiera”, afirma Chirolla, hoy presidente de la Associação Ludocriarte, uno de los más de 4,5 mil Puntos de Cultura existentes en Brasil.
Cerca de dos años después de su primera visita al Centro Oeste brasileño, el entonces estudiante universitario retornó a Brasil de manera definitiva. Dejó la facultad y la familia en Italia para seguir su destino. “Fue más fuerte que yo. De alguna manera, siempre supe que no tendría una vida tradicional”, comenta.
El italiano pasó por una serie de proyectos e instituciones hasta que, en 2005, fundó la Associação Ludocriarte en una casa de São Sebastião, región administrativa del Distrito Federal. Allí creó una ludoteca comunitaria para atender a niños y jóvenes de baja renta. Por medio del rescate de los juegos tradicionales, la institución promueve un trabajo de educación y cultura con la comunidad.
“Para nosotros, jugar lo es todo. Jugar es cultura. Con el juego y el lenguaje lúdico el niño accede a todas las otras cosas. Hicimos un trabajo inverso, intentando incluir todo dentro del juego, y no al contrario”, destaca Chirolla. En “Brinca”, como es llamado el local, los niños conocen actividades como el teatro, la música y el cine por medio de los juegos. De ese modo absorben los contenidos y son estimulados a crear sus propias obras.
Según Paolo, los productos culturales dirigidos a los niños son habitualmente pensados y producidos por adultos. Éstos tienen su valor, claro, pero también disminuyen el potencial creativo de los pequeños. El arte y la cultura casi nunca son pensados en coordinación con los niños. “Nuestro foco fue siempre fomentar lo lúdico dentro de la cultura de la infancia. ¿Y qué es la cultura para el niño sino jugar? Para nosotros, jugar es el origen de toda la cultura infantil”, afirma Chirolla.
Actualmente, Ludocriarte atiende a 85 niños, la mayoría entre 6 y 14 años. Frecuentan la institución de lunes a jueves, en turno contrario a las clases. Además de usar la ludoteca comunitaria, con juguetes y juegos de mesa, los alumnos participan de las clases lúdicas de informática y de talleres, entre ellos los de cuentacuentos, de musicalización y de hip hop. Los niños también usan la calle para juegos populares como el fútbol.
Un Punto de Cultura y sus hijos
En 2010, Ludocriarte fue seleccionada como Punto de Cultura. Con los recursos transferidos por el Ministerio de Cultura, la institución montó un laboratorio de informática y compró una serie de instrumentos musicales para los niños. El apoyo fue también importante para la concepción de los talleres de cuentacuentos, que resultaron en la publicación de dos libros producidos por los propios alumnos.
Presentado en 2012, el primer libro, “Era outra vez… Histórias clássicas recriadas pelas crianças do Ponto de Cultura Ludocriarte”, incluyó recreaciones de obras clásicas como Cenicienta y Caperucita Roja. El segundo libro del proyecto, “Era outra vez… Histórias Mágicas criadas pelas crianças do Ponto de Cultura Ludocriarte”, se presentó en 2014, teniendo como telón de fondo un mundo mágico, con hadas, princesas y dragones.
En 2016, Ludocriarte dio inicio a una tercera fase de ese proyecto. En conmemoración a los 10 años de la institución, los niños producirán un nuevo libro, que tendrá justamente los juegos populares como inspiración. “El trabajo que desarrollamos con los niños para la elaboración de las historias es siempre muy rico. Empieza con los cuentacuentos y, por medio del juego, comenzamos a crear sobre ellos. Ahora, quien sabe, podremos crear una narrativa con dona Chica y el gato, por ejemplo”, explica Isabela Leda, psicóloga y tallerista voluntaria de creación de historias, refiriéndose a la canción tradicional “Atirei o pau no gato”.
Lucas Alves de Melo, de 10 años, es uno de los más entusiasmados con las creaciones. “Lo que más me gusta de la ludoteca es que aprendemos jugando. El trabajo con los libros es genial. Verlos listos es emocionante. Es casi como si fuera un hijo, pues ayudé a crearlo”, dice el chico.
Además del libro propiamente dicho, este año los niños trabajarán también en la concepción de un DVD con músicas y videos producidos por ellos mismos. Una de las canciones incluso ya ha sido compuesta y ensayada por ellos Con el título “Há dez anos”, retrata un poco del clima del espacio. “Desde hace diez años hay muchos juegos / Desde hace diez años hay mucha comprensión/ Desde hace diez años hay mucha amistad / Desde hace diez años trabajamos en unión (…) Felicidad es estar sonriendo / Aprendiendo a ser ciudadano / Siendo aceptado de la manera que soy / Mejor camino, mejor opción.”
Jugar también es algo serio
Con frecuencia los juegos tienen un aire más serio. Por medio de ellos se trabajan cuestiones como racismo y bullying, y sin que se den cuenta, los niños absorben valores que les serán útiles para toda la vida.
“Aquí aprendí a tener disciplina, a respetar a los colegas y las diferencias”, afirma Maikon Daniel da Silva Lopes, de 14 años. El joven frecuenta la institución desde 2006 y, aunque ya no participe de las actividades, está siempre presente. “Quiero ser ‘brinquedista’ (especialista en juegos, en recreación). Mientras eso no llega, intento ayudarlos como puedo”.
Su madre, Rabiana Pereira da Silva, cuenta que la institución fue de extrema importancia para su hijo. “Maikon fue siempre un niño activo, que no paraba quieto. Si no hubiese tenido esa oportunidad, probablemente hubiese estado en la calle, jugando sin seguridad. En la ludoteca, toda su energía se vuelca en los talleres, lo que ha hecho de él un niño muy creativo. Está teniendo acceso a una cultura que yo no tendría condiciones de dar”.
Los viernes Ludocriarte cierra para hacer balance. Sin la presencia de los niños, los brinquedistas, talleristas y monitores se juntan para hacer una reunión pedagógica. “Estos encuentros son muy importantes para el funcionamiento de la institución. Es un espacio en el que podemos exponer nuestras dificultades. Lo bueno es que todos buscan una solución conjunta para cualquier problema que aparece, sea con un alumno o con una clase específica”, dice la estudiante de pedagogía y brinquedista Darleane Silva Santos, de 21 años.
Para Paolo Chirolla la atención y la inversión en los educadores son fundamentales para el éxito de Ludocriarte. “Si no hiciéramos estas reuniones, perderíamos mucho. Probablemente serían absorbidos por la rutina y se sentirían pronto desmotivados”, afirma el presidente de la institución, sin ahorrar elogios a sus aprendices.
“Trabajar con los niños es algo que nos da un placer inconmensurable, pero lo que más me motiva dentro de ese trabajo es la participación de los educadores. Eso me deja realmente tocado. De alguna manera reveo mi juventud por medio del entusiasmo de esos chicos y chicas”, afirma, visiblemente emocionado.
Texto: Cristiane Nascimento (Ascom/MinC)
Fotos: Acácio Pinheiro (Ascom/MinC)
Por IberCultura
EnEm 08, Abr 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Zehma y la Red Ajuricaba, la red de resistencia de los Puntos de Cultura de Pará
Viene del siglo XVIII la historia que inspiró la Red Ajuricaba – Red Paraense de los Puntos de Cultura, que actúa desde 2010 en la articulación y movilización de la Ley Cultura Viva en Brasil. Ajuricaba fue un indígena tupinambá que se rebeló contra la colonia portuguesa y se convirtió en un símbolo de la resistencia en la Amazonía. Entre 1722 y 1727, ninguna embarcación portuguesa lograba navegar en el Río Negro sin sufrir ataques de los manaús, liderados por él. En 1728, cuando vinieron los contraataques con soldados armados con bombas y fusiles, el héroe rebelde fue finalmente capturado. Ajuricaba se tiró al agua con metal en los tobillos, prefiriendo morir a ser subyugado.
“Usamos la imagen de Ajuricaba para dar realmente ese sentido de resistencia a los Puntos de Cultura de la Amazonía”, cuenta José Maria “Zehma” Reis, uno de los idealizadores de la iniciativa. “Porque la Red Ajuricaba es sobre todo el proceso de resistencia de la red de Puntos de Cultura del estado de Pará. La red creó una cartilla (abierta, en creative commons) que muestra cómo un Punto de Cultura puede movilizar su comunidad para discutir la Ley Cultura Viva. Es necesario popularizar la ley, precisamos ayudar a la sociedad a conocer la Política Nacional Cultura Viva. El pueblo brasileño precisa saber que existe una ley que lo ampara en toda su diversidad cultural.”
Productor cultural desde hace 20 años, profesor universitario, bacharel en turismo, con máster en geografía y actualmente alumno de doctorado en desarrollo socioambiental en la Universidad Federal de Pará (UFPA), Zehma conoció el programa Cultura Viva en 2004, cuando era dirigente de la ONG Argonautas Ambientalistas da Amazônia. Ya trabajaba en esa perspectiva de trabajo social de la cultura, con foco en la educación y el medioambiente, y se mostró bastante interesado en aquel concepto que se expresaba en la ecuación “cultura + naturaleza = Cultura Viva”.
Protagonismo juvenil
En 2005, en la segunda convocatoria de Puntos de Cultura lanzada por el Ministerio de Cultura (MinC), Zehma y los Argonautas presentaron la propuesta del Punto de Cultura Ananin. El proyecto, realizado en el municipio de Ananindeua (región metropolitana de Belém) en colaboración con entidades e instituciones locales, tenía como objetivos desarrollar procesos de producción y difusión cultural, promover la inclusión social y digital, valorar y rescatar expresiones culturales populares locales, defender la vida, la ciudadanía y la preservación ambiental.
“Juventud, comunicación comunitaria y protagonismo local siempre fueron el lema del trabajo”, resalta Zehma. “En 2008, con esa misma perspectiva, pero ampliando para el estado de Pará, hicimos el proyecto del Pontón de Cultura Rede Amazônica de Protagonismo Juvenil, centrando en la comunicación comunitaria (video, fotografía y texto) y en las potencialidades locales. En Marajó, por ejemplo, trabajamos con la artesanía en piel de búfalo. La juventud rescató la artesanía y resignificó la festividad de San Sebastián en Cachoeira do Arari, una tradición con más de 100 años de la que se habían desvinculado.”
Tanto el Punto de Cultura como el Pontón se volcaban en la experiencia de la propia organización – al final de cuentas, los Argonautas ya trabajaban en el área de desarrollo (habitacional, ambiental, cultural, social) y ya tenían un programa de protagonismo juvenil. Por eso también en el Punto y en el Pontón el trabajo se hacía en torno a tres ejes: el desarrollo juvenil (planificación y organización comunitaria de los jóvenes), la comunicación comunitaria (talleres de radioweb, producción de texto, edición de imágenes) y el desarrollo regional (los talleres de artesanía marajoara, cuentacuentos, etc).
Las buenas experiencias
“Hay casos fantásticos de jóvenes que, por causa de las actividades de los Puntos de Cultura, salieron de la marginalidad, usaron el hip-hop para resignificar la vida y ayudar a otros jóvenes a salir de la criminalidad”, afirma Zehma. El rapero Stone es uno de ellos. En el documental Vozes jovens da Amazônia, una de las acciones realizadas en el Pontón, Stone habla de su experiencia en el grupo MP – Mensageiro da Paz:
“Lo que quiero hacer a través de la danza, del rap y del graffiti es sacar a los niños, adolescentes y jóvenes de las calles, a la gente que por falta de oportunidades se mete en las drogas. Con 14 años, entré en el camino errado (…). Pero conocí el rap y, con el paso del tiempo, fui entendiendo lo que querían decir. El rap puede ser una forma de cambio. Además de mantener la mente ocupada con rimas, letras, danza, uno puede contar lo que pasa en su comunidad, en su vida, con sus hermanos”.
Jader Gama, a su vez, afirma que el Punto de Cultura Poraque es “su vida”. “Allí consigo dar luz verde a mis sueños, trabajar con quien me gusta y no ser esclavo del reloj. El Poraque también me dio la posibilidad de conocer mi país, compartir mis conocimientos y reunir a las personas en un sueño, en el sentido de buscar un desarrollo regional que no esté basado en el extrativismo depredatorio, sino en el conocimiento digital y cultural. Eso es lo que me mueve hoy en día.”
Para Jader, cuanto más conocimiento digital tengan las personas y entiendan la filosofía del software libre, más defenderán la Amazonía. “Es necesario invertir más en educación, no solo respetando las culturas tradicionales, sino llevando internet de cualidad a las escuelas, a los municipios. Como decía (el ex ministro de Cultura) Gilberto Gil, es necesario ‘bandalargar’ el país. La cuestión de la comunicación es fundamental, y no solo para poder acceder a la información, sino para producirla. Aqui está lleno de talento. Si pudiésemos dejar a las personas en sus ciudades, viajando por el mundo por internet, conociendo otras culturas, estaríamos contribuyendo para que Brasil, Latinoamérica, el mundo, fuera mucho mejor.”
De generación a generación
Rubia Goreth, del Punto de Cultura Ribeirinha de Santarém, vio cómo una tradición del siglo XVII volvió a ganar fuerza entre los jóvenes de su comunidad: la artesanía de las cuias. Un trabajo pasado de madre a hija, de generación a generación, fruto de un proceso natural (la cuieira es un árbol muy presente en la región), pero que andaba un poco olvidado hasta la creación de la Asociación de las Artesanas Ribeirinhas de Santarém, en 2003. “(Producir la cuia) es un proceso histórico, cultural, de la identidad de Pará, que nosotros conocemos desde siempre”, comenta la joven. “Antes las mujeres hacían la cuia con grafismo floral, una influencia europea. Después del proyecto se hizo un estudio con todos los grafismos que retratan la cultura local, de las tribus indígenas que habitaron la región, y se identificaron más de 100 padrones.”
El reconocimiento de la asociación como Punto de Cultura, en 2004, según Rubia, contribuyó para acercar a los jóvenes al proceso. “La red prega el protagonismo juvenil, y el Punto de Cultura, el protagonismo de manera general, con la comunidad apropiándose de lo que es suyo de hecho. Aquí siempre tuvimos dificultades con los jóvenes, hay mucha evasión. Lo que queremos es acercar a la artesanía a los jóvenes que se quedan en la comunidad. No sólo a las mujeres en sus procesos de producción, sino a los hombres también, en todo lo que supone difusión, medios, edición. La idea es que den continuidad, se transformen en multiplicadores para la comunidad.”
En Cachoeira do Arari, Rafael recomenzó su historia en el Punto de Cultura Museu do Marajó, en 2004, al tener la oportunidad de conocer culturas que desconocía. Acabó siendo coordinador del cineclub del Marajó. “El Punto de Cultura me posibilitó trabajar con audiovisual y aún hoy me pregunto: ‘Dios mío, ¿hay algo mejor en el mundo que trabajar con cine?”. A finales del año 2008 e inicios de 2009, el grupo de Rafael tuvo la idea de hacer un documental sobre la festividad de San Sebastián. “Fue complicado, muy intenso”, pero valió la pena. Esas imágenes cierran Vozes jovens da Amazônia, el documental de 29 minutos realizado por los 16 Puntos de Cultura de Pará, que pasaron a articularse por medio del Pontón de Cultura Rede Amazônica de Protagonismo Juvenil.
La fuerza del legado
“Esa experiencia (del Pontón, registrada en este video) dejó un fuerte legado, la articulación de una red de Puntos de Cultura del estado de Pará. A partir de la red juvenil nosotros creamos la Red Ajuricaba”, comenta Zehma, refiriéndose al proyecto presentado al Ministerio de Cultura en 2010, para el Premio Tuxaua, como una continuidad del proceso que se estaba desarrollando en el estado. La idea en aquel momento era llevar a toda la región amazónica la metodología de movilización social que habían creado. La iniciativa, sin embargo, acabó manteniéndose solo en Pará.
En 2015, con la Convocatoria Cultura de Redes, lanzada por la Secretaría de Ciudadanía y Diversidad Cultural (SCDC/MinC), reeditaron la propuesta de la Red Ajuricaba para trabajar en la perspectiva de la Ley Cultura Viva – la Ley 13.018, que la presidenta Dilma Rousseff sancionó en julio de 2014, transformando el programa Cultura Viva en política de Estado. “En 2010, la metodología era una tecnología social de movilización pro Ley Cultura Viva. Organizábamos reuniones comunitarias para discutir la ley, buscábamos aprobarla en aquel momento. Ahora, la idea es implementar la Ley Cultura Viva”, explica.
Cultura de redes
Los Argonautas Ambientalistas da Amazônia siempre trabajaron con el concepto de organización en red. Inspirados por investigadores como Augusto de Franco, concibieron el formato de una red sistémica, una red que conectara ideas y personas. “Es una red abierta. Para nosotros es fundamental que los inputs y outputs (entradas y salidas) puedan pasear, la red no puede cerrarse. Otra cuestión fundamental es la concepción de una red a partir de la teoría de la complejidad. La red de los Puntos de Cultura no puede ser mecánica, automática. Es compleja, así como son los rizomas de la ecología natural. Red, para nosotros, es el propio concepto de Cultura Viva”, compara Zehma.
Además de integrante de la Comisión Nacional de los Puntos de Cultura, Zehma es un investigador del tema. La Cultura Viva es también su tema de doctorado. “Cuando la poesía se convirtió en política: un recorrido de los Puntos de Cultura en Brasil a lo largo de 10 años” es el título del artículo que escribió como inicio de su investigación. “Diez años es poco tiempo para percibir de forma concreta los cambios, pero creo que ya hubo un cambio inmenso de postura política a partir del programa Cultura Viva y los Pontos de Cultura”, dice. “Hoy, la cultura popular, tradicional, de periferia, tiene más visibilidad en la sociedad y los gobernantes. Pero es necesario avanzar, conquistar más derechos sociales. Los Puntos de Cultura han ayudado en eso. Esos 10 años son solamente la génesis de ese proceso.”
Sepa más
Escucha el programa radiofónico, resultado de un taller de producción transmedia realizado en Belém, en 2011:
https://soundcloud.com/idademedia/1-programa-rede-ajuricaba-no
Asista el video Vozes jovens da Amazônia:
https://www.youtube.com/watch?v=GX5ln7h81lc
Vea también:
www.facebook.com/Rede-Ajuricaba-Rede-Paraense-de-Pontos-de-Cultura
Por IberCultura
EnEm 07, Mar 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Doroty Marques y la Turma que Faz: caminando juntos por un mundo mejor
Doroty Marques tiene 70 años y anda desde que nació. Ya caminó por la Selva Amazônica, con indígenas y siringueros, y encontró una manera de allí producir operetas. Con plantadores de banana en el litoral paulista, en los presidios, en el sertão, en la favela, en la calle, en el cerrado… Son 40 años caminando por Brasil produciendo operetas con niños y jóvenes. “Uso el término opereta porque en mis obras no existe mucho diálogo, sólo ritmo, color, movimiento y música”, explica la arte-educadora y música que desde 2003 está al frente del proyecto Turma que Faz, en la Villa de São Jorge, Chapada dos Veadeiros (Goiás, Brasil).
En ese pueblo de 600 habitantes a 230 kilómetros de Brasilia, donde disputa espacio en las calles con los pájaros, Doroty trabaja actualmente con 50 niños y niñas desde los 5 años de edad en actividades extracurriculares semanales. Cuatro veces a la semana ellos están allí – durante el día el espacio recibe a los niños y los profesores; por la noche, a los jóvenes de 14 a 22 años.
Ya fue más, mucho más. Cuando tenía patrocínio la Turma llegó a reunir más de 200 niños y jóvenes de los alrededores (los pueblos de São Jorge, Cavalcante, Alto Paraíso). Con la presentación de espectáculos en las comunidades y los talleres ofrecidos a los profesores durante tres años, el proyecto alcanzó a más de 3 mil personas en la Chapada dos Veadeiros.
“La cabaña Turma Que Faz es muy libre. El niño entra en la rueda, se queda o no. No existe formalidad, reglas. Creamos nuestras propias leyes”, dice Doroty. “Cuando había dinero teníamos arcilla (el cerrado recreado en barro), pintura, producíamos cartillas (con ellas cambiamos hasta los nombres de las calles de São Jorge), danza, música, deportes, informática, confección de instrumentos. Hoy tenemos música, percusión y continuamos con la pintura, la arcilla, con los multiplicadores formados por el proyecto Turma Que Faz. Por el momento, todo el mundo se encuentra, crea, produce, presenta, por amor. ¿Quiere algo mejor?”
Primeros tiempos
Doroty Marques llegó a São Jorge en 2003, como invitada del Encuentro de Culturas Tradicionales de la Chapada dos Veadeiros. Llegó para una presentación musical al lado de su hermano Dércio Marques, y acabó quedándose. “Nunca había venido a la villa”, cuenta. “Vi y sentí que no existía un espacio cultural para niños y jóvenes. Conversé con la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge y con la Asociación de los Garimpeiros e iniciamos el sueño colectivo que dura hasta hoy.”
Ella había hecho eso. En todos los lugares por los que pasaba, investigaba las posibilidades de que los jóvenes y niños encontrasen un lugar donde sentirse en casa y lograsen desarrollar su sensibilidad. “Me entristece constatar que en Brasil son creados y mantenidos pocos espacios de arte y ecología para formar generaciones futuras”, comenta.
Cantante de programas de talentos en la infancia, en Río de Janeiro, Doroty vivió en Uruguay en la década de 1960 y pasó algún tiempo presentándose en las casas noturnas de São Paulo. Grabó su primer disco, Semente, en 1978. Otros álbumes vinieron en las dos décadas siguientes, casi todos compartidos con el hermano Dércio Marques. Los estudios de las grabadoras, sin embargo, fueron alejándose cada vez más, dando lugar al que más interesaba a la artista: las operetas populares, las actividades de arte-educación.
El trabajo con niños y adolescentes empezó cuando tenía 27 años. “Viví en los años 1980 el mundo de la televisión, el teatro, las grabadoras, con discos independientes. Sentí que allí no era mi lugar, ya estaba lleno de buenos artistas, no me necesitaban a mí también. Y fui para las favelas.” Por el trabajo en las favelas de São Paulo, realizado por medio de la Secretaría de Estado del Menor, llegó a ganar un premio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En 1992, Doroty llevó 200 niños y niñas al escenario de la Eco-92, la conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente y desarrollo que tuvo lugar en Río de Janeiro. Presentaron la opereta “O dia em que nasceu a noite” (El día en que nació la noche), cuestionando el calentamiento global. Otro trabajo marcante fue “Cadê meu rio que estava aqui?” (¿Dónde está mi río que estaba aquí?). El proyecto, que involucró escuelas públicas de la región de Penápolis (São Paulo), contribuyó al replantío de la mata nativa de los alrededores de la ciudad y el plantío de 5.000 mudas de árboles frutales en los patios de las casas.
Mirando hacia el otro y la naturaleza
En São Jorge, todos los años se presenta una opereta de la Turma que Faz en el Encuentro de Culturas Tradicionales da Chapada dos Veadeiros. En 2015 fue el momento de la “Saga de Maria Manteiga”. Dividido en 14 actos, al sonido de tambores, violas y acordeón, el espectáculo aborda el mundo virtual de hoy en día, y de cómo era antes, intentando mostrar que la tecnología es buena, sí, pero que es necesario disminuir un poco su uso y mirar más hacia alrededor, a los animales, a la naturaleza, a las personas – fuera de la pantalla de la computadora o del celular. Un tema muy apropiado para los días actuales, aunque en el pueblo la señal de internet camine a pasos lentos y los niños aún corran en las calles.
“He conocido lugares mágicos, malditos, encantados, violentos, formados por sociedades que sólo siguen un ídolo: el consumo”, afirma Doroty. “En São Jorge, las personas se gustan, se respetan, se conocen, se valoran – a ellas propias y a la naturaleza. No tenemos hambre, prostitución, analfabetismo, indiferencia. Buscamos crear un grupo más humano.”
Jefferson Passos, de 19 años, cuenta que antes de que Doroty crease la Turma que Faz en São Jorge, la única diversión para los niños era el fútbol. Él mismo tenía 9 años (y solía seguir la pelota) cuando empezó en el proyecto. Hoy día, está terminando la secundaria en la ciudad vecina, Alto Paraíso, integra el equipo de producción del Encuentro de Culturas y aplica en la práctica muchos de los conocimientos que obtuvo allí mismo, en los talleres de la Turma que Faz, en las actividades de la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge (creada en 1997 y reconocida como Punto de Cultura desde 2005).
“Cada día me enseñan una cosa nueva. Todos aquí me pasan algo que yo pueda expandir en el futuro”, afirma el joven, que después de aprender cómo hacer una planilla y un sitio web, por ejemplo, quiere saber cómo inscribir proyectos en convocatorias para poder ser curador del Encuentro de Culturas en 2020. “También quiero estudiar Derecho. O Administración. Locutor de radio también sería una buena idea”, sonríe Jefferson, lleno de planes.
La capacitación después de la sensibilización
Pensando en el futuro de chicos como Jefferson, que allí empezaron a ver el mundo con otros ojos, Doroty también embarcó, en 2015, en un proyecto para la capacitación de los jóvenes de la región: “Todos Nós” (Todos nosotros). La iniciativa, otra colaboración con la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge, se dirige a potenciales dinamizadores que puedan desarrollar proyectos de gestión y promoción cultural. “La Turma Que Faz se preocupó en motivar, desarrollar, transparecer la sensibilidad de cada uno, usando el arte como lenguaje. Todos Nós, a su vez, se preocupa con la parte técnica, las formas de que el joven pueda sobrevivir del arte, con el arte, en el mundo de hoy”, compara la arte-educadora.
Patrocinado por Petrobras, el proyecto Todos Nós nació con la llegada del asfalto a la Villa de São Jorge, lo que hizo aumentar el flujo de visitantes en la región y ahora exige una mejor preparación de los habitantes en términos turísticos y educacionales. Se lanzaron en 2015 ocho talleres de capacitación, divididos en tres módulos: gerencial, técnico y artístico. Los dos últimos ocurrirán en el primer semestre de 2016.
Peña folclórica es el primer espectáculo que une los dos proyectos de Doroty, Turma que Faz y Todos Nós. Presentado en la 15ª edición del Encuentro de Culturas Tradicionales, en julio de 2015, y a lo largo del año en la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge, reúne músicas surl-americanas – desde cantos folclóricos brasileños hasta canciones de Mercedes Sosa y Violeta Parra –, guitarras, violas, percusión, danza y acrobacia en tejido. El montaje fue todo producido por los jóvenes con vistas a la generación de renta y la sostenibilidad del arte.
Utilizando el arte y el medio ambiente como lenguaje sensibilizador y realizador, Doroty acabó creando una práctica pedagógica única y alcanzando a miles de niños y jóvenes de varios puntos de Brasil. En sus andanzas, esa artista popular de voz ronca y alma libre ya pasó por los estados de Minas Gerais, São Paulo, Río de Janeiro, Bahía, Mato Grosso, Amazonas, Pará, Rondônia, Acre… Como ella cuenta, ya son 40 años caminando por Brasil, produciendo operetas, respetando la naturaleza y pensando en la formación de las generaciones futuras.
“Un artista social tiene que ayudar en todos los niveles a la comunidad en la que se está involucrado”, cree. “No me hice rica y nunca me haré. Pero se planta una energía, una unión, un intercambio de conocimientos, de tristeza, de alegría, que me realiza como ser humano y artista, me llena. Es difícil para uno dejar aquella comunidad para recomenzar en otro lugar con la fuerza de la anterior. Me siento necesaria, fructuosa para la comunidad. Y eso me realiza.”
(*Texto publicado el 7 de marzo de 2016)
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EnEm 25, Feb 2016 | Em Brasil | Por IberCultura
Juliano Basso y la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge: una historia de encuentros
“La gente tiene que hacer más ’terapia de campo’, ¿sabe? Ir a una finca, agarrar un azadón, plantar una huerta, ver nacer las plantas, ver otro tipo de resultado. Si es sólo trabajo, dinero, supermercado, shopping, la vida se vuelve frustrante.” Es así, creyendo en la sabiduría de los pueblos tradicionales que viven en sintonía con la naturaleza, como Juliano George Basso piensa en el futuro. “Nuestros profesores de tecnología son los pueblos tradicionales, con ellos debemos reaprender cómo hacer. La ciudad se llenó, las personas están muy frustradas. Es necesario reconectar hacia acá, traer al rural, repensar el modelo de ciudad.”
Hace 20 años que Juliano Basso salió de la ciudad de Goiânia para vivir en São Jorge, una villa con 600 habitantes a 35km de Alto Paraíso, en la entrada del Parque Nacional de la Chapada dos Veadeiros, al norte del estado de Goiás, Brasil. “Cuando llegué a São Jorge me sorprendí con la riqueza cultural de las comunidades de la región y, también influenciado por mis experiencias de viaje en Brasil y otros países, sentí la necesidad de crear un espacio democrático para las manifestaciones de la cultura popular tradicional”, cuenta. De forma colaborativa con la comunidad él creó allí, en 1997, la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge, y en 2001 empezó a realizar el Encuentro de Culturas, que poco a poco se transformó en una conferencia de saberes.
“Nos guiamos por el deseo de hacer que comunidades que nunca antes habían sido escuchadas por el poder público pudieran erguer la voz y mostrar toda su sabiduría. Fueron los pueblos indígenas, quilombolas, mestres, brincantes, catireiros, violeiros, artistas y todos los representantes de la riqueza del patrimonio cultural inmaterial producido en los interiores de Brasil que hicieron ese llamado”, afirma.
“Cavaleiro”, el Punto de Cultura
La Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge nació en medio del cerrado (y la tierra y el polvo y las piedras) como un proyecto audacioso, concretizado en paredes de piedra toá, típica de la región. El espacio, conocido por los pobladores de la villa como el “Cavaleiro”, es Punto de Cultura desde 2005 y alberga desde 2001 el Encuentro de Culturas Tradicionales de la Chapada dos Veadeiros. Son 15 años de espectáculos que unen música, danza y fe, reflejando las diversas manifestaciones de la cultura popular tradicional de Brasil.
Más de 300 grupos y artistas del país participaron del evento – desde la Folia do Divino de Crixás (Espírito Santo) hasta al Lundu de Lezeira (Piauí), desde el Maracatu Leão Coroado (Paraíba) hasta las Meninas de Sinhá (Minas Gerais). La prioridad, sin embargo, es para los grupos y manifestaciones locales: la catira y la curraleira de los foliones de São João da Aliança; la sussa de los Kalungas del Vão do Moleque y del Vão das Almas; el lundu y el batuqueo de la Caçada da Rainha, fiesta tradicional de la ciudad de Colinas do Sul; la congada de la comunidad de Niquelândia, con sus penachos inspirados en los indígenas Avá-canoeiro.
En los últimos años, el Encuentro de Culturas Tradicionales de la Chapada dos Veadeiros ha abierto espacio no sólo a las manifestaciones de música, danza, teatro y artes plásticas, sino también al debate sobre políticas públicas para las culturas tradicionales y sobre resistencia, economía de la cultura y sostenibilidad, además de la valoración de la gastronomía de la región.
Talleres, encuentros y charlas
Entre las iniciativas realizadas durante el Encuentro de Culturas están los círculos de conversación – que tienen como objetivo el intercambio de experiencias, historias de vida, prácticas y tradiciones culturales –, la Feria de Experiencias Sostenibles del Cerrado (para difundir la producción artesanal de las comunidades de la región) y diversos talleres, como clases de bordados, cerámica, confección de juegos, cerveza artesanal e instrumentos musicales.
También el Encuentro de Capoeira Angola, en su séptimo año, y el Encuentro de Liderazgos Quilombolas de Goiás, que ya tuvo tres ediciones con la propuesta de promover la integración entre los líderes de las diversas comunidades, para que debatan políticas públicas dirigidas a los pueblos tradicionales. La Fundación Palmares reconoce 22 comunidades quilombolas (remanescentes de la esclavitud) en el estado de Goiás – la mayor está en el Sitio Histórico de los Kalungas.
Aldeia Multiétnica: vivencia como modo de acción
Una de las principales acciones del Encuentro de Culturas, la Aldeia Multiétnica surgió en 2007 como una manera de acercar al público a las costumbres, tradiciones y modos de vida de los pueblos indígenas. Se trata de un espacio de integración donde se realizan círculos de conversación, talleres de artesanía, pinturas corporales, exposiciones fotográficas y exhibiciones de vídeos producidos por los indígenas. Allí se debaten cuestiones relacionadas con el territorio, la participación de los indígenas en el ambiente urbano, el patrimonio estético y cultural de los pueblos, sus reminiscencias en la cultura popular y la educación.
En 2011, el proyecto cambió de formato con la construcción de una aldea a las orillas del río São Miguel. La idea es que cada pueblo tenga una casa temporal en el local, conformando de hecho una aldea multiétnica. El nuevo modelo comenzó con los indígenas Yawalapiti, que construyeron una casa xinguana con el apoyo de la comunidad Kalunga. En 2012, fue la vez de la etnia Kayapó, y en 2013, de la Krahô. En 2014, los Fulni-ô construyeron la cuarta morada en la aldea y recibieron representantes de los pueblos Krahô, Kayapó, Yawalapiti, Fulni-ô, Xavante, Kariri-Xocó, Kaxinawá, Trucá y Wará.
Encuentroteca, el museo digital
En 2010 y 2011, la Casa de Cultura obtuvo recursos del Programa Goyazes, del Gobierno del Estado de Goiás, para implementar el Proyecto Encuentroteca: un Museo Digital. El objetivo era reunir la memoria de los 10 años del Encuentro de Culturas. Un material extenso: 363 horas de vídeos, más de 25 mil fotos, 18 horas de audio con entrevistas y músicas, y 401 notícias, entre investigaciones, entrevistas y artículos sobre más de 140 grupos de cultura tradicional de Goiás y de otras regiones de Brasil.
Concebida como un museo digital, la Encuentroteca surgió para conectar en redes a los grupos de cultura tradicionales del país, disponibilizar contenidos con foco en la preservación de la memoria y consolidar un mapa georreferenciado de esos grupos, ofreciendo informaciones como local, año de fundación, fecha de la fiesta local, dirección de la sede, nombre del representante, teléfono y correo electrónico para contacto.
La primera etapa del proyecto resultó en la construcción de la plataforma digital (www.encontrodeculturas.com.br/encontroteca) y la organización del material producido a lo largo de 10 años del Encuentro de Culturas: investigación, catalogación y edición de fotos, textos y audios, creación de un banco de datos, inserción del contenido producido y editado en la plataforma digital y produción de un DVD.
Todos Nós y Turma Que Faz
El trabajo social con niños y jóvenes de la región se da por medio del proyecto Turma Que Faz, coordinado por la artista popular Doroty Marques, en colaboración con la Casa de Cultura desde 2003. Son actividades educativas, artísticas, culturales, deportivas y ambientales que buscan desarrollar el capital humano a partir de experiencias que promuevan la autoestima, la comunicación, la convivencia familiar y comunitaria, el reconocimiento del contexto en el que viven y la conciencia ecológica y patrimonial. El proyecto formó jóvenes artistas que tocan, danzan, hacen acrobacias en tejido y pintan. Todo eso se puede ver en el espectáculo Peña folclórica, que se estrenó en 2015 y tiene presentaciones durante todo el año en la Casa de Cultura Cavaleiro de Jorge.
En 2015 también se lanzó el proyecto Todos Nós, dirigido a la capacitación de potenciales dinamizadores culturales locales en el desarrollo de proyectos de gestión y promoción cultural. La iniciativa vino con la llegada del asfalto a la vía que accede a São Jorge y su consecuente aumento del flujo de turistas en la región. Se lanzaron ocho talleres de capacitación, divididos en tres módulos: gerencial, técnico y artístico. Los dos últimos están previstos para el primer semestre de 2016.
Integración con Latinoamérica
El tema del XVI Encuentro de Culturas Tradicionales de la Chapada dos Veadeiros, en la segunda quincena de julio de 2016, será «Integración de los pueblos tradicionales de las Américas». “Todavía no decidimos la programación, pero nos gustaría invitar a los grupos de cultura tradicional de Latinoamérica para que puedan presentar a los brasileños su cultura, sus costumbres y tradiciones por medio del evento”, comenta el promotor del encuentro, elegido por los pobladores presidente de la Asociación Comunitaria da Vila de São Jorge de 2006 a 2008.
Ex-alumno de filosofía e historia de la Universidad Federal de Goiás y de artes plásticas de la Universidad de Brasilia, Juliano Basso dice que considera su misión, así como de la Casa de Cultura, proporcionar encuentros que valoren la sociobiodiversidad, posibilitando el intercambio de saberes y quehaceres. “Llegamos a un nivel de comprometimiento que no tenemos más cómo olvidar la responsabilidad. Ella ya es parte de mi historia. Y con eso quiero continuar dando voz a los pueblos olvidados, poco escuchados, negligenciados por el poder público y por una sociedad cada vez más consumista y egoísta”, destaca.
“De esa manera, seguimos en el camino para minimizar cada vez más los prejuicios y contribuir para el fortalecimiento de las expresiones de la diversidad cultural y de un mundo más igualitario. E incluso con las dificuldades de incentivo y patrocinios, siempre encontramos buenos colaboradores que comparten los mismos ideales que nosotros. Hay mucha gente en Brasil que quiere un país mejor. Vamos encontrándonos y juntándonos para crear ese escenario.”
El poder del arte y de la alegría
Para él, las manifestaciones de odio que avanzan por Brasil son resultado del exceso de frustración de la gente. “Las personas quieren rebelarse contra algo y lo hacen contra el gobierno, el vecino, el negro, el más pobre. Por eso creo que la gente debe aprender con los pueblos tradicionales, con la alegría que mantienen, la creencia que tienen en los niños y en el futuro, la humildad, la tolerancia mayor con el próximo, el saber que cada uno tiene su espacio para errar y acertar.”
Juliano cree en las “otras potencias del ser humano”, en la potencia de la alegría, en el poder transformador del arte. “El arte nos conecta con la alegría, la armonía invisible de todas las cosas”, afirma, resaltando la mística del pueblo brasileño, tanto del punto de vista religioso – de los evangélicos a los pueblos de matriz africana – como de las folías, de la cultura popular. “Es necesario alimentar esa mística, pero sin intolerancia. Porque intolerancia causa odio y odio no hace bien a nadie. Y porque estamos hablando de la misma cosa, de conectarse con el creador, con la naturaleza, con las cosas bellas de la vida, con el amor al prójimo. ¿Quién es el prójimo? Somos nosotros también.”
(*Texto publicado el 26 de febrero de 2016)
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